Chagrin d’Amour – Chacun Fait (c’qu’il lui plait)

Esta es la última entrada chorra del blog. A partir de mañana está ya todo previsto y requeté pensado, desde hace tiempo. Del #989 al #1.000, doce entradas para devolverle al resultado final algo de coherencia y un poquito de brillo –eso espero, no están escritos, socorroooo-. Así que cuando me senté frente al mac esta mañana, pensé un largo rato en cuál iba a ser el último artista o grupo no programado. Quería algo muy ligerito, para no comerme demasiado el coco. También algo que hubiera marcado mi juventud, aunque no me gustara reconocerlo.

Chagrin d’Amour se impuso fácilmente, aunque sea por el significado del título de su único éxito, algo así como Cada Uno Hace (lo que le da la gana). Son perfectos para cerrar esta interminable lista de reseñas idiotas que han jalonado el blog desde aquel fatídico siete de febrero de 2013. ¿Por qué me metí en este berenjenal que más de una vez condicionó mi vida y mi tiempo? Yo qué sé. Curiosamente ayer me volvieron a insistir en publicarlo en papel, hasta se ofrecieron para ayudarme, pero ni hablar, habría que retomar el 99% de las entradas y no quiero ni puedo. Además prefiero no darme cuenta de los lamentables olvidos, fruto de una memoria musical de pez.

No creo que Chacun Fait (c’qu’il lui plait) haya traspasado las fronteras para llegar hasta aquí en agosto de 1981. En Francia, donde me faltaban pocas semanas para cumplir mayoría de edad, inundó el mercado como raras veces había pasado y pasaría desde entonces. Enganchó a propios y extraños, niños y mayores, llevaras el pelo largo, raya limpiamente peinada o cresta rosa.

Chagrin d'Amour - Chacun Fait

Tres millones de discos vendió el dúo Chagrin d’Amour (pena de amor) de una canción improbable, adelantada a su tiempo como pocas. Fue el primer tema de rap en un país que apenas había oído hablar de un género que llevaba pocos años cociéndose en Harlem o el Bronx. Lo curioso es que todo el mundo sólo se fijó en el tono alegre del tema, cuando la letra escondía una historia más bien sórdida.

Se horneó en Nueva York a finales de los 70’s. En aquella época, un tal Philippe Bourgoin, un cineasta del que poco más se supo y que estaba rodando un largo metraje en, o sobre el Chelsea Hotel, tenía en la cabeza el run run de una melodía y letra que no lograba plasmar de forma definitiva, inspirada en la propia historia de su película: un tipo angustiado y acechado por una mala racha que no logra dormir y se va de prostitutas. Luego pasaron tres cosas a la vez: el rap le alcanzó de lleno, descubrió a Magnificient Seven -Ring ring, 7 a.m.- de los Clash y conoció a Gregory Ken y Valli Timbert.

Ella, americana, era estudiante de cine, se pasaba las noches en el CBGB con sus amigos Basquiat y Keith Haring, escuchaba los Ramones y B52’s. Gregory Ken era francés, tenía una pequeña trayectoria de cantante yéyé y oficiaba en las comedias musicales de moda en Francia, como Hair y Jesucristo Superstar. ¿Cómo el azar les reunió para verse involucrados en esta canción? Un misterio, que ella, treinta y cinco años después, sigue sin explicarse. A él le gustaría dar su punto de vista seguro, pero no puede, murió de un cáncer en 1996.

En agosto de 1981, la canción Chacun Fait fue algo así como un tsunami. Batió todos los records de ventas y envolvió al dúo en un vendaval de giras, promociones de todo tipo y apariciones estelares en todos los programas de tele. No era gran cosa, bien hay que decirlo, pero sí totalmente novedosa. Tenía ese no sé qué de pequeña revolución como lo había sido un par de años antes Rapper’s Delight, de Sugarhill Gang.

La maquinaría marketing del gremio musical no les dejó respirar ni proponer otra cosa. Sacaron dos álbumes prefabricados que tuvieron un éxito inversamente proporcional al del single. Cero patato. Así que a los dos años se separaron y cada uno trató de hacerse olvidar para no ser catalogado como intérprete de un one hit wonder eterno con una caratula cutre. Hala, al tajo, que eso de hacer lo que a uno le da la gana es muy relativo.

 

 

 

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