A finales de los 70’s, cuando sonaba en la radio o la tele Earth Wind & Fire, me chirriaban los oídos. Lo mismo que cuando se escuchaba –sin querer, ¡que conste!- Anita Ward, los Bee Gees, Boney M, Chic, Gloria Gaynor, Eruption, Santa Esmeralda o el inefable Patrick Hernández. Para mi, todo era una misma canción “disco”, tortura imaginada por un resucitado Torquemada, con mono de nailon cubierto de lentejuelas abierto sobre un pecho peludo, bola de pelo afro exagerada y zapatazos con suelas kilométricas. No entendía qué había hecho yo de malo para tener que sufrir semejante bazofia musical. Craso error, a Earth Wind & Fire nunca les debí de incluir en el mismo saco, fue más que nada fruto del desconocimiento. Porque esta banda sí que tenía talento y una discografía detrás de ellos que más de un grupo quisiera para si.
Pero la codicia de su discográfica pudo con ellos, después de desviarles de su estilo musical natural, para que produjesen hits comerciales, les estrujo hasta la última gota y la separación final, en 1984 –realmente luego se reformarían algunos años más tarde, pero ya no tenían nada que ver-. Porque hasta 75/76, esta banda era capaz de producir canciones del mejor funk, inspirado en sus experiencias jazz, góspel y soul y un verdadero talento para componer y tocar. Articulada alrededor del dúo Maurice White y Philip Bailey –él de Easy Lover, exitoso dúo con Phil Collins de 1984-, la banda incorporó en su seno a más de veinte músicos a lo largo de una carrera prolífica. Creo que a partir de cien millones de discos vendidos se puede hablar de carrera prolífica, ¿verdad?
Fue el cine el que les permitió abrirse camino por la fama. Primero en 1971, al crear la BSO de la primera película hecha por y para los afroamericanos, Sweet Sweetback’s Baadasssss Song, realizada por Melvin Van Peebles. Este demostró a la industria cinematográfica, un año antes que Shaft, que hacer cine independiente y militante podía ser rentable. Había nacido la Blaxploitation, en una época marcada por la guerra del Vietnam, un racismo exacerbado, contrapartida a un festival de Woodstock presuntamente organizado para celebrar el amor universal. Ajem… El relativo éxito de la película y su BSO permitió a Earth Wind & Fire hacerse un nombre y un sitio en los estudios de grabación, de los que salieron cinco álbumes, hasta la segunda película en la que participaron, That’s The Way of the World, en 1975.
Seamos sinceros, hoy la verdad esta película está bastante olvidada. Realizada por Sig Shore, uno de los cineastas más importantes de la Blaxploitation, contaba la historia de un productor musical enamorado de una banda funk, al que la dirección de su discográfica obliga a ocuparse de otro grupo, sin talento, por consideraciones económicas. El papel del productor en cuestión lo hacía Harvey Keitel –no, no fue su primera aparición en el cine, esta remonta a 1967 en lo que sí fue también la primera peli dirigida por Martin Scorsese, Who’s That Knocking at my Door?-, mientras que el grupo que quería defender era precisamente Earth Wind & Fire, haciendo de Earth Wind & Fire.
La BSO de la película fue el verdadero primer éxito de ventas de la banda. Fue certificado doble disco de platino, hecho que ningún otro grupo negro había logrado antes. Rolling Stones lo sitúa en el #493 –por los pelos- de su lista de los 500 discos más grandes de la historia de la música popular. Contiene entre otras bondades la genial Shining Star, oda a la música funk como pocas, #1º en las listas US durante semanas.
Luego poco a poco, ante el empuje de su discográfica, derivaron hacía una música disco más comercial, desnaturalizando su estilo pero embolsándose cantidad de dinero. A finales de los 70’s llenaban estadios, con espectáculos pirotécnicos horteras, con pirámides despegando del escenario y efectos mágicos en los que se dio a conocer un joven David Copperfield. Se habían convertido en un circo y me chirrían los oídos. Malditas lentejuelas.