Otis Redding – Otis Blue

King of Soul. No sé quién confiere estos apodos, el padrastro del rock, el yerno del reggae, la prima segundo del folk. Y luego, por qué King para Otis Redding y Prince para Marvin Gaye? Este falleció con casi 45 años, Otis con veinte menos. ¿No era Otis excesivamente joven para que se le apode así, The King of Soul? En el fondo es igual, ambos nos han dejado tal legado como para discutir de su parentesco directo con la soul music. Por si fuera poco, Otis Redding desapareció en plena gloria con tan sólo veintiséis años. Y mientras tanto David Guetta va para casi el doble. No le deseo nada malo al Jeta, que no se me interprete mal, pero en fin, por algo será que a la música se le llama la Gran Farsa.

Hijo de reverendo, nacido en un entorno social humilde, más asiduo en la iglesia para cantar gospel que en la escuela, Otis tuvo que dejar de ir pronto al colegio para ayudar económicamente a su familia, tocando y acompañando bandas locales, cantando en la radio de su ciudad. Su pasión era cantar,  y curiosamente el artista que más le influenciaba no era soul, sino rock, Little Richard, nacido nueve años antes. Siempre lo dijo “…sin Richard, Otis no existiría…”.

Su primer “padrino” fue Johnny Jenkins, guitarrista de blues zurdo y medio loco –en el que Jimmy Hendrix se inspiró mucho para desarrollar su particular forma de tocar-, que permitió que Otis participara –y ganara- quince semanas seguidas en un concurso para jóvenes talentos, The Teenage Party. Allí abrumó a todos versionando Heebies Jeebies de Little Richard, y además conoció a quien se convertiría en su mujer poco después, Zelma Atwood. Con diecinueve años se mudó con ella a Los Angeles, donde compuso sus primeras canciones y montó una primera banda, Otis y Los Ascensores –yaaaa, lo sé, es muy malo, pero hace calor-, en realidad Otis and The Shooters, y se enfrentó en shows fratricidios a The Pinetoppers, donde tocaba su amigo Jenkins, en unos shows llamados “La batalla de las bandas”.

Otis

Allí un representante del sello Atlantic se interesó por Jenkins y le invitó a venir a grabar algunas canciones en un estudio de la Stax. Como no tenía carnet de conducir, es Otis quien le llevó a la sesión. Allí, ante la insistencia de Jenkins, dejaron que Otis cantara dos canciones. Inmediatamente le hicieron firmar un contrato, grabaron These arms of mine, que al año siguiente vendió cerca de un millón de copias. Fue el primer éxito de Otis.

Tenía tanto talento que podían haber seguido decenas de éxitos parecidos, pero sólo iba para King, no para God, así es como encontró la muerte tres años más tarde en un trágico accidente de avión, en unas circunstancias nunca esclarecidas, a pesar de contar contar un superviviente, que desgraciadamente dormía cuando se estrelló el avión y no pudo ayudar en la investigación.

Pero en estos tres años de carrera, Otis Redding tuvo una producción musical increíblemente densa, publicando seis álbumes de estudio. El tercero de ellos, Otis Blue, contiene tanto temas originales –Ole man trouble, I’ve been loving you too long, Respect, fabuloso tema que permitirá a Aretha Franklin convertirse en Reina de la Soul dos años más tarde- como versiones geniales –Shake, de Sam Cooke, Satisfaction, de los Stones, Rock me baby, de B.B. King-.

Figura en el #74 de la lista Rolling Stones de los 500 álbumes más grandes de todos los tiempos, y en el #35 de la misma lista del New Musical Express. Lo interpretó en su casi totalidad en el mítico festival pop de Monterrey de 1967, seis meses antes de su muerte, un concierto en el que se ganó definitivamente el respeto de toda la población US, negra, latina y blanca. Y luego grabaría The Dock of The Bay, muy pocos días antes de subirse a aquel avión. Éxito póstumo para la estatua y leyenda definitiva.

 

 

Escucha entero Otis Blue, de Otis Redding

9 comentarios en “Otis Redding – Otis Blue

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  8. Hay discos que pese a estar entre tus favoritos, no escucharías en determinadas circunstancias, tienen su momento del día. Hay discos que suenan perfectos en la ducha, otros en el coche, unos para ir a dormir, otros que te pones cuando tienes ganas de bailar… No se me ocurre ningún momento o circunstancia en los que no sonara perfecto cualquier disco de Otis Redding.

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