Nathaniel Rateliff & The Night Sweats – Nathaniel Rateliff & The Night Sweats

Nathaniel Rateliff nació en Missouri, en un pueblo de no más de sesenta habitantes. Algo así como el culo del planeta, donde las noticias procedentes del mundo exterior se limitan al número de borrachos encerrados en una sola noche por el sheriff del pueblo de al lado. Corría el año 1978, aunque en Missouri, bien podría ser 1797 o 2105. Estado rural congelado en el tiempo, con una probabilidad bastante remota de que algo bueno salga de allí.

Aunque a veces pasa. Como –te lo cuento porque es domingo así te vas a poder lucir a mediodía con este pesado de cuñado tuyo- Marilyn Van Savant, mujer famosa por poseer el CI más alto de la humanidad, estimado en 228, y que forma parte del selecto club de los “uno entre 200 millones”. Antes de acabar con sus estudios –que no terminó, se aburría-, ya había amasado una fortuna de varios millones de dólares haciendo de trader en la bolsa. Hombre ya puestos, que sirva para algo.

Pero normalmente son músicos. Joséphine Baker, Chuck Berry, Akon, DH Peligro –ex batería de Dead Kennedys o Red Hot Chili Pepper-, y unos cuantos más. ¿ Llegará Nathaniel Rateliff a inscribir su nombre en esta lista? Desde luego no será por haberlo intentado en sus tierras, nada más cumplir mayoría de edad ya se había marchado –huido lo llamo yo-, a respirar aire menos cargado por unas raíces podridas que exhalan un olor a negros quemados en la hoguera. Bestias blancas descerebradas.

Nathaniel Rateliff & The Night Sweats

Emigró a Denver, Colorado. Como él dice, tuvo que bregar en la vida. Mitad crápula borracha, mitad obrero digno, trabajó diez años como peón de carga y descarga, luego hizo de jardinero y finalmente se casó. Sin nunca olvidarse de la música. De chaval tocaba la batería y de adolescente le dio a la guitarra, creando un runrún de blues y soul que le persiguió hasta que por fin decidiera tomárselo en serio.

Nathaniel Rateliff es un tipo duro, con barriga y tatuajes de circunstancias, pero curiosamente empezó a volverse famosillo en los garitos de Denver tocando un folk delicado. Acompañado por una primera banda llamada The Wheel, sacó un primer álbum en 2007, Desire and Dissolving Men, aunque el disco que le lanzó a la fama, esta vez en solitario, salió tres años más tarde. In Memory of Loss recibió una calurosa acogida por parte de los medios y el público. Amazon lo colocó #1 en la lista de los “álbumes que tal vez te hayas perdido en 2010”, sin añadir el “pedazo de vago” que yo sí hubiera puesto.

Después de sacar en 2011 su segundo disco como Nathaniel Rateliff sin más, Falling Faster Than You Can Run, volvió a formar una banda, llamada The Night Sweats. Cuatro años han tardado en publicar su primer trabajo, homónimo, un contrapié total al blues folk con el que se había ganado una fiel legión de seguidores. El álbum, a la venta desde principios de mes, huele a los 60. ¡ SOUL for president! Lleva estampado el logo de Stax, el legendario sello de los más grandes del género. El disco tiene una tremenda clase, por momentos me recuerda a otro crack, St Paul & The Broken Bones. Soul con toques de gospel, blues y country, pero soul con energía y fervor. Genial.

Venga, dale al volumen a tope, luego zumito y a misa. Y dale caña a tu cuñado.

 

 

 

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