Depeche Mode – Some Great Rewards

En 1996, Dave Gahan, cantante y líder de Depeche Mode, sufrió un ataque al corazón por sobredosis de speedball -la misma mierda que se llevó a River Phoenix, ese joven actor que iba para grande-, después de haber abusado de las drogas dos lustros seguidos. El equipo médico, que le socorrió, le declaró muerto durante dos minutos, pero finalmente volvió a la vida. La pregunta no es si se ha de considerar o no una buena noticia. La pregunta es, ganó algo la música de DM a raíz del giro radical que el cantante dio a su vida, ya que desde entonces es totalmente abstemio? Yo le vi en concierto en Madrid en 2009, la verdad es que subirse a un escenario ante 15.000 personas sin haberse colocado antes, debe de ser un infierno; de las dos horas de concierto estuvo calentando motores hasta a cinco minutos del final. Un pelín aburrido. Y así le va con sus álbumes, desde entonces les falta algo: chispa.

Pero volvamos atrás, en la parte interesante de la banda. Más de treinta años atrás. Martin L. Gore y Vince Clark acaban de montar un grupo llamado Composition of Sound y buscan a un cantante. Dan en el clavo a la primera, con Dave Gahan. Éste no sólo se hace con el micro y las miradas de las chicas, sino que además cambia el nombre del grupo por el de la cabecera de una revista de moda francesa. Les descubre el manager de Soft Cell, quien les hace firmar con un pequeño sello, Some Bizarre Records, que edita un álbum mítico -si tienes la edición original en vinilo, eres un crack-, recopilatorio de las bandas noveles del año 1981. Se llama Some Bizarre Album, y en él se puede escuchar Soft Cell, The The, B-Movie, Blah Blah Blah, Fad Gadget, The residents, entre otros. DM figura en la cara A, con la canción Photographic. Para los lectores más jóvenes, un vinilo tenía dos caras, comúnmente llamadas A y B. Hala, sigamos.

Justo después, se pasan al sello Mute Records, de la mano de su dueño Daniel Miller. Por este sello pasarán artistas de la talla de Moby, Goldfrapp, Suicide, Sonic Youth, etc. Y Pum, Bingo!, DM saca Just Can’t Get Enough, mega rola como dicen los MeXicanos. Primer single y primer hit para el grupo. Y primer vídeo horrendo. Dave Gahan tiene pinta de George Michael prepúber, con esas gafas horteras, gorro y chupa de cuero robados a Village People, y dos o tres rubias platino paseando por ahí sin aportar nada. Por dios, construir una carrera exitosa con más de cien millones de discos vendidos sobre este vídeo es un logro, propio de los grandes.

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Tres años más tarde, la banda saca su cuarto álbum, Some Great Rewards. DM lleva tiempo apuntando a lo más alto, y este disco se lo va a dar. Contiene dos de las canciones más famosas del grupo, People are people, Master and Servant. Otros temas –Lie to me, la muy bonita It doesn’t matter, Blasphemous Rumours– no tan comerciales pero de igual calidad, le confieren al disco el estatus de mejor disco de Depeche Mode, según una encuesta que me hice a mi mismo. Pero si a Some Great Rewards le tengo especial cariño, es por la primera canción del track list, Something To Do. Curiosamente e inexplicablemente de las menos conocidas y queridas por los fans. Enorme, en mi top diez de toda la vida.

 

Escucha Some Great Rewards entero, de Depeche Mode

Simply Red – Life

Mick “Red” Hucknall, líder de Simply Red -y último miembro de la formación inicial cuando la banda se disolvió definitivamente en 2010-, declaró aquel año en el diario The Guardian que pedía perdón a las más de mil mujeres con las que se había acostado en los tres primeros años del grupo. Mil mujeres en tres años, son casi tres al día. Incluso tres y algo si quitamos los días que jugaba el Manchester.

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The Essence – Purity

The Essence es de estas bandas que por mucho que lo haya intentado, pasó prácticamente desapercibido durante toda su trayectoria, desde 1986, fecha de su primer disco, “Purity”, hasta estos últimos años que parece ser que están trabajando en un quinto álbum, aunque seamos sinceros, la probabilidad de que alguien se entere es casi nula.

De haber nacido en Londres la cosa les hubiera salido probablemente muy distinta, porque calidad no les faltaba. Pero son holandeses. Hala, craso error.

Holanda tiene una momia reina al igual que Inglaterra, un gouda casi tan infumable como el cheddar, unos calabobos parecidos al londinense. Pero no tiene música. Musicalmente Holanda no existe, quitando algún baile tradicional con zuecos debajo de los molinos pisando tulipanes. Por ello hacerse un hueco con una propuesta de darkwave tan propia de los 80’s, estaba condenado al fracaso.

Además, The Essence no se conforma con un estilo propio, tiene que inspirarse de otro grupo, a poder ser famoso. A poder ser el más famoso de la época. Recuerdo que cuando sonaba su disco en casa, allá por el 86, amigos míos me decían, “pero qué disco de The Cure es este, que no lo tengo?”. Fíjate tú, y yo que pensaba que eran amigos. En fin, “Purity” es un disco que bien podría figurar en la discografía de The Cure, mff…

purity

Al principio molesta, por el más que parecido. Luego te acostumbras, porque no está nada mal. Finalmente matarías a tu vecino para conseguir treinta años después el vinilo porque es un tremendo “collector”, un disco con una propuesta musical más que emblemática de otra época en la que había sitio para dos, aunque uno fuera enano.

Escucha entero  Purity, de The Essence

Gabriel Yared – Betty Blue

Todos los ingredientes de mediados de los 80, un saxófono en la playa, bungalows en invierno, puesta de sol plácida, un escritor maldito, mucha tequila, chile con carne cociendo lentamente, pintura rosa, sexo, pasión, locura, final trágico, y en medio de esta historia universal e intemporal, esa chica tan hermosa desembarcando de la nada y sonriendo en la luz matinal.

Betty Bue (37.2º Le Matin), película del director francés Jean Jacques Beinex, es sin duda un icono para los que la vimos cuando se estrenó. Sacada de la obra homónima del novelista Philippe Djian, ambos tan de moda en la Francia ochentera. Mucha estética, tanto en las páginas como en las imágenes, historias aparentemente sencillas, pasiones desbordantes, amores sin complacencia. Y una pareja de actores inolvidables, hechos el uno para el otro, el treintañero que se lo toma con calma, la veinteañera que lo quiere todo ya. Unidos en el sexo, opuestos en el camino a recorrer. “Cómo quieres que te ame si no puedo admirarte?”, le espeta Béatrice Dalle a Jean Hugues Anglade después de negarse éste a seguir intentando colar sus libros a algún editor. A partir de ahí, descenso a los infiernos de la protagonista y “eutanasia” antes de tiempo. Los psiquiatras lo llamarían “Trastorno de inestabilidad emocional de tipo límite”. Poco antes del final, se arranca un ojo con una cuchara, dejando en la sala de cine un silencio demoledor.

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En 1987 Betty Blue fue nominada al Cesar a la mejor película en Francia, al Oscar a la mejor película en habla no inglesa, y al Bafta (UK) a la mejor película.

Y luego está la banda sonora de la película. Obra Maestra del músico libanés Gabriel Yared. Diecisiete piezas cortas pegadas a las atmósferas de la película como pocas, variadas, emocionantes, hermosas, alegres o tenebrosas. “Betty y Zorg”, “Comme Les Deux Doigts De La Main”, “Chile con Carne”, “C’est le vent, Betty”. Ays, nostalgia…

 

Escucha entero la BSO de Betty Blue, de Gabriel Yared

Rufus Wainwright – Release The Stars

Se apellida como si fuera el último retoño de una gran dinastía industrial yanqui. De hecho es homosexual, ha sido drogadicto, amante de la lujuria, es decir, bien podría ser. Realmente es americano por su padre -cantante folk- y canadiense por su madre, cantante folk. También es hermano de Martha, cantante folk. Pero Rufus canta de todo, menos folk. Rufus posee una de las más grandes voces masculinas y no la quiere desperdiciar con folk. Bien ahí Rufus, bien!

Como todos los grandes, Rufus Wainwright empieza con la música muy temprano. Con seis años ya tocaba el piano y con trece acompañaba a su madre y hermana en los conciertos que daban en familia. También se inicia sexualmente a muy temprana edad, aunque igual no era su intención, pero con catorce años le viola en Hyde Park un señor con el que Rufus sólo pensaba dar una paseo romántico. Ays jóvenes… Tampoco tardó mucho en meterse de todo, estuvo adicto a las metanfetaminas durante años. Le costó infinito trabajo anunciar su homosexualidad a sus padres, que por lo visto no se lo tomaron nada bien, sobre todo su padre -no se supone que el folk predica el amor universal o me he perdido algo?-. Cuando decidió dejar las drogas, dudó entre meterse en sesiones de rehabilitación o irse a vivir a casa de su padre, del que dijo “Sabía que necesitaba a un gilipollas para gritarme, y él cumplía los requisitos”. En fin, una estrella pop en toda regla. Di que sí.

Y musicalmente tiene el talento de los elegidos y una voz grandiosa. Su primer álbum, Rufus Wainwright, salido en 1998, es fruto de la desmesura. Más de un año de estudio, 56 canciones grabadas para sólo publicar doce, 700.000 dólares de coste. Y todo para un álbum de debut. Las ventas no acompañan, pero la critica le adora a la primera, y The NY Times clasifica el disco en el #5 de los mejores del año. Siguen nueve álbumes, siendo el último de 2012, Out of the Game. Aborda muchos estilos, desde el pop hasta la ópera –en 2009 estrenó su primera ópera, Prima Donna-, todo bastante baroco y lírico, pero nada de folk. Bien ahí Rufus, bien!

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En 2007, saca Release The Stars, su álbum más comercial, pero no menos talentoso. Producido por Neil Tennant, de Pet Shop Boys, con la participación de la parte femenina de la familia (madre, hermana, hermanastra), el disco recibe las mejores críticas y por primera vez, ventas a la altura de su calidad. Contiene una de las canciones más hermosas que conozca, Going to a Town. Desde el minuto 2’50” hasta el final, es, cómo explicarlo, uch, me da escalofríos.

 

 

Escucha entero Release The Stars de Rufus Wainwright

Blondie – Parallel Lines

Hace 35 años una podía hacerse llamar “Rubia” y no sacar discos con las pistas grabadas al revés. Eran otros tiempos, lo rubio molaba y no servía para explicar esas cosas dementes raras que le pasan a veces a algunas. Debbie Harry era rubia, y le fue bien.

Nació en 1945 en Miami –ya, calcula, podría ser tu madre-. Después de desempeñar diversos cargos de secretaria, camarera y Playboy Bunny, ya rozando los treinta –a una edad a la que la casi totalidad de los músicos de hoy se retiran para poder comer-, integró una banda llamada The Stilettos, en la que conoció a su futuro marido, el guitarrista Chris Stein. Poco después se separaron del resto del grupo y formaron, primero Angel and The Snake, y luego Blondie. El nombre lo eligieron después de escuchar a diario los camioneros neoyorquinos increparla por su melena. Hoy a estos les importa un pepino el color, con tal de que sea pelo de verdad.

Estamos en 1976, Blondie saca Blondie, primer álbum precedido del single “X-Offender”, una canción que llama la atención por su frescura. Suena moderno, y, digámoslo, alegre, surf, a lo Beach Boys. El tema “In the Flesh”, mucho más suavecito, es incluso todo un éxito en Australia. La banda se deja ver con regularidad en el CBGB de Nueva York, con Televisión y The Ramones. Un año más tarde sacan el segundo disco, Plastic Letters. La cosa empieza a ir en serio, se coloca rápidamente en los charts de medio mundo, aunque deben su éxito a una versión del tema Denis, que cantaba en 1963 el grupo Randy & The Rainbows. Sigue una primera gira por Inglaterra, en especial una actuación en el London’s Roundhouse, que les consagra como la primera banda New Wave yankee en imponerse en UK.

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El año siguiente, sacan su tercer álbum y con creces el mejor. Parallel Lines es un icono de estos últimos años de los 70’s. De las doce canciones que contiene, se extraen seis singles, alcanzando cada uno los puestos más altos en los charts anglosajones. Hanging on The Telephone , One Way or AnotherPicture This, Sunday Girl, I’m gonna Love You Too y sobre todo el tema que los consagra, Heart of Glass. El disco vende 20 millones de ejemplares, casi la mitad de los que el grupo consigue vender a lo largo de su carrera con nueve álbumes. Parallel Lines figura en el puesto #140 en la lista de los 500 mejores discos de todos los tiempos elaborada por la revista Rolling Stones, mientras que el New Musical Express lo sitúa en el #18 de su propia lista “Los 100 mejores discos de todos los tiempos”.

Parallel Lines no envejece, y la verdad es que a todos nos gustaría tener una madre así, aunque rubia.

 

 

Escucha entero Parallel Lines, de Blondie.

Stevie Wonder – Talking Book

Stevie Wonder no ve nada desde su sexta semana de vida, tampoco huele nada desde los 23 años después de sufrir un accidente, si a ello añadimos que es negro vas y dices de forma compungida pensando en qué vas a cenar esta noche, “pobre señor, qué va a ser de el”. Descuida, este pobre señor es uno de los músicos y compositores más talentoso y genial que la Motown haya dado, canta desde hace más de medio siglo, ha vendido más de 100 millones de discos, ha ganado 25 grammys (record absoluto para un artista vivo), figura en el Rock’n’Roll Hall of Fame y en el #9 de la lista de los mejores cantantes de la historia de la revista Rolling Stone, tiene un Polar Music Prize y un Gerschwin Prize, ha colocado 10 canciones en el #1 en los charts de EEUU -algunas de ellas más melosas que las más pegajosas de Barry White, todo un hito.

Y eso que nacer negro, ciego y anósmico (sí, esa es la palabra, gracias Fiouck) en los EEUU de los 50 en principio no es exactamente el mejor trampolín de salida para triunfar. Pero Stevie Wonder era un niño prodigio, al igual que Michael Jackson, con el que interpretará en 1987 el dúo «Just Good Friends» en el álbum Bad. Con pocos años ya tocaba el piano, la armónica y la batería, y era un miembro destacado de los coros de la iglesia del vecindario. Con 11 años, le ficha un tal Ronnie White de The Miracles y le lleva a la Motown, acompañado de su madre. Hasta el propio CEO de la discográfica queda asombrado por la voz y los talentos del chaval. Le firman un contrato y con tan solo 12 años saca dos álbumes, como Little Stevie Wonder. El año siguiente, Litlle Stevie saca la canción “Fingertips”, en la que canta y toca los bongos y la armónica, dejando el bajo a un joven Marvin Gaye. Alcanza el #1 del Bilboard Hot 100, haciendo de Stevie Wonder el artista más joven de la historia en conseguir el puesto.

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Seguirán más de 20 álbumes de estudio, éxitos, gloria, fama, mujeres (entre otras dos esposas), siete niños (dedicará la maravillosa “Isn’t she lovely” a la primera de la lista), colaboraciones (Andrea Bocelli, Aretha Franklin, Dionne Warwick, Michael Jackson, por sólo nombrar algunas de ellas), compromisos políticos (canta en la presentación inaugural de Obama en 2009 con Usher y Shakira) y benéficos. Cuatro de sus discos figuran en la lista de los 500 mejores de todos los tiempos de la revista Rolling Stone, entre otros Talking Book, #90.

Stevie Wonder es un genio. Talking Book sale en 1972, después de una gira como telonero de los Rolling Stones. En el estudio se invitan artistas como Jeff Beck, Ray Parker Jr. y David Sanborn (saxofonista en algunos álbumes de Bowie). El disco conoce el éxito de forma inmediata, como uno de los primeros de R&B capaz de gustar a una audiencia más rock. Alcanza el #1 del Top R&B por primera vez en la carrera de Stevie Wonder, y recibe tres Grammys el año siguiente. Talking Book contiene dos joyas intemporales, “You are the sunshine of my life” y “Superstition”. En su edición original, la portada tenía grabado un mensaje del cantante en braile : “Esta es mi música. Es todo lo que tengo para decirte cómo me siento. Sé que tu amor hacen mis canciones más fuertes”. Hala, a secarse los ojos, y al tajo.

Escucha entero Talking Book de Stevie Wonder