Si alguien me hubiese dicho hace cuatro años que un día iría a conciertos NO rock, hubiera dudado entre poner en entredicho las capacidades cognitivas de la persona o llamar al 112, que tanto desvarío esconde algo más grave seguro. Pero uno se hace viejo y los criterios se ablandan: en estos últimos pocos años, han logrado llevarme a un espectáculo de flamenco (homenaje a Enrique Morente), a un concierto de música clásica (Tim Fain) e incluso -pero que se quede aquí, fue por un cúmulo de circunstancias y negaré haberlo dicho-, al espectáculo sobre Michael Jackson en el Palacio de Deportes (genial, por cierto).
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Chet Baker – Chet Baker Sings
Hay que ser idiota. Lo que no se puede hacer es comer indio, cheese nan incluido, con 38 grados fuera, para luego cenar pizza familiar en pareja, con 35. Hoy estoy que me arrastro. Más que moverme, rodo. Sentarme quietecito frente a la pantalla está fuera del alcance, así que hoy usaré mi comodín.
Caro Esmerald – Deleted Scenes from the Cutting Room Floor
Domingo veraniego, domingo soleado, domingo templado, domingo barbaco o –para la rima-. Por consiguiente domingo vino, domingo salchicho, domingo piscino, domingo risa tonto, domingo al acecho de un control de alcoholemio –uno vuelve desde lejos-. Con música, mucha, de todas las épocas y procedencias. Y claro, no podía faltar la artista que mola y de la que no has oído hablar en tu vida. De lo que me he dado cuenta al alimentar este blog a diario, es que cuanto más descubro, más me queda por descubrir, y esto es pelín cansino. Hoy le ha tocado a una tal Caro Esmerald.
The Common Linnets – Calm After The Storm
Anoche se retransmitiría la edición número no sé cuánto de Eurovisión, mientras yo estaba tan pancho viendo la bonita actuación en directo de Richard Bona, músico camerunés de jazz con aires world music. Vamos, la última vez que me interesé por este certamen espeluznante fue en 1991, año en el que Francia se atrevió mandando a Amina Annabi, cantante y actriz de origen tunecino. Esta hermosa chica regaló a la faz de Europa una bella canción con sonoridades árabes y letra inteligente que valía por mil discursos. No lo digo porque fuera francés, pero me pareció que fue la última vez que se escuchó algo más que digno en el concurso –te la dejo para que la escuches y me entiendas-.
The Essence – Purity
The Essence es de estas bandas que por mucho que lo haya intentado, pasó prácticamente desapercibido durante toda su trayectoria, desde 1986, fecha de su primer disco, “Purity”, hasta estos últimos años que parece ser que están trabajando en un quinto álbum, aunque seamos sinceros, la probabilidad de que alguien se entere es casi nula.
De haber nacido en Londres la cosa les hubiera salido probablemente muy distinta, porque calidad no les faltaba. Pero son holandeses. Hala, craso error.
Holanda tiene una momia reina al igual que Inglaterra, un gouda casi tan infumable como el cheddar, unos calabobos parecidos al londinense. Pero no tiene música. Musicalmente Holanda no existe, quitando algún baile tradicional con zuecos debajo de los molinos pisando tulipanes. Por ello hacerse un hueco con una propuesta de darkwave tan propia de los 80’s, estaba condenado al fracaso.
Además, The Essence no se conforma con un estilo propio, tiene que inspirarse de otro grupo, a poder ser famoso. A poder ser el más famoso de la época. Recuerdo que cuando sonaba su disco en casa, allá por el 86, amigos míos me decían, “pero qué disco de The Cure es este, que no lo tengo?”. Fíjate tú, y yo que pensaba que eran amigos. En fin, “Purity” es un disco que bien podría figurar en la discografía de The Cure, mff…
Al principio molesta, por el más que parecido. Luego te acostumbras, porque no está nada mal. Finalmente matarías a tu vecino para conseguir treinta años después el vinilo porque es un tremendo “collector”, un disco con una propuesta musical más que emblemática de otra época en la que había sitio para dos, aunque uno fuera enano.
Escucha entero Purity, de The Essence