Porque te vas. Cuan apropiado es, para un día como hoy, el famoso estribillo de Jeanette la Brunette. Indudablemente una de las canciones de mi juventud. Aunque he de ser sincero, lo fue a pesar mío, porque si bien todavía no sabía del todo qué música me iba a gustar, ya tenía claro cuál me atacaba de los nervios. No tanto la música, que tenía su punto, sino la voz de ella, bastante insoportable. La típica voz de niña desvergonzada de las películas porno soft, aunque no tuviera una dentadura como para triunfar en el gremio.
Archivo por meses: julio 2014
Men Without Hats – The End (Of The World)
Aleluya! O Hallelujah, Alaluiah, Alleluya, cómo se escriba. Después de meses de espera, acabo de recibir el boxset “30th Anniversary Delux Edition” del álbum Soul Mining, atemporal disco de The The y Matt Johnson, uno de los grandes genios de la música pop rock. Estoy como un niño, descubriendo todas las bondades del pack –en uno de los vinilos hay una versión especial de diez minutos de Uncertain Smile-. Ays esta canción, con el legendario solo de piano de Joos Holland, en mi Top 5 sin pestañear. Será sólo una sensación, pero me da que en aquella época, se le dejaba mucho más protagonismo al piano. Recuerdo algunos ejemplos, muchas canciones de Deacon Blue, o Bruce Hornsby y su The Way It Is, o Rupert Everett con Blood Under The Bridge –doy un fuerte apretón de manos a quien me consiga el audio digital de este tema, porque en youtube no está, me pasa por primera vez- y seguro que se podría alargar la lista.
Rival Sons – Great Western Valkyrie
El “revival” está muy de moda últimamente. Cantidad de grupos de hoy viven del legado de músicos que bien podrían ser sus abuelos. No es una critica, en el fondo mientras se inspiren de los 60 y 70’s, es complicado que no salga buena música. La guinda la pone Pink Floyd, que le da al auto-revival, después de anunciar ayer un nuevo disco veinte años después –Division Bell, 1994-. Claro que sin Syd Barrett, ni Roger Waters, ni Richard Wright, con tan sólo David Gilmour. ¿Se puede seguir llamando Pink Floyd cuando sólo queda una cuarta parte de la banda que hizo estremecernos con Shine On You Crazy Diamond o The Great Gig In The Sky –por mencionar sólo dos-? No hablo del nombre del grupo, qué más da, sino del alma; bueno, habrá que juzgar cuando se estrene el álbum, The Endless River.
Jerry Harrison – Rev It Up
Hay una película de Finn Taylor, The Darwin Awards, realizada en 2006, con Winona Ryder y Juliette Lewis entre otras –no recuerdo que se haya estrenado en España-, que se basa en una web del mismo nombre que cada año entrega un premio al protagonista de la muerte más estúpida. Realmente no hace falta que se muera, con que pierda su capacidad a reproducirse durante el incidente es suficiente para colgarse la medalla. De ahí el nombre de Darwin, cuya teoría dice que la raza humana mejora sustancialmente cada vez que se muere un cretino –jo, pues yo tengo una extensa lista de energúmenos para que demos muchos pasos adelante-. Total, a donde iba, hay una escena que tiene lugar en un bar, y ahí, haciendo de cliente ocupado –la cámara no le enfoca más de dos segundos-, está el amigo Jerry Harrison.
John Grant – Pale Green Ghosts
John Grant se parece a Abraham Lincoln. Es tremendo el parecido, la barba, los ojos negros, la mirada severa, casi furibunda. ¿Y qué?, dices tú… Y yo qué sé, de alguna forma tenía que empezar esta entrada sobre este músico medio oso –podría ser hermano de Matthew E. White-. Es sólo eso, me llama poderosamente la atención el parecido físico entre este presidente icónico de los EEUU y John Grant. ¿Que si le sirve esta curiosidad en su carrera? Lo dudo, por ejemplo yo me parezco a un tomate verde y quitando alguna simpatía horticultora, cero patato.
Catrin Finch & Seckou Keita – Bamba
En una época remota de mi vida, muchos días a la semana, para ir a trabajar, tenía que coger el metro muy temprano, a las 6h30. Si ya de por sí odiaba al planeta entero por tener que levantarme tan pronto, tenía que lidiar con que alguien se había marcado como reto el fastidiarla aún más. Ya sabes, cuando la cosa puede ir peor, no te preocupes que se va a desmadrar. Resulta que una señora de cierta edad había elegido mi estación de metro –anda que no las había más bonitas y acogedoras- para instalar su arpa a principio del anden donde me tocaba esperar. El arpa a las 6h30 de la mañana, cuando has dormido poco, con frío y prohibición de fumar para pasar el rato, es lo más cercano a una sesión de tortura del mismísimo Torquemada. Me chirriaba los oídos, era como una agresión al buen gusto. Odiaba a esta señora, las veces que soñé que se caía a las vías justo antes del paso de mi anhelado metro. Pobre señora, claro que no lo hacía por gusto, más bien por necesidad de llevarse algo de dinero. Pero c…, ¿no podía tocar una Fender Stratocaster como dios manda?
Pretenders – Pretenders
Tan inocente iba yo a escribir «La Puta Amo del Rock», pero ante la duda, consulté con mi principal asesora lingüística, que puso los gritos en el cielo. Me dijo que Tarantino, que se había inventado la expresión El Puto Amo, no se había pensado ninguna declinación femenina –o algo así, pero como no me gusta este director, no me enteré muy bien-. Añadió que para referirse a una mujer, lo más fácil era decir La Reina de. Ya, es que mi asesora lingüística es muy purista y tiquismiquis. Como en francés incorporamos palabras inglesas con más facilidad, pregunté si podía decir The Fucking Queen. Dijo que sí, por ser yo, pero que no había que abusar de las palabras malsonantes. A lo que contesté que no es malsonante, es la palabra rock por excelencia. Tan metida en la semántica de la frase, ni me preguntó de quien iba a decir que era The Fucking Queen del Rock.