Warpaint – Warpaint

Hoy me toca viajar y como siempre, me resulta incómodo alimentar el blog en estas condiciones. Porque aunque cuente las cosas a mi manera, no me las invento. Este ejercicio diario requiere algo de lectura antes de regurgitar –buf, palabra fea ¿verdad?- la vida del artista vista desde un prisma Fiouck’n’Roll. Así que me anticipé un poco, ayer después de decidirme por el grupo, cargué las canciones –pocas, su último disco se publicó hace dos días y no lo tengo-, leí todo lo que había que leer y ahora tengo una horita para escribir la reseña, mientras veo árboles desfilar a 300 km/h. Qué prisa tienen en desaparecer, no sé de qué huyen. Además no debería de estar mirándolos, me desconcentran. Tengo el Asus a tope de batería pero los sesos bajos de ganas. Maldición! Este grupo no me inspira nada. Será indie?

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Aphrodite’s Child – Rain And Tears

Grecia. Si digo Grecia, ¿qué me viene en mente? Lo primero, el queso Feta, indispensable si no quieres que tus ensaladas se mueran de aburrimiento. Luego el Ouzo, el chinchón de los dioses, que en algunos casos roza el 80% de grado alcohólico, perfecto para abrir apetito y como digestivo, también con la ensalada, el límite lo pone tu hígado. Los Monasterios de Meteora, el lugar de culto más inverosímil y bello del planeta. Los Tiempos Perdidos, de Aris Fakinos, posiblemente uno de los dos libros más hermosos y mágicos que he leído –el otro es El Mago, de John Fowles, que curiosamente transcurre en una isla griega-. Y Aphrodite’s Child, el grupo de rock psicodélico y progresivo que nadie se esperaba.

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Pizzicato Five – Twiggy Twiggy

A principios de los 80’s, como los franceses vamos de Calimero por la vida, recuerdo que uno de los debates preferidos de la sobremesa era sobre Japón. Que si nos iban a comer, que si eran los reyes de la industria y la electrónica, que si ellos eran trabajadores natos, que si todo lo que se inventaba hoy venía de ahí, que si iban a invadir nuestras viejas sociedades ahítas. Yo siempre defendía la idea de que no iba a durar, que son ciclos, y que para que una nación te “invada” de verdad, tiene que ir acompañado de algo menos tangible que un walkman o un reloj con led, de algo hecho para quedarse, fuera de las modas y los ciclos de producción, hablaba de cultura. Ahí les pillaba a todos preguntándoles que me diesen el nombre de un escritor, un cineasta, un músico y un pintor japonés. Nadie lo conseguía. Treinta años después, Japón, aunque siga siendo una gran potencia económica no nos engañemos, ya no está de moda ni para producir ni para inventar y encima no nos hemos quedado con casi nada de su cultura, quitando los sushis. Antes de escribir este post, he hecho el ejercicio de listar todos los nombres que me venían en mente, esta es: Mishima, Ozu, Oé, Kurosawa, el Nô y el Haïku. Una miseria, no? Y en música, Ryūichi Sakamoto y Pizzicato Five. Po vaya. Del primero ya hablé. Vayamos a por los segundos.

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Green Day – Basket Case

Es Green Day un grupo punk? Ya sé que este debate no te impide dormir. Es más, probablemente nunca habías pensado en ello, pero yo estoy aquí para que te hagas las preguntas importantes. Tú dirás que bastante tienes con acostarte angustiado y aterrado por la remontada del Madrid. Ya, lo sé, es un momento difícil, para ya verás como otra vez se queda distanciado. Volvamos a mi pregunta. En google tenemos un casi empate, el buscador devuelve 22.900 resultados para “Green Day is a punk band” y 19.800 para “Green Day is not a punk band”. Si he buscado en inglés es porque en español sólo da 7 y 1 resultado respectivamente, hay que ver el poco interés para las preguntas esenciales de la vida. Pues yo estoy con los 19.800, porque si Green Day hace música punk, yo soy Napoleón. Pero no pasa nada, tienen una energía que les ha convertido desde hace veinte años en los reyes de las listas alternativas, punk, rock…

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David Dorantes – Libertad Entre Rejas

Últimamente no paran de invitarme. El jueves al pre-estreno de El Lobo de Wall Street -enorme- y el sábado al homenaje a Enrique Morente, en el Teatro Circo Price de Madrid. A ver si pronto me invitan una semana a Las Seychelles, que estoy de la lluvia hasta el moño. Acepté el reto, con más curiosidad que ganas reales. Digo reto porque si eres un fiel lector del blog, sabrás que el flamenco y yo, no cuajamos. Y eso que puedo enorgullecerme de haber visto al Camarón en vivo. Fue antes de que viniera a vivir a España, asistí a la grabación de un programa de la tele francesa, en el que era el invitado de honor. Imposible saber que iba a fallecer pocos meses después, a los cuatro días de desembarcar yo en Madrid. Total, ya en aquel momento había llegado a la conclusión de que el flamenco no era para mi. Es así, no me llega. Ni al alma, ni al corazón, no me provoca nada sino una mezcla de respeto y aburrimiento. Pero como ya tengo mi edad, llegué a pensar que  mi rechazo era más bien el resultado de una total ignorancia que otra cosa, así que fui.

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Yello – The Race

Boris Blank, te acuerdas? Como me digas que no, te pongo la integral de David Guetta. Le mencionaba en el post de anteayer sobre la cantante Malia, como colaborador del nuevo álbum de esta Malawi Girl con preciosa voz jazzy groovy y reminiscencias de otros tiempos –léase Nina Simone, Shirley Bassey, etc-. Qué, ahora sí? Boris Blank? Dieter Meier? Suizo? Yello? No? Ays, dios Elvis, dame paciencia. Anteayer pues, decía que algún día hablaría de este combo suizo, porque merecían la pena. Y resulta que ese “algún día”, es hoy.

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Plastic Bertrand – Ça Plane Pour Moi

El jueves por la noche, me invitaron al pre estreno de El Lobo de Wall Street, de Scorsese. A caballo regalado no se le mira el diente, así que fui, aunque a mi en principio el Di Caprio no me va. Bueno, no me iba. Salí de la sala 179 minutos después, con la sensación de haber visto la mejor película de los últimos, qué… 10 años? 15? Más? No estoy seguro, de hecho no sé ni desde qué otra película estoy midiendo el tiempo pasado.

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