En noviembre de 1986, se armó la gorda en la Asamblea Nacional francesa. Aquel día, en pleno debate alborotado sobre la reforma del código de nacionalidad, el Ministro de Cultura francés, Jack Lang, socialista de salón para quien se acunó la expresión Gauche Caviar –izquierda caviar-, tuvo la buena idea de regalar un 45t a cada diputado. La sorpresa se convirtió en escandalo cuando los representantes de la derecha católica descubrieron qué canción sonaba en la cara A.
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Cheb Khaled – Kutché
Cheb Khaled. Khaled. En árabe, Cheb es por Joven, por lo tanto cuando dejas de serlo, pierdes esta partícula que tan bien suena. Cheb Fiouck. Mola. Hala, hoy salgamos de aquí, que llega la navidad y esto puede con todo, buf. Cojamos un ferry en Almeria, crucemos el mediterráneo, desembarquemos en Orán y desde el puerto caminemos hasta el ayuntamiento de la ciudad, agucemos el oído a ver si resuena todavía el famoso “Viva la Argelia francesa” pronunciado por un de Gaulle muy equivocado, una tarde de junio de 1958, desde el balcón de este singular edificio. Sigamos por las calles, cojamos la dirección del barrio Eckmühl, y volvamos a aguzar el oído, a ver si resuena todavía el famoso “Es un niño” pronunciado por el padre de Khaled una mañana de febrero de 1960, muy acertado él.
51 años más tarde, Khaled dio un concierto en su ciudad natal, como la estrella del Raï en la que se había convertido. Necesitaba el perdón de su pueblo, al que le sentó mal algunos excesos y decisiones poco acertadas del artista. Por ejemplo fue acusado de pegar a su mujer –luego esta se retractó en sus acusaciones-, de abandonar a su familia –un niño cuya paternidad siempre rechazó-, de coquetear con el enemigo –quiso dar recitales en Israel, cual Bono abogando por la paz en el mundo-, reclamó la nacionalidad marroquí –siempre alardeó de su amistad con el rey Mohammed VI-. Ya, mucho peso y sospecha encima. Por lo demás, un crack. Por lo menos hasta su canción Didi, que para mi fue como la señal de que ya se estaba acercando demasiado a la música pop, perdiendo autenticidad.
Lo que no se le puede negar es su papel primordial en la difusión del raï y la tradición musical argelina –y por extensión magrebí- a nivel mundial. Se hizo famoso en cada rincón del planeta –en Japón es una mega estrella-, hasta cantó Didi en la ceremonia de apertura del Mundial de Sudáfrica. Ha vendido más de tres millones de ejemplares del álbum Khaled de 1992, dato impensable diez años antes para un disco de raï. Ha compuesto BSO premiadas, colaborado con muchos cantantes –Noa, Youssoun’Dour, Santana, etc-, sacado cientos de canciones, logrado innumerables #1 en las listas de venta de muchos países. Pero no sé, puso el listón tan alto con el disco Kutché, que luego sólo le quedaba la opción de occidentalizar más su música y perderse.
Porque el disco fundador de la música raï, es este, Kutché, que Cheb Khaled compone con su amigo Safy Boutella en 1988. Los dos son de Orán, pero muy distintos. Khaled funciona con el corazón y las tripas, Boutella con el corazón y la cabeza. Se diplomó en el Berklee College of Music de Boston –la misma formación que Keith Jarrett y Esperanza Spalding– y cuando regresó de los US a principios de los 80, empezó a dar conciertos “underground” en Argelia, componiendo una música fusión, tradición y jazz, ritmos y melodías pasadas y presentes. Safy Boutella no llegó nunca a la fama de Khaled, pero ambos dejaron un álbum extraordinario aunque en su día bastante ignorado, clasificado años más tarde #44 en la lista de los cien álbumes mas grandes de la historia de la música popular por Le Monde. A Khaled le vi en concierto en París en 1990 –tengo duda con la fecha exacta-, mucho antes de Didi, con prácticamente sólo Kutché en su repertorio. Me dejó un recuerdo absolutamente maravillado, había poquísimos no árabes en la sala, fue mágica la alegría en el escenario y en el público. Enorme. Chebba, El Lela, Kutche, La Camel, hermosas y emocionantes. Por dios qué grande es.
Escucha algunas de las mejores canciones del mejor álbum de Khaled, Kutché
Cheikha Rimitti – The Unreleased Tracks From Sidi Mansour
Nace allá por los años 20 en Orán, Argelia. Huerfana a los pocos años, se busca la vida como puede, arrastrando su juventud por los barrios populares de Orán, durmiendo donde puede, rozando desde muy joven la inmoralidad. A los 20 años se une a una banda de músicos que la llevan de bares en bares. Hace suya la noche, el alcohol, y las amistades particulares. Poco a poco se gana el corazón de los argelinos a la vez que una reputación casi hereje.
Empieza a grabar discos en 1952. En 1954 saca la canción “Charrack Gatta” que la consagra como la gran voz argelina, y la pone en la diada de los moralistas, viendo en ella estos pre barbudos un ataque contra el tabú de la virginidad. Con la llegada del FLN al mando del país, se ve “forzada” a emigrar y aterriza en París. Allí se convierte en la embajadora del raï, esa mezcla de música tradicional árabe con toques occidentales, que se pone muy de moda en los 80 en Francia con artistas jóvenes, los “Cheb” Khaled, Mami y muchos otros. Es la madre del género, que no renuncia a nada, ni a la noche, ni a la música. Canta en todas las capitales del mundo, y ya es una leyenda viva cuando, en 1994, con más de 70 años, graba un álbum mítico.
En este LP, llamado Sidi Mansour, colaboran músicos de la talla de Robert Fripp (King Crimson), Flea (bajo de Red Hot Chili Pepper), East Bay Ray (guitarrista de Dead Kenedys) y dos ex Zappa, the Fowler. Es un buen disco, una buena mezcla de lo tradicional con lo eléctrico.
Pero la joya no es esa, se edita en paralelo Cheikha Rimitti, “The unreleased tracks from Sidi Mansour”, que contiene 4 canciones asombrosas (de 9’45” a 19’39” de duración!), casi extra terrestres, hermosas y emocionantes a más no poder, magia pura.
El CD es un colector, os lo ofrezco abajo en mp3. Hala, gracias Fiouck.