The Stray Cats. Un grupo a parte, sin duda. Los recuerdo como si fuera ayer. Se me viene en mente un montón de calificativos desde el primer disco del trio. De repente, me convertí en el mejor batería del mundo, con los brazos dándole a unos Toms imaginarios desde muy alto; en el mejor contrabajista –Esperanza Spalding ni había nacido- y last but not least, en el guitarrista más alucinante de los últimos tropecientosmil años–.
The Stray Cats, no es para escribirles una oda de muchas líneas, con tal de rellenar un post. Como mucho, recordemos que en su día, aunque no más de tres meses, The Stray Cats se adueñaron de las pistas de baile, las fiestas, las radios y los tocadiscos –por dios, será posible utilizar esta palabra veinticinco años después?-.
The Stray Cats irrumpieron en 1981 con un disco rompedor, un sonido tan novedoso que lo miramos pasar atónitos, una fenomenal música rockabilly, punk por la energía que desprendía. 1981, año bendito en el que decenas de grupos rock, góticos y new wave hacían cola para coger sitio en el Gran Libro de la Fiouck Music. Con sus reglas propias, sus criterios selectos. Pero The Stray Cats lo cambiaron todo, rompieron las piedras de la ley rock’n’roll, quisieron re-escribir los mandamientos, y coño, casi lo consiguen. Pero no duraron lo suficiente. Tres meses, esto es más o menos lo que se les vió.
Energía pura, wow. Un disco para la eternidad.
Escucha los mejores temas de The Stray Cats, en su primer álbum
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