En noviembre de 1986, se armó la gorda en la Asamblea Nacional francesa. Aquel día, en pleno debate alborotado sobre la reforma del código de nacionalidad, el Ministro de Cultura francés, Jack Lang, socialista de salón para quien se acunó la expresión Gauche Caviar –izquierda caviar-, tuvo la buena idea de regalar un 45t a cada diputado. La sorpresa se convirtió en escandalo cuando los representantes de la derecha católica descubrieron qué canción sonaba en la cara A.
Douce France es una canción mítica de Charles Trénet, de las que provoca un nudo en la garganta de todos los franchutes de cierta edad –en los que me incluyo-. Nostálgica como pocas. Pero aquel 1986, la versionó Carte de Séjour, un pequeño grupo de rock formado exclusivamente por músicos de origen magrebí de la segunda generación, aquella que reclamaba mayor integración y menos racismo.
La canción desató pasiones opuestas, entre los que aplaudían y los que escupían con mueca de odio. Después de este éxito inesperado, el grupo sólo sobrevivió dos años más. Pero a Rachid Taha, el cantante, le había bastado para saber que sólo la música le podía permitir seguir en su particular lucha contra lo absurdo del racismo, las desigualdades y la falta de oportunidades. Ahí inició una carrera en solitario que lo ha llevado a lo más alto en la escala rock del tomate cretino.
Porque Rachid Taha, a pesar de sus orígenes –nació en Orán en 1961- es de los pocos rockeros franceses de corazón y reflexión. Lo suyo es tender puentes entre los dos continentes, mezclando riffs y rif –copón, Fiouck, te quiero mogollón-, Nashville o Belleville –el barrio parisino popular y mayormente magrebí, por lo menos cuando yo vivía allí-, botas de cuero o babuchas, choux à la crème o cuernas de gacela.
Rachid Taha es un caso aparte. Nada le predisponía a triunfar en el rock, después de descubrir el frio y la nieve cuando se instaló en Francia con diez años en 1968, sufrir el racismo ordinario de los niños con el coco comido por los padres, trabajar en fábricas hasta los veintiún años. Por suerte, cambió rápidamente las tuercas por clavijas, y dejó rienda suelta a su facilidad para poner palabras escritas sobre la rabia que le comía por dentro.
Después de Carte de Séjour, se fue a Los Ángeles para intentar en vano sacar un disco arreglado por Don Was, de Was not Was. Después del fracaso, se volvió para su tierra natal, Orán, donde empezó a componer demos que sirvieron de base a su primer álbum, Barbes –otro barrio parisino multicolor-. Por desgracia salió en plena guerra del Golfo y las radios lo mantuvieron apartado.
En 1993 se inició una relación muy estrecha entre él y Steve Hillage, músico y compositor británico que producirá la casi totalidad de los álbumes de Rachid Taha hasta la fecha. Con semejante respaldo, el oranés impuso poco a poco su particular estilo, hasta ser considerado hoy como uno de los principales rockeros galos.
Su agenda de colaboraciones pasadas o futuras contiene algunos de los nombres más famosos del panorama musical, como Mick Jones –The Clash– o Brian Eno. Aquí se le conoce sobre todo por esta maravillosa versión que hizo de Rock The Casbah de los Clash, aunque cada uno de sus diez discos contiene joyas multicolores, siempre a medio camino entre el rock occidental y los sonidos del norte de África. Es un tipo sincero e íntegro, indignado y rebelde, involucrado en mil batallas, siempre dispuesto a defender a los de abajo. Faltan más así, ¿dónde estáis, coño, los rockeros?
[Te dejo con seis temas de su último trabajo, Zoom, de 2013. La última es una genial versión del Now or Never de Elvis Presley. Al principio te costará reconocerla, pero luego…]
Excellent analysis as usual
Zoom sur Oum is the perfect illustration of the mixed cultures and great talent of Rachid Taha
Proxima vez voy a pruebar escrivir en espanol pero no esta «easy » para mi
Escribir con b, no con v 🙂
Gracias Fiouck
😊