Elvis, Dios, The (fucking) King, la madre que lo parió

Post #998. Huele divino…

¿Es dios Elvis? Y yo qué sé.

¿Cuántas veces habré tachado la palabra dios para colocar la de Elvis en este blog? Casi más que el número de entradas. Me hacía gracia, mucha. Ya, uno se divierte como puede. Los motivos para reírme aquí durante estos casi 1.000 días han sido escasos, no te voy a engañar. Mi cruz. Y de madera nanaï. De metal pesado con forro de hormigón armado, con puntas de hierro oxidado. Juas. Es verdad que hay que ser idiota.

Dios, Elvis. Elvis, Dios. Realmente hay una inmensa contradicción en esta ecuación. Un día, declaró: “Se han dicho y escrito muchas tonterías sobre mi persona. Que si soy el King, el Rey. Pero para mi sólo hay un Rey, es Jesucristo”. En 1958, cuando ya se había convertido en el ícono más grande de la cultura y sociedad yankee, tuvo una última conversación con su madre en su lecho de muerte. Ella, profundamente religiosa, estaba preocupada por el rumbo que tomaba la vida de su retoño –Elvis tuvo a un hermano gemelo nacido muerto, Jesse Garon Presley-, y se lo dijo: “Hijo, estaría más feliz sabiéndote adorando al Señor”. Elvis, muy afectado por el inminente fallecimiento de su madre, le dijo: “Mama, serviré a Dios”.

Wow. A mi no me llegan estas declaraciones beatas, pero es bonito. Un último pacto que sabes no vas a poder ignorar, so pena de conocer las llamas del infierno. Llamas con las que se codeaba muy a pesar suyo. Nada más nacer el rock’n’roll de Elvis, la sociedad americana, tan envarada en un puritanismo de otro siglo, lo llamo “la música del diablo”. En el fondo, ni dios ni diablo, Elvis vivió en el limbo perpetuo, en la delgada línea que separa lo irracional de lo… irracional.

Elvis Presley

Si no fue Dios, que nadie ponga en duda de que fue el King. Y para serlo, uno tiene que tener súbditos, aunque sea uno. El catorce de enero de 1973, Elvis congregó a mil tres cientos millones de ellos, religiosamente sentados frente a su televisor, cuando se retransmitió en directo el concierto que estaba dando en Hawai. La mayor audiencia jamás alcanzada por un evento en directo no deportivo. King, Dios, God, Rey, para los compradores de los más de mil millones de discos vendidos durante su carrera y después de ella, es lo mismo. Adoración, devoción, culto.

Una cuarta parte de los americanos sigue creyendo que no ha muerto. Que sigue vivo por ahí. Muchos juran haberle visto, en casi cualquier rincón del planeta, menos en Teruel, que no existe. Millones de fans se siguen agarrando a esta idea, encontrando en una multitud de detalles curiosos una buena razón para creer que sigue por ahí, tan pancho engullendo hamburguesas, riéndose en su traje cutre con lentejuelas llenas de manchas de BigMac y sundae.

Que si el nombre que aparece en su lápida mortuaria está mal escrito –Aaron, su segundo nombre, en lugar de Aron-. Que si el cuerpo en la foto del difunto no es suyo. Que si al día siguiente de morir –el dieciséis de agosto de 1977-, una persona voló de Las Vegas a Buenos Aires bajo el nombre de John Burrows, el nombre que utilizaba cuando reservaba habitaciones de hotel. Que si formaba parte del Witness Protection Program. Que si llevaba tiempo preparando su salida, no habiendo encargado más trajes de escena desde meses atrás. Que si el libro que se dijo estaba leyendo la noche de su muerte sólo se publicaría un año después.

Es alucinante, a mi me hace gracia. Esto sólo lo puede provocar quien fue el más grande de los artistas de la historia de la música. Claro que se puede remontar en el tiempo y encontrar a otros músicos anteriores para explicar el fenómeno del rock’n’roll, pero Elvis será para siempre el punto de partida de una aventura que hace que sesenta años después, un Tomate cretino se mate a escribir un blog improbable durante 1.000 días. Su admirable voz, el meneo de las caderas, sus trajes feos, su casa de oligarca ruso ordinario, su sonrisa, ese magnetismo que paraba el corazón de millones de mujeres. Todos los músicos posteriores a su carrera y legado, en algún momento le rindieron un homenaje definitivo a la altura de su admiración.

Me quedaré con dos de ellos. El primero, de Bob Dylan: “Cuando se murió, me hundí. Una de las pocas veces. Era toda mi vida, toda mi juventud. No hablé con nadie durante una semana. Si no hubiera existido, hoy no estaría aquí”. Y el segundo, de mi querido Johnny Rotten, al rato de enterarse de la muerte del King: “¿Ha muerto? Genial! Llevaban demasiado tiempo él su barriga haciéndole sombra al rock´n´roll”.

Pues eso, ¡rock’n’roll! Pero como soy un poco ñoño, te dejo con la más suave de todas sus canciones. Es hermosa a más no poder, fuck.

Venga, sube el volumen, mírale a los ojos a tu pareja, y ámala tiernamente. Luego ya sabes, zumito y a misa. La última vez que te convoco a este ritual tan idiota como el resto.

 

 

 

22 comentarios en “Elvis, Dios, The (fucking) King, la madre que lo parió

  1. Pues te ha quedado un post-homenaje muy bueno, creo que hoy iré a misa con el espíritu limpio.

    Amén

    Nota: hoy he hecho caso a peepjordan y me he levantado pronto

  2. Amen.
    Por hacerle caso a Peepjordan, tambien me levanté pronto. Mi pareja sigue roncando. Estoy mirándole a los ojos al zumito. Hay que joderse.

  3. Querido tomate. Yo casi como Bob Dylan. Recuerdo perfectamente que andaba en Londres por primera vez, en el primer take away chino que veía en mi vida (era un crío) el día que murió Elvis. El chino tenía una mini tele en el mostrador e interrumpieron la emisión para dar la noticia, algo que ocurre muy pocas veces. Se paró el mundo. Se hizo un silencio como cuando el 11-S. Hubo quien lloró. Yo recordé sus películas que me fascinaban los sábados por la tarde (cómo se podía estar tan bueno, por dios) y el doble disco de K-Tel con todos sus grandes éxitos que teníamos gastado en casa. Esos elepés con 10 temas por cara. maravillas de escasos 2 minutos y pico. Todavía lo tengo conmigo, claro. Mis dioses son otros (stevie wonder en la música, Michael Jackson en la pista, Prince en ambas, Van Morrison, David Sanborn, hay tantos) pero es verdad que no ha habido nadie más grande que Elvis. Bueno, igual Lady Di.

    Dios mío, vas a terminar en martes??? Qué día tan feo, madre mía.

  4. Elvis murió cuando yo tenía 7 años, recuerdo que las imágenes de los días siguientes a su muerte me sorprendieron por la repercusión que tuvo, yo tenía «Moody Blue», su último single y alguno más, pero ese me encantaba, comprendí que no saldrían más discos e interpreté que sus seguidores estaban tristes por eso, sin saber todavía lo que un artista puede llegar a influirte en la vida.

    Mi mujer nació el día siguiente a la muerte de Elvis, a veces fantaseo con que su espíritu se haya podido reencarnar en ella, pero cuando se pone a bailar o a cantar… naaah

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