Janis Joplin – Cheap Thrills

No quiero hablar de Janis Joplin y caer en la facilidad. Que si su voz, que si sus actuaciones Live, que si las drogas, que si un rostro poco agraciado, que si el Club de los 27, que si un mito. No no no no, aquí no nos conformamos con los tópicos, te mereces algo más. Mira, esto es lo que fue Janis Joplin: una cantante de blues rock psicodélico, con una voz pasmosa, un juego escénico legendario, drogada hasta las cejas, feucha, en el podio del Club de los 27 y desde entonces mito entre los mitos. ¿Ves? Cuestión de perspectiva. Mola este blog.

Nació no muy guapa, bien hay que decirlo. Tan mal parada salió, que su aspecto físico va a marcar toda su trayectoria en su corta vida. Rechazada y aislada durante sus años escolares, se refugia en las artes, los libros y la música, principalmente el blues de Bessie Smith Y Big Mama Thornton. Cantantes negras todas, ya que Janis no cumple con el odio hacia los negros, de obligado cumplimiento en su pueblo. Con diecisiete años se marcha de Port Arthur dirección Austin, donde entra en la universidad. No sólo no se gradúa sino que sale de ahí humillada, después de ser elegida “el chico más feo del campus” -menuda gozada imaginar la cara de necios palurdos que la de estos chicos al ver como pocos años después sería aclamada por cientos de miles de personas en Woodstock, aunque devastada por el alcohol y las drogas-. Sale pitando de allí en 1963, dirección San Francisco en auto stop, con la firme intención de vengarse maravillando al mundo con su talento.

Una de las pocas opciones que tiene es la música, su pasión, para la que intuye lo tiene casi todo. Incluso un consumo de drogas y alcohol poco usual para su edad: anfetaminas, heroína, bourbón. Logra producirse en bares y salas pequeñas, en las que desde el principio su personalidad en el escenario, más que enérgica, casi agresiva, parece el opuesto a su verdadera naturaleza. Dra Jekyll y Miss Hyde. De noche se abandona en los brazos de algunos de los músicos más afamados de la época, Leonard Cohen, Jimi Hendrix, Jim Morrison, Eric Clapton. Dos años después, las drogas han hecho estragos en su cuerpo esquelético. A principios de 1965, sus amigos la suben a un autobús y la mandan de vuelta a Port Arthur. Cambio brusco de estilo de vida, vuelve a estudiar y está a punto de casarse.

El año siguiente, Chet Helms, un productor musical que había conocido a Janis Joplin en su época en Austin, se encuentra en Texas buscando una voz para acompañar a una banda de la que se está ocupando, Big Brother and The Holding Company. Le pide a Janis que se incorpore al grupo. Ella acepta. Su destino. Back to San Francisco. Los músicos se instalan todos en una misma casa, viven en comunidad, consumen mucha leche de soja y gominolas. Bendita época pre sida. Arrancan cuatro años de locura psicodélica que la van a llevar hasta lo más alto de la música popular. Después de algunas actuaciones en San Francisco, donde su fama empieza a recorrer todos los campos de Marijuana, las fábricas de pastillas y las destilerías de Bourbón, bajan en junio de 1967 hasta Monterrey, el festival pop que va a consagrar a dos iconos ídolos: Jimi Hendrix y Janis Joplin. Para finalizar su actuación, Janis interpreta Ball and Chain, versionando a su querida Big Mama Thornton. En el público, una alucinada Cass Elliot, co-cantante de The Mamas & The Papas, suelta: “Fuck, that’s really heavy”.

Cheap thrills

El año siguiente graban y publican Cheap Thrills, segundo álbum de estudio de Big Brother and The Holding Company, último con Janis Joplin de cantante. Inicialmente ella lo quería llamar Sex, Dope and Cheap Thrills, pero la discográfica se negó. Es sin duda uno de los discos más esperados en la historia del rock, debido a la increíble actuación de Janis Joplin en México. La portada, posiblemente una de las más emblemáticas de toda la música popular, es obra de Robert Crumb, ícono de los íconos hippies, gracias a sus comics tan divertidos como mordaces y que curiosamente, odiaba el rock. Contiene algunas de las canciones más famosas  de la artista, casi todas versiones –no olvidar que Janis Joplin sólo tiene cinco canciones propias en su repertorio-. Summertime, de George Gershwin, Ball and Chain, de Big Mama Thornton y Piece of My Heart, de Erma, la hermana de Aretha Franklin. Es un disco monumento, todos los calificativos se quedan cortos; sin embargo hay que ir a youtube y ver los vídeos de Janis Joplin en concierto. Era más que asombrosa, pone los pelos de punta. Y esta voz…. ¿Será posible? Era rock’n’roll.

 

 

Escucha tres de las míticas canciones del álbum Cheap Thrills, de Janis Joplin

Cheb Khaled – Kutché

Cheb Khaled. Khaled. En árabe, Cheb es por Joven, por lo tanto cuando dejas de serlo, pierdes esta partícula que tan bien suena. Cheb Fiouck. Mola. Hala, hoy salgamos de aquí, que llega la navidad y esto puede con todo, buf. Cojamos un ferry en Almeria, crucemos el mediterráneo, desembarquemos en Orán y desde el puerto caminemos hasta el ayuntamiento de la ciudad, agucemos el oído a ver si resuena todavía el famoso “Viva la Argelia francesa” pronunciado por un de Gaulle muy equivocado, una tarde de junio de 1958, desde el balcón de este singular edificio. Sigamos por las calles, cojamos la dirección del barrio Eckmühl, y volvamos a aguzar el oído, a ver si resuena todavía el famoso “Es un niño” pronunciado por el padre de Khaled una mañana de febrero de 1960, muy acertado él.

51 años más tarde, Khaled dio un concierto en su ciudad natal, como la estrella del Raï en la que se había convertido. Necesitaba el perdón de su pueblo, al que le sentó mal algunos excesos y decisiones poco acertadas del artista. Por ejemplo fue acusado de pegar a su mujer –luego esta se retractó en sus acusaciones-, de abandonar a su familia –un niño cuya paternidad siempre rechazó-, de coquetear con el enemigo –quiso dar recitales en Israel, cual Bono abogando por la paz en el mundo-, reclamó la nacionalidad marroquí –siempre alardeó de su amistad con el rey Mohammed VI-. Ya, mucho peso y sospecha encima. Por lo demás, un crack. Por lo menos hasta su canción Didi, que para mi fue como la señal de que ya se estaba acercando demasiado a la música pop, perdiendo autenticidad.

Lo que no se le puede negar es su papel primordial en la difusión del raï y la tradición musical argelina –y por extensión magrebí- a nivel mundial. Se hizo famoso en cada rincón del planeta –en Japón es una mega estrella-, hasta cantó Didi en la ceremonia de apertura del Mundial de Sudáfrica. Ha vendido más de tres millones de ejemplares del álbum Khaled de 1992, dato impensable diez años antes para un disco de raï. Ha compuesto BSO premiadas, colaborado con muchos cantantes –Noa, Youssoun’Dour, Santana, etc-, sacado cientos de canciones, logrado innumerables #1 en las listas de venta de muchos países. Pero no sé, puso el listón tan alto con el disco Kutché, que luego sólo le quedaba la opción de occidentalizar más su música y perderse.

Khaled Boutella Kutche

Porque el disco fundador de la música raï, es este, Kutché, que Cheb Khaled compone con su amigo Safy Boutella en 1988. Los dos son de Orán, pero muy distintos. Khaled funciona con el corazón y las tripas, Boutella con el corazón y la cabeza. Se diplomó en el Berklee College of Music de Boston –la misma formación que Keith Jarrett y Esperanza Spalding– y cuando regresó de los US a principios de los 80, empezó a dar conciertos “underground” en Argelia, componiendo una música fusión, tradición y jazz, ritmos y melodías pasadas y presentes. Safy Boutella no llegó nunca a la fama de Khaled, pero ambos dejaron un álbum extraordinario aunque en su día bastante ignorado, clasificado años más tarde #44 en la lista de los cien álbumes mas grandes de la historia de la música popular por Le Monde. A Khaled le vi en concierto en París en 1990 –tengo duda con la fecha exacta-, mucho antes de Didi, con prácticamente sólo Kutché  en su repertorio. Me dejó un recuerdo absolutamente maravillado, había poquísimos no árabes en la sala, fue mágica la alegría en el escenario y en el público. Enorme. Chebba, El Lela, Kutche, La Camel, hermosas y emocionantes. Por dios qué grande es.

 

 

Escucha algunas de las mejores canciones del mejor álbum de Khaled, Kutché

LP – Into The Wild

LP puede significar un montón de cosas. Lo sé, lo acabo de mirar. Lo primero que viene en mente y sin requerir a la wiki, es el disco de vinilo de toda la vida, el de 33 y 1/3 revoluciones por minuto, inventado en 1948 por Columbia. Pero me he encontrado con otros significados curiosos, por ejemplo la Longitud de Planck. Mola, los que entienden de estas cosas dicen que es la longitud mínima por debajo de la cual una longitud no tiene sentido físico. Vamos, con decir que es muy chiquitín no basta. Otro ejemplo, una LP es una cárcel, en indonesio. Realmente es una Lembaga Pemasyarakatan pero hasta los autóctonos lo ven largo, así que se queda en LP. Las cosas que se aprenden aquí verdad? Y rebuscando en la lista de LP, terminas dando con la que buscas, Laura Pergolizzi.

No, italiana no es. Se hace llamar LP, es americana, nacida en 1981 en Nueva York, tiene el pelo de Bob Dylan con veinte años, una apariencia andrógina –en muchas fotos cuesta saber si es chico o chica, hasta que sonría-, una voz potente y preciosa y tres discos en su haber. En el antebrazo derecho, tiene un tatuaje que reproduce el logo de la banda de músicos que acompañó a dios Elvis Presley, desde agosto de 1969 hasta la muerte del cantante en agosto de 1977; el TCB Band, llamado así por uno de los lemas preferidos de Elvis, Taking Care of Business. Ella es la reina del Ukelele, esta diminuta guitarra de cuatro cuerdas pulsadas oriunda de las islas Hawái, instrumento con el que muchos artistas famosos dieron sus primeros pasos, como George Harrison, Jimy Hendrix, Neil Young o Brian May. LP lo adoptó después de publicar dos discos que pasaron prácticamente desapercibidos en 2001 y 2004, a pesar de tenerlo todo a favor y de ver cómo muchos sellos pujaron por hacerse con su voz. Se ve que no fue suficiente, así que durante años se dedicó a componer y escribir para otros.

lp into the wilde

Y la lista de éxitos que algunos le deben es larga. Backstreet Boys, en 2007, cuando cantan Love Wil Keep You Up All Night. Christina Aguilera, en 2009, y su Beautiful People. Rihana, en 2011, con Cheers (Drink To That). Cher, este año, con Pride. Pero la espina se le había quedado clavada, así que se mudó para Los Ángeles, se hizo con un Ukelele –casa Martin, los mejores-, se dejo crecer el pelo, se compró un blazer para que siguiéramos con la duda sobre su género, firmó con Warner, compuso la música y la letra de cinco canciones, las tocó en público en el estudio, las metió en un EP, y … nada. Al principio parecía abocado al mismo destino que sus trabajos anteriores. Sólo despegó por fin cuando el Citibank utilizó el tema Into The Wild en un spot TV en los US.

El factor suerte. Importante en este gremio, el talento no lo es todo. Así que la que se apropió el Taking Care of Business le debe el suyo, de bisnes, a un banco. Tiene su lógica. Por una vez que le podemos dar las gracias a una entidad de estas! Porque el EP de LP –no podía no hacerla- es muy bueno, me encanta su energía y su voz. Escucha Someday, empieza suavecita y termina como un vendaval. Y Elevator, mola esa declaración de amor a su chico –le eleva, dice, qué bonitooooo-.

Venga, pedazo de vago, levanta el culo, sube el volumen, luego zumito y a misa.

 

 

Escucha algunas de las canciones del EP Into The Wilde, de LP

Wang Chung – Dance Hall Days

Wang Chung, dúo referente de los ochenta, época bendecida u odiada según –este último básicamente por los que la vivieron con mocos en la nariz y arañazos en las rodillas-, abanderó con cierto éxito la ola de dúos con melena requeté peinada, luciendo camisa tan bien planchada -y cerrada hasta el cuello- que parece que se llevaban a su mami hasta los platos de TV. Desapareció del mapa sin que nadie se preguntara what the fuck fue con ellos. Lo que sí fuimos muchos en preguntarnos, fue un discreto “pero cómo c… me han podido gustar?”. Luego realizas que no sólo compraste algún disco –por un precio que hoy daría para un Plymouth con Fever Tree y es cuando te echas a llorar-, sino que encima lo hiciste con mucho entusiasmo, soltando el dinero al vendedor y corriendo hasta casa para escuchar diez veces seguidas la cara A del vinilo. La B solía esperar al día siguiente. De hecho yo creo que hay caras B que en mi vida he escuchado.

Pero la B del maxi 45T de Wang Chung que tenía –y que sigo teniendo, no me los han robado todos, aunque concretamente este creo intuir por qué-, sí que la he escuchado, más veces que la A. De hecho es en honor a esta canción que hoy entran en este blog. Ya sé lo que vas a decir, no se lo merecen. Bueno, aquí no entran necesariamente por criterios de calidad o talento, a veces por el mero hecho de haberme acompañado en un momento X de mi vida. Ya sabes, la música es tu amiga, raras veces te defrauda, aunque no se eche siempre desodorante y huela a sobaco, como estos.

Wang Chung

La banda se formó nada más entrar en los 80’s, aunque parte de los músicos que la formaron venían de más lejos. Los dos melenas habían estado antes en otros grupos efímeros, uno de 1977 llamado The Intellektuals –¿he escuchado una risa?-, luego 57 Men en 1978, hasta que se constituyó la banda definitiva, con el nombre de Huang Chung. Como sabían que un día se les podía poner a parir, ninguno de los músicos del grupo estuvo con su verdadero nombre. Así es como el melenas jefe utilizó el mote Jack Hues –para que sonara como el famoso “J’accuse” de Emile Zola, menudo Intelektual el pollo-. Eligieron Huang Chung no por el significado en mandarín –campana amarilla, ya ves-, sino por la sonoridad de la expresión. Muy ochentas, donde demasiadas veces primaba la estética. Durante tres o cuatro años sólo conocen el fracaso, por mucho que pasasen a llamarse Wang Chung en 1982, hartitos de escuchar a la gente llamarles Hungchung. Francamente, qué más da una cosa que otra. Total, tienen que esperar a 1984 para por fin entrar en los charts, con dos singles extraídos del álbum Points of the Curve. Uno de ellos era Dance Hall Days, la cara A del maxi 45T que compré tan feliz –venga ya, tampoco me voy a avergonzar más, hay infinidad de cosas peores, te hago una lista?-. Y en la B, There is a Nation, canción pop posiblemente insignificante, pero qué se le va a hacer, a mi siempre me ha gustado, y escucharla treinta años más tarde me sigue provocando ese no sé qué, ya con una capa de nostalgia añadida.

Luego parece ser que tuvieron más éxito con su segundo LP, Mosaic, publicado en 1986, especialmente con los temas Everybody Have Fun Tonight y Let’s Go. Las acabo de escuchar creo que por primera vez, para que veas. Es que en 1986 irrumpieron Pixies, no hay color.

 

 

Lou Doillon – Places

Ante ayer falleció Kate Barry, fotógrafa británica, residente en París. Se parecía enormemente a Charlotte Gainsbourg y a Lou Doillon, tanto como tres gotas de agua. Tres gotas que tendrían la misma madre, Jane Birkin, la más inglesa de las francesas, o la más francesa de las inglesas. Pero las pequeñas Birkin, aunque esparcidas en distintos entornos y ambientes familiares, no se parecían sólo en el físico. Tenían en común un talento artístico poco común, compartían el gusto por la discreción y las cosas sencillas y mantenían entre ellas una relación de gran amistad y unidad desde siempre. Menudo árbol que él de esta familia y menudos genes. Ella, Kate Barry, hija de Jane Birkin y John Barry, compositor de BSO legendarias, desde James Bond a Out Of Africa. Ella, Charlotte Gainsbourg, hija de Jane Birkin y Serge Gainsbourg, icono de la chanson française, cantante y autor de algunas de las más bellas de ellas. Ella, Lou Doillon, hija de Jane Birkin y de Jacques Doillon, cineasta francés tierno e intimista. Esta última era la más joven de la fratria, yo la conocía poco, pero lo que son las cosas, algunas horas antes de enterarme de la muerte de su hermanastra, me hicieron descubrir el disco de Lou Doillon, Places, publicado en 2012.

Wow.

Madre mía qué disco. Pilló por sorpresa al país vecino, porque a esta artista se la conocía hasta la fecha por su faceta de ninfa Egeria de cineastas y diseñadores de moda. No abrumadoramente guapa, tiene un encanto especial que parece inspirar a muchos creadores. Lo suyo no son las americanadas de mucho presupuesto, más bien las pequeñas películas, donde pone su nombre de “hija de” al servicio de jóvenes directores. Otros más famosos aún, como la casa Givenchy, han hecho de ella desde hace tiempo una especie de embajadora de la elegancia anti bling-bling y del buen gusto. También es amiga de Mila Jovovich, que le pidió en su tiempo ser la modelo para la línea de ropa que diseñó para Mango. En fin, Lou Doillon es una chica sencilla, dicen que simpatiquísima, mama desde los veinte.

Lou Doillon Places

Inspirada por su hermanastra Charlotte, en 2011 decide grabar un disco con las composiciones que lleva años escribiendo y trabajando en papel, después de encontrarse en su camino a un galán musical francés, Etienne DahoWeek End à Rome, te acuerdas?-. Este le ayuda a poner orden en lo que son sólo ideas y reminiscencias de sus primeros años, cuando su padre le sentaba en el salón y le pedía que escuchara atentamente a la música que él ponía, desde Chet Baker a Siouxsie & The Banshees, pasando por The Kinks y Patti Smith. Un año después se publica por fin Places –pronunciar a la inglesa-, once canciones de folk rock delicado y ligero, melancólicas, intimistas. El disco se beneficia de unos grandes arreglos, aunque bastaría con su solo talento. Es algo así como la Scarlett Johansson francesa, que también sucumbió a la tentación de pasar a la música, cuando ya era toda una estrella. Con una diferencia, donde Scarlett versiona a su ídolo Tom Waits –eso sí, no las más conocidas, y encima devolviéndolas su lustre perdido-, Lou interpreta sus propias composiciones y textos, con maestría. Hay discos así, que hacen unanimidad, tanto en críticas como en ventas. 200.000 copias se vendieron. 200.001 desde ayer.

Es un disco extremadamente bonito. Places. Apunta, que llega la navidad. Si hace mucho que no te dan un beso con esa mirada un poco especial que te hacía tambalearte no hace tanto, es el momento de lucirte.

 

 

Escucha algunos de los temas de Places, el bonito disco de Lou Doillon

 

John Carpenter – Escape From New York

De joven yo quería ser Snake Plissken. Quería ser un tipo duro, con barba de tres días, un parche en un ojo como los piratas, y ser graciosete. Es lo que gusta a las chicas, me decían. Al final tuve que adoptar otras técnicas, que si no, no me comía una rosca. También deje de salvar a los Presidentes dándole mi voto, terminaban pasándoselo por el forro. Lo que no mola de ser Snake Plissken son los viajes en planeador, eso de volar escuchando el viento en lugar del ronroneo apaciguador de un motor Rolls Royce Trent 533 de 236 kN, buf. Qué… no sabes lo que es un kN? Pues mal vamos. Snake Plissken, él, sabría. Snake Plissken rocks. Snake Plissken for President.

En 1981, John Carpenter dirige Escape From New York –Rescate en Nueva York en castellano-, una película de ciencia ficción, que al igual que otras tantas, falla en dos intentonas de anticiparse al futuro. Uno es la fecha, 1997; ni en 2013 ha pasado lo que imaginaba, a Manhattan se sigue entrando y saliendo con aparente libertad, aunque sea para delinquir en traje y corbata en una oficina respetable de una torre soleada. Y hablando de torre, este es el segundo fallo, hace aterrizar a mi héroe en el tejado del edificio más alto de la isla, gemelo de otro, que sabemos todos no existen. Cómo que “lamentable humor, Fiouck”, si ya no podemos reírnos con nuestros amigos yankees, a dónde vamos a parar. Total, y para resumir, Manhattan ha sido aislada del resto del continente, las autoridades la han convertido en una cárcel de máxima seguridad, en la que sobreviven como pueden todos los cacos del país. Un día que el Presidente de EEUU iba en un avión dormitando al son del ronroneo apaciguador de un motor Rolls Royce Trent 533 de 236 kN –se ve que se ha vendido muy bien este modelo-, irrumpen unos terroristas armados –me hace gracia esta expresión, si no va armado le das un soplamocos e inmediatamente deja de hacer el gilipollas-, pero el listillo logra escapar en una especie de cápsula, que desafortunadamente cae en pleno Manhattan. El jefe de policía me encarga el rescate, quiero decir, LE encarga el rescate a Snake Plissken, afamado forajido al que dan veinticuatro horas para la hazaña, so pena de muerte instantánea –le han implantado unos explosivos microscópicos en la garganta que se activarían pasado el plazo o si intentara huir-. Pero Snake no huye, no soy un cobarde.

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Siguen 80 minutos de acción muy bien montada y realizada, por las calles devastadas de la ciudad, en las que vamos descubriendo a una galería de personajes curiosos, interpretados por un porrón de estrellas: a parte de Fiouck Kurt Russell, están Lee Van Cleef en el papel del capullo de policía que le hace la trampa, Donald Pleasance (el Presidente), Ernest Borgnine (el taxista), Issac Hayes (Duke), Harry Dean Stanton (Cerebro). Por si no la hubieras visto, no te pienso decir que termina bien, gastando Plissken una última broma al Presidente y al jefe de policía. Soy así de buena persona.

Que a dónde voy con esto? Pues a la BSO. Muy buena. John Carpenter es de los pocos cineastas –de hecho no conozco a ningún otro- que compone él mismo las bandas sonoras de sus películas. En el caso de Escape From New York, así como de muchas de sus pelis, asoció a la escritura de la partitura a Alan Howarth, otro compositor especializada en películas fantásticas. Entre los dos, logran perfectamente su propósito de recrear una atmósfera oprimente, un tanto lúgubre. Utilizaron todo tipo de sintetizadores y efectos electrónicos para darle un toque futurista a la música, esencial en una película de este género. Tenía el vinilo. Ya no. Una pena, se lo mandaba a Nicolas Jaar, el del post de ayer, para que se avergüence un poco.

 

 

Escucha algunos temas de la BSO de Escape From New York, de John Carpenter

Darkside – Psychic

Me han engañado! Y esto me cabrea. Hace algunas semanas, un amigo me mandó una canción de un grupo que no conocía, Darkside, llamada Heart. La canción me gustó a la primera, tenía un no sé qué que me ponía de buen humor, incluso después de múltiples escuchas. Intuía que el álbum iba a prometer mucho, y así me lo confirmaban los artículos que empecé a leer para poder dedicarle un post.

Puah. Aburrimiento con una A mayúscula de 5 metros de alto, con cacas de pájaros en lo alto.

Hay una rama de la música electrónica, signo de los tiempos, que es puro onanismo. Masturbación con los cascos puestos. Música para redes sociales sin salir de casa. Que sólo funciona en sesiones live –no me atrevo a llamarlo concierto- después de tragar media docena de M&M’s psicotrópicos, de lo contrario, “no mola, tronco”. No me llames tronco, idiota. Ays, que me saca de quicio. Dónde está el alma en esta música? Hay más de ella en el estribillo de cualquier canción de Justin Bieber que en todo el disco de Darkside, Psychic.

darkside psychic

Darkside es uno de los proyectos de Nicolas Jaar, en colaboración con un guitarrista llamado Dave Harrington. Antes de este dúo, este mozo de origen chileno yankee había dado sus primeros pasos en solitario. Este tío va de sobrado, en plan Ronaldo, con un melón que sólo le entra en un saco de patatas de diez kilos –me gusta meterme con este futbolista, pero en el fondo creo que es un tipo con corazón-. Los medios especializados le venían siguiendo desde la época en la que mandaba sus primeros collage a lo “más cooooool” del gremio, todos muy atentos a cualquier movimiento del chaval. Así que su primer álbum, Space is only noise –nunca mejor dicho- publicado en 2011, recibió muy buenas criticas pero sólo vendió 25.000 ejemplares. Vamos, en una época en la que medio planeta se vuelve loco con su mentor, Daft Punk, vender 25.000 ejemplares de un disco muy parecido no da para fardar, digo yo. Aunque, con los tiempos que corren, mejor que nada.

Luego formó el famoso dúo, Darkside. Hace dos meses, publicaron un primer disco, Psychic. Pitchfork, al que le gusta ir de indie redentor, va y le mete un 9.0/10.0 y encima lo califican con un “best new music”. Gustos y colores, como siempre. A mi me recuerda, en peor, a Eric Serra en El Gran Azul, John Carpenter y Alan Howarth en Rescate en Nueva York, Art of Noise, Georgio Moroder a finales de los 70’s y ya puestos, Daft Punk. Muy aburrido. Muy creído.

En fin, ya que estamos, te dejo con la canción que me engañó, Heart.