Cara de Venus vudú y pelo de Gorgona moderna, indolencia sureña, voz nasal y lánguida, Valerie June huele a Tennessee, granero abandonado, Ford pick-up desbaratado, sol asfixiante, mecedora inmóvil, serpiente de cascabel cabrona, horca polvorienta y viejo granjero blanco desdentado y un dedo de frente –el otro dedo, de Jack Daniel’s-. Valerie June es la nueva sensación de la música root americana, la nueva sacerdotisa del folk blues góspel sureño, con sólo treinta y un años y cuatro álbumes.
Después de criarse en Jackson, Tennessee, hermana mayor de una fratria de cinco niños y con góspel hasta en la sopa, Valerie June se marcha temprano de casa para probar suerte en Memphis, con su novio y futuro marido. Un bar la acoge en su seno, como camarera de día y cantante de noche. Pronto su voz de sirena encandila al público lo que la lleva a producirse en salas de la ciudad y en festivales de música root de los estados del sur. Algunos años después, se marcha a Nueva York, con un nuevo novio y grandes aspiraciones. Auto produce dos discos que pasan un poco desapercibido –The Way of the Weeping Willow y Mountain of Rose Quartz-, toca cada vez que puede, y termina interesando a John Forté, ex miembro de The Fugees, que anda buscando colaboradores para un álbum en solitario. Graban cinco canciones juntos, pero sólo ve la luz una de ella. Y bingo, Give Me Water, bonita perla de Blues Hip Hop, llama la atención de muchos medios y artistas. Uno de ellos no es otro que Dan Auerbach, cantante guitarrista de The Black Keys, neo sureño instalado en Nashville donde ha instalado su propio estudio de grabación.

Mientras el de las Llaves Negras busca una fórmula para sacar adelante su corazonada, ella se lanza al crowfunding, un Kickstarter en toda regla que le permite recaudar 15 mil dólares, con los que graba su tercer disco de estudio, Valerie June & The Tennessee Express. Con este nuevo álbum, más la ayuda de Dan Auerbach, logra hacer una mini gira por Europa, en salas diminutas, de a veces no más de treinta espectadores. No tiene ella ni sus músicos una gran técnica –ella siempre ha dicho que no quería ser Jimi Hendrix, tan sólo acompañar su canto con guitarra-, pero compensa con su radicalidad y compromiso con su letra.
De vuelta a los US, se mete de lleno en su colaboración con Dan Auerbach. Apoyándose en su fama, el Black Keys logra enchufarle en algunos actos y giras, que le llevó a participar de telonera de la gira de Jake Bugg, otra nueva sensación, esta vez inglesa y de rock. En marzo del mismo año entra a grabar lo que es su cuarto álbum, Pushin’ Agaisnt a Stone, publicado este verano y con creces el más logrado, mejor arreglado y producido de los cuatro. Su voz a la vez dulce y nasal, armoniosa y guerrera, acompaña perfectamente un conjunto de doce temas de muchos géneros, entre blues, góspel, pop, country y jazz. Recibe un aluvión de criticas todas ditirámbicas; si hasta Rolling Stones lo clasifica en el #44 de su lista de los cincuenta mejores álbumes de 2013. Gran álbum.
Escucha algunos de las mejores canciones del cuarto álbum de Valerie June
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