Bashung – Play Blessures

Post #995. Ça sent bon la quille…

¿Qué rayos querrá decir “la quille”? Un franchutismo. Creo que en español se decía “dar con la blanca”, por el color de la cartilla verde que te daban en la mili y que devolvías al recobrar tu libertad, recobrando la blanca de paisano. Pero no me hagas mucho caso, la mili es cosa de abuelos. Era la expresión más anhelada, la que se refería al momento en el que cruzabas por última vez el límite del fortín, para no volver nunca más, asegurándote muy mucho de haber traspasado la frontera invisible antes de levantar el dedo mayor, dejando atrás kilómetros de marcha forzosa los pies con musgo por los treinta centímetros de barro, ataviado como un idiota y cubierto por quince kilos de material que te dejaba la cabeza y los hombros ensangrentados. Muy dramático el Tomate hoy. Ya ya, es que Bashung es así.

Recuerdo que por la noche, en el cuarto donde nos amontonábamos doce chavales sucios, exhaustos y hartitos de la patria –imagina el olor a pies cuando volvíamos de jugar a la guerra-, había una regla no escrita en cuanto a la música que se podía escuchar. Ni mp3, ni CDs, ni streaming, solo cassettes. Un lector para los doce, así que cada uno tenía derecho a una cara como máximo, antes de ceder el turno. A mi no me dejaban acercarme con mi cinta, después de comprobar al principio lo que escuchaba. No entendían como un tipo aparentemente tan entrañable como yo podía escuchar Play Blessures, de Bashung.

¿Te importa, Fiouckiño, decirnos quién the fuck es Bashung? Voyyyy. Cada vez que se me daba por dedicarle una entrada a un artista francés en el blog, intentaba encontrar un equivalente español, para que te pudieras situar. Creo que nunca lo conseguí, no es fácil, el nexo entre tú y el Tomate cretino procede de UK, los US o algún país improbable. Pero en el caso de hoy, y aunque musicalmente estén bastante alejados el uno del otro, diría que Antonio Vega. Por la importancia que tuvieron y por el vacío que dejaron al fallecer. Esa sensación desagradable de que nadie recogerá el testigo y que la música ya nunca será igual.

Bashung

Bashung gozaba en Francia del aura de los grandes, de los que se salen del guión, de estos artistas que trascienden su condición de músico sin dejar de serlo nunca, músico. No fue otra cosa. No vale decir que su música es inmortal, el muy capullo nos dejó huérfanos. Cuando me enteré de su muerte el 14 de marzo de 2009, a los pocos minutos había recibido una avalancha negra de sms desconsolados. Y se hizo un silencio eterno. Bashung había muerto, y aunque se veía venir por el cáncer que padecía, uno no estaba preparado.

¿Es exagerado decir estas cosas? Después de 995 entradas, creo que me entenderás, aunque no logre convencerte. Complicado descubrirlo seis años después de su desaparición. Porque su música no se parece a ninguna otra, porque era muy francés en el fondo. Nutrido con el rock’n’roll de los pioneros, dios Elvis, Chuck, Jerry, Gene, fusionó con la chanson de Gainsbourg, las baladas tristes de Marianne Faithfull y la negrura de Joy Division, para convertirse en el artista rock más importante de los últimos treinta y cinco años en el país vecino.

Escucho Faites Monter y se me cruzan los cables, con esa bola dolorosa que se hincha en la garganta. Les violons de la mort, la batterie de l’enfer, le piano de la fin. Qué canción más bella e imposible. Un estilo único con una emoción intacta. O Madame Rêve, grandiosa oda al onanismo más sensual y vital. Y Étrange été, Sommes-nous, Aucun Express. ¿Cómo logró captar el respeto de todo un país con estas canciones más inverosímiles? No deja de ser un misterio. La mejor forma de definir su música es no darle demasiadas vueltas, porque no se parece a nada.

Se había hecho popular en 1980 con dos singles, Gaby Oh Gaby y Vertige de l’Amour, pero se sentía incómodo con este repentino éxito popular. No quería ser el hombre que sonaba a todas horas en la radio con canciones facilonas y ligeras. Así que en 1982 publicó un álbum a mil años luz de lo esperado. Cruzó la delgada línea roja y su público de fans desertó. Lo llamaron “el suicidio comercial”. Hoy preguntas a un francés si le gusta Bashung, te dice que “fuck, muchísimo”. Y si añades “¿Y Play Blessures?, dice “fuck, ese no”. Los franchutes somos así, decimos fuck a todas horas. Co-escrito con un Gainsbourg rendido al talento de este joven artista, Play Blessures fue un disco frío, negro, impermeable. El Ian Curtis galo. Cuando salió me pareció de ciencia-ficción. Simplemente no me creía que un francés fuera capaz de sacar tal OVNI. Inesperado, innovador, lúgubre, enorme. Desde que decidí llegar a 1.000 posts, sabía que iba a estar en el top 10 final.

[Te dejo con seis temas de Play Blessures, y luego con las canciones arriba mencionadas. No son necesariamente las más representativas, son sólo las que me llevaré a mi isla. Ah sí, porque tendré una isla. Mira, dije que llegaría a 1.000 posts y nadie se lo creía, así que ¿por qué no voy a tener una isla? Es cuestión de proponérselo.]

 

 

 

17 comentarios en “Bashung – Play Blessures

  1. Bufff, ¡cuánto trabajo me acabas de dar! Descubrir de golpe semejante historia y arsenal musical me hace sentir como una niña pequeña que no ha hecho los deberes y de repente es consciente del error. ¿Cómo puede ser que nunca hubiera oído hablar de él? ¿Ni siquiera a través de Dominique A? ¿No estuve atenta ese día en clase? Voy a ver si consigo aprobar en la repesca…

  2. Yo hice la mili.

    La «blanca» era la licencia que te daban cuando acababas el servicio militar, cuando te notificaban el pase a la reserva, una cartilla (blanca) que teóricamente habías de guardar unos años.

    No recuerdo bien si habías de presentarte posteriormente a que te la sellaran, pero estabas obligado a comunicar los cambios de residencia. Eso se llamaba reserva activa (unos 3 años) después pasabas a otro tipo de reserva creo que hasta los 33 años en el cual se te da la licencia absoluta.

    Puta mili

    • Ya, mierda mili.
      Un día me pilló un sargento con los manos en los bolsillos, cosa que estaba «tajantemente» prohibida. De castigo me obligó a coser doce botones en un trocito de tejido… gentuza.

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