Todo nuevo álbum de The Roots siempre es un acontecimiento. No genera tanta expectativa como un nuevo “nuevo testamento” (U2) o una nueva recopilación “Cien recetas de carne” (Miss Solomillo), sin embargo después de veintisiete años de carrera, se merece más atención que muchos de los 467 grupos o artistas que ya tienen su post en este blog. No gozan de la misma fama que los Eminem, 50 cents o Snoop Dog –no me pidas más, que ya he llegado a mi límite-, sin embargo se les tiene más respeto que a casi todos. ¿Por qué?
¡Y yo qué sé! No todo tiene una explicación, podría decir para escaquearme. Realmente no tengo mucha idea, más allá del típico “me han dicho que”, aunque algo intuyo. El rap y el hip hop lo escucho bien poco, sólo en pocas ocasiones, cuando se adueñan del bajo y los ritmos sucios, acompañado por un(a) cantante exagerado –algo así ya dije en el post sobre Die Antwoord, icono mío del rap que me chifla-. Pero recuerdo que un día –todavía llevabas pantalón corto- me llamó un amigo desde su coche en Francia, un día que la leche de soja había corrido más que de costumbre, para que escuchara una canción rap trash de The Roots. Resulta que yo también iba conduciendo y yo también me había pasado con esta misma bebida, por lo que el momento se quedó malamente grabado, no queda rastro del tema en cuestión –y al día siguiente mi amigo ni se acordaba haberme llamado-. Muy mal los dos, fatal. The Roots, ¿raíces de enebro o de cebada?
Es verdad que lo que se desprende de los artículos sobre esta banda, es Respeto. Por su capacidad creadora esencialmente. Por su talento para mezclar como nadie el rap, el hip hop, el jazz, el soul, algo de rock. Por su poco afán de protagonismo –no tienen cinco kilos de oro colgando del cuello, no pegan a sus parejas por un pancake mal hecho, ni tienen amiguitas luciendo mini traje de baño en Chicago con 47 grados bajo cero-. Son músicos, con un enfoque más sobrio que cualquier artista del gremio rap. No por ello han apartado su ansía reivindicativa o militante. The Roots, posiblemente el grupo de rap más rock’n’roll -ays, esta guitarra en The Seed 2.0-.
Se formaron a mediados de los 80’s, probablemente en 1987. Tantos años dan para ciclos de buena y mala racha, ni los buenos se libran. Tocaron el cielo en 1999 con su cuarto disco de estudio Things Fall Apart, y pasaron por unos momentos de dudas los siguientes años, mientras publicaban el quinto y el sexto, Phrenology y The Tipping Point. Pero nunca cayeron en desgracia, acumulando premios, grammys, ventas, reconocimiento –al estilo del Atleti, “quiero ser de The Rooooooooots”-. La semana pasada se estrenó su álbum número once, And Ten You Shot Your Cousin, sin la más mínima promoción. Como los grandes. No tengo la menor duda de que va a ser un discazo, de momento te dejo con uno de los singles, Understand, genial -ya van siete u ocho escuchas seguidas y se crece el tema-.
Pero si me gustan The Roots, sin ser un especialista, fue por aquel disco de 1999, Things Fall Apart. Se cuenta que es su mejor opus, no lo pongo en duda. No lo quiero resumir a esta fascinante You Got Me, interpretada por Erykah Badu y Eve –aka Eve of Destruction- y co-escrita por Jill Scott. Es, cómo decirlo, una enorme genialidad. No la sé describir, sólo sé que la podría escuchar hasta el fin de los tiempos.
Pingback: Elvis Costello – This Year’s Model | Un día, un disco.