Hoy he roto una tradición vieja de 890 días, según la cual cada nueva entrada es escrita el día anterior, para saltar a las 7h en el blog. Pero ayer me tocó un día largo como un día sin pan –dicho franchute- y volví tarde a casa con toda la miseria del mundo en los hombros –otro dicho franchute-. Con lo cual, tenía las mismas ganas de ponerme delante del ordenador que de colgarme por los testículos encima de un charco repleto de cucarachas gigantes –dicho Fiouckesco-.
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Double – The Captain Of Her Heart
Oye, si no te importa, vamos a hacer como si yo también tuviera derecho a tocarme las narices en el mar, que me siento idiota por haberme quedado en Madrid. Porque viendo la pereza inaudita que me daba buscar a un artista para la entrada de hoy, no te quiero contar lo que me está contando subir sus canciones y redactar el post. Así que será cortito.
Gotan Project – La Revancha Del Tango
Llevaba toda la semana siguiendo una noticia que me intrigaba, la de un nuevo virus informático llamado Regin, del que los Symantec y Kaspersky de turno hablan “mil maravillas”. Por lo visto el bicho digital alcanza tales cotas de sofisticación y complejidad que, más que un virus, parece una revolucionaria herramienta de inteligencia. Después de llevar meses despotricándolo, siguen sin saber todo lo que hace ni entrevén la mitad de sus funciones. Explican que los recursos que se han empleado en desarrollarlo sólo se los puede permitir un estado –léase enemigo-. Wow, parecía una correcta novela de ciencia ficción.
Grauzone – Eisbar
¿Qué es una canción de culto? No creo que admita una única respuesta, pero para que un tema acceda al honor de ser considerado como tal, se tienen que respetar algunos criterios y normas. Estos son los míos. Lo primero, la antigüedad. Una canción del año pasado no puede ser de culto. Tiene que haber pasado mucho tiempo desde su publicación, décadas diría yo. Luego la tiene que conocer poca gente. Cuanto más afamado es el artista o grupo, menos probabilidad hay de que tenga una canción de culto en su repertorio. Sobre todo ahora con internet, nada se queda escondido mucho tiempo. Tercero se suele (re)escuchar con alguna sustancia euforizante en el cuerpo, alcohol, cigarros LP, cuscús –espero que este post no te pille siendo las 8h de la mañana-. Y cuarto, se suele poner en el toca discos –no soy especialmente desfasado, es solo que es más de culto aún si la tienes en vinilo- para lucirte cuando tus amigos han cumplido de sobra con la tercera regla. Encanta oírles decir: ”y esta canción, ¿wtf?”. En ese momento reanimas el fuego en la chimenea, pides silencio y les cuentas…
Yello – The Race
Boris Blank, te acuerdas? Como me digas que no, te pongo la integral de David Guetta. Le mencionaba en el post de anteayer sobre la cantante Malia, como colaborador del nuevo álbum de esta Malawi Girl con preciosa voz jazzy groovy y reminiscencias de otros tiempos –léase Nina Simone, Shirley Bassey, etc-. Qué, ahora sí? Boris Blank? Dieter Meier? Suizo? Yello? No? Ays, dios Elvis, dame paciencia. Anteayer pues, decía que algún día hablaría de este combo suizo, porque merecían la pena. Y resulta que ese “algún día”, es hoy.