Casi casi le gana Dante di Blasio a Esperanza Spalding, por el premio al pelo afro más abultado. Dicen que el padre del chaval ganó los recientes comicios en la ciudad del CBGB gracias, en parte, a esta enorme bola de pelo que luce su retoño desde hace años -tendrá Álvaro Ramírez de Haro Aguirre que lucir dreadlocks o una cresta rosa para que su madre se meta a España en el bolsillo?-. No sé si un corte de pelo puede influir en unas elecciones, lo que tengo claro es que Esperanza Spalding no debe su creciente fama a su particular melena, sino sólo a su enorme talento para darle un aire fresco al jazz y por tocar como pocos un instrumento que duplicará a la artista en peso y volumen.
Dice esta norteamericana que oyó la llamada de la música clásica con cinco años, al ver en la tele un programa infantil en el que actuaba Yo Yo Ma, francés de origen chino afincado en los US, posiblemente el mejor violonchelista de este siglo. Hace de ello veinticuatro años –esto para que calcules su edad-. A raíz de ello, su madre la inscribió a un curso gratuito de la comunidad para que aprendiera el violín –no fluía precisamente el dinero en este barrio pobre de Portland, en el que su madre muchas veces le ordenaba que agachara la cabeza en casa para evitar balas perdidas-, y desde el principio mostró grandes dotes. En un campamento de verano, compuso un pequeño quinteto en un mini concurso, pero le dieron el premio a otro chaval por no creer que la obra fuera de ella. Siguió sus estudios de música clásica hasta entrar, gracias a una beca, en la escuela Berklee de Boston, con 16 años. Cuatro años más tarde, se convirtió en la profesora más joven del prestigioso centro.
Pocos años antes, había descubierto por casualidad el contrabajo, y se hizo con él. En paralelo también se puso a cantar, por obligación, para tocar en bandas y ganar el dinero de su alquiler. Se unió a un grupo de jazz que buscaba a un bajista y un cantante, se propuso cumplir con ambas tareas. A partir de ese momento, creció su fama, y su pelo. Hoy se la considera como a una grande. La revista Down Beat, que será algo así como el NME del rock, la sitúa en el #5 de las mejores bajistas, y en también en el #5 de las vocalistas –detrás de grandes voces como la de Dee Dee Bridgewater-. Y con tan sólo 29 años. Sin embargo huye del estrellato y de los focos, lo suyo es la humildad y la reflexión sobre el jazz. Es consciente que la palabra Jazz en sí no ayuda, que muchas veces tiene “estereotipo negativo y connotación pesada”, tal como reconoce. También le enerva sobremanera que se tache de pop la música que hace. Sólo quiere que se le escuche y se disfrute, sin etiquetas.
En 2009, Obama le pidió expresamente que tocara durante la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz –menuda farsa, cuando te enteras del caso Snowden-. Acudió, sin más entusiasmo, porque, como dice ella, es ciudadana americana porque paga sus impuestos allí, pero no se siente identificada con la política de su país. En 2010, es Prince quien la llamó, para que ensayaran juntos, en sesiones privadas; luego tocaron en alguna gala, ella asombrada por estar codeándose con él. En 2011, por su álbum Chamber Music Society, el tercero de su carrera, ganó el Grammy a la mejor artista revelación, delante de Justin Bieber –no, no diré ninguna burrada sobre este engendro-. En 2012, toca en la sala Joy de Madrid, y en más lugares de España, ella tan feliz. En 2013 Fiouck le dedica un post en su blog. Jatetú la progresión en cinco años. Va para grande la moza.
Luego vendrán los fans de la primera hora a tirarme de la oreja por la canción que te dejo escuchar. Es cierto, no es posiblemente la más representativa de su repertorio, pero como ella dice, “hay que escuchar y disfrutar”. Esperanza Spalding, a dúo con Algebra Blesset, interpretando Black Gold. Súper bonita.
Escucha Black Gold, de Esperanza Spalding
Nadie te va a tirar de las orejas. Simplemente, eliges lo más comercial de su trabajo, se nota que el Jazz no está entre tus preferencias.
Es una pena leer que el jazz tiene estereotipos negativos o connotaciones pesadas. Pasapalabra…
Esto lo dice ella, no yo, en una entrevista publicada recientemente en El Pais
Lo sé, lo sé…
Sorprende que diga esto, cuando ha bebido y compartido este género desde que se inició… bueno, hasta que sacó este mediocre trabajo: Black Gold. Está claro que la pela es la pela. He ido a su concierto cuando apenas nadie la conocía. Será la primera y última vez… Viva lo comercial, Fiouck!
Hombre, comercial lo que se dice comercial, le ha ganado al justin bieber no precisamente por ser mas comercial que el…
Comercial… su último trabajo, por eso lo publicas en tu blog…
La publico en mi blog porque me gusta, mi unico criterio. Entiendo que cada cual lo puede considerar como quiera.
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