Hay que ser idiota. Lo que no se puede hacer es comer indio, cheese nan incluido, con 38 grados fuera, para luego cenar pizza familiar en pareja, con 35. Hoy estoy que me arrastro. Más que moverme, rodo. Sentarme quietecito frente a la pantalla está fuera del alcance, así que hoy usaré mi comodín.
No el del público, sino parte de él. El post que sigue no lo he escrito yo, sino Pere, aquel villano que reveló a la faz del mundo que Fiouck es un impostor, después de comprobar que publiqué dos entradas sobre el mismo grupo, Earth Wind & Fire. El sádico hasta me mandó capturas de pantalla para ahorrarme el hundirme más en mi miseria al negar la evidencia. A cambio, aceptó el castigo de escribir una entrada acerca de un artista que si no, no iba a estar.
Chet Baker, realmente lo estoy descubriendo a medida que subo los mp3 al blog. Es… cómo decirlo… magnífico, buf. Venga, te dejo con su entrada. [entre corchetes comentarios míos, hombre].
Ámsterdam, un buen destino para ir de puente, ni demasiado cerca, ni demasiado lejos [hay que ver lo bien que viven algunos…]. Como cualquier otra pareja de turistas más, mi mujer y yo estamos apoyados en uno de los típicos pilones, consultando el mapa y compartiendo auriculares de mi iPhone.
Clic! Una cámara reflex suena a nuestra derecha, nada extraño si tenemos en cuenta que hace una tarde preciosa para ser octubre y que estamos en el Vondelpark, pero de reojo observo que la cámara apunta directamente a nosotros y que tras ese clic se nos acerca sonriendo el fotógrafo y se identifica como un estudiante realizando un trabajo sobre las preferencias musicales de los transeúntes, su pregunta es, aparentemente, sencilla “¿Qué estás escuchando?”. [yo lo sé, pero te dejo con la sorpresa al final].
Digo aparentemente, porque, tras saber que voy a formar parte de un estudio, me cuido mucho de las respuestas que doy, como si la trascendencia de las mismas fuera a cambiar el orden mundial [de esto ya se están ocupando algunos barbudos y otros cuantos tarados, tú a lo tuyo].
Sí, yo soy de los que digo que veo los documentales de La 2. Un sudor frío recorre mi espalda, “¿Qué le digo?”, “Y además, ¡me pide que le diga 3 nombres!”, “No puedo decir cualquier cosa, ¿qué concepto se puede llevar de mí si digo algún nombre raro?”… El estudiante mordisqueaba el capuchón de su boli intentando saber qué narices le pasaba a ese guiri que ahogaba su mirada en el estanque mientras balbuceaba “mmm, The Rolling Stones”… “eeeh…The Beatles” [¡ya estamos!]… “er…Pink Floyd”.
El chaval se da por satisfecho y me cuenta que la foto servirá para ilustrar el estudio, yo ni lo oigo, ensimismado en mi Top 3. “No! No! Demasiado obvio!” quítame los Beatles [ahí te veo, good Pere] y ponme a Prince… al menos que no quede como un carca…pero, Pink Floyd? A ver si se va a pensar que acabo de salir de un coffeeshop, mejor pon los Creedence Clearwater Revival… ¿qué cómo se escribe? Por favor, por favor!” (falso momento de satisfacción).
El resto de la tarde la pasé entre cuadros de Van Gogh intentando pensar si mi lista no era demasiado machista, o demasiado rockera, o demasiado clásica, o demasiada cualquier cosa. Al salir del museo buscaba con la mirada al estudiante entre la multitud por si aún tenía la opción de cambiar a Prince por Macy Gray [venga ya hombre, con todo mi respeto, el enano púrpura vale por muchas Macys].
Ese día lo terminamos visitando el Barrio Rojo (más turístico que sórdido, todo hay que decirlo) [también pasé por ahí hace años después de salir de un coffee shop, pero el space cake que me había tomado me impide recordar nada], para finalizar la visita había que pasar por una callejuela, al norte, donde había marcado una estrella en el mapa para ver no-se-qué.
Años más tarde descubro, a través de un enlace de Bob Marley, un blog, dirigido por un Tomate loco [se queda corto el calificativo] que ha empeñado 1000 días de su vida en enumerar, uno tras otro, otros tantos discos que han estado de manera más o menos presente en su/mi/tu/nuestras/vuestras vida/s.
Ja, mil días, eso da para mucho, eso es fácil, intenta hacer sólo tres, Fiouck!!
Vas leyendo el blog, post tras post y descubres grupos nuevos y redescubres discos antiguos, viejas alegrías o futuras derrotas, canciones de siempre y temas que nunca tendrías la oportunidad de oír. Y ahí tenemos a Fiouck, el Tomate pertinaz, el picapedrero de las wikis, el estajanovista [cómo nos gusta esta palabra a los viejetes ¿eh?] de la divulgación musical, combinando en la marmita de su blog artistas pioneros, gregarios, noveles, consagrados, mainstream e iconoclastas [¡esta también!], conjurando un mantra ecléctico que empieza por Sex Pistols y se recita durante mil días consecutivos hasta conseguir un brebaje que quizá a los demás no nos dará una fuerza sobrehumana, pero a él le proporcionará un sentido final y un objetivo cumplido que muchos no seríamos capaces de acometer [a ver si encima me vas a emocionar, Pere, ¿no querrás el coche para salir esta noche verdad?].
Ni por tres míseros nombres. Esa tarde de octubre llegamos a la estrella de mi mapa, a ese punto que había marcado quince días antes de mi partida y que entonces no recordaba a qué correspondía, intentando recomponer mi lista de Top 3 por si me encontraba de nuevo en una situación similar.
Levanté la cabeza y ahí estaba él en la pared, Chet Baker, soplando su trompeta en la placa conmemorativa instalada en la misma plaza en la que murió en 1988. Chet Baker, joder. Suspiro. Tenía que haber dicho Chet Baker.
Chet murió con 58 años, pero aparentaba 20 más. Una vida de drogas, palizas y prisión lo dejaron maltrecho como un mendigo. Nada que ver con aquel Chesney Henry Baker, Jr, guaperas con aspecto de universitario, criado por sus padres, guitarrista él y pianista ella y (¿cómo no?), habiendo empezado a cantar en el coro de la iglesia los domingos, con su pertinente zumito previo [¡que no falte!].
Pierde un incisivo superior de una pedrada y el dentista se lo sustituye por uno de quita y pon, se lo quita para tocar la trompeta que le regaló su padre y aprende a sonreír lo justito y de lado, incrementando más aún su sex appeal. Acompaña con su voz suave, como de terciopelo, los temas que también interpreta a la trompeta o al fiscorno (sí, yo me he quedado igual) y digo “acompaña con su voz” porque eso es lo que hace, a diferencia de los crooners de la época, no se luce en la interpretación vocal, simplemente se pone a disposición de la melodía para que la misma sea la que nos llegue, como una pedrada que nos devuelve Chet, pero, eso sí, qué piedra más bonita.
Los puristas del jazz odiaban a este blancucho que tocaba tan relajado ¿dónde estaba el jazz?. Dinah Washington se burlaba de sus habilidades como cantante [hay soplamocos que se pierden]. Mientras tanto, él se encendía un piti y se esfumaba con una groupie en el asiento trasero de algún coche mientras su mujer le esperaba en la barra.
Los huecos que las mujeres y los coches caros no terminaron de llenar, los ocupó con marihuana, cocaína y su fiel heroína, por la cual llegó a empeñar su trompeta. Como nunca tuvo visión empresarial, tocaba para pagarse el vicio y exigía cobrar en efectivo renunciando a los derechos de autor.
Un traficante al que le debía dinero le partió la mandíbula y le rompió los dientes en 1966, nuestro Chet tuvo que aprender de nuevo a tocar la trompeta, como premio, ésta sonaba aún más suave con su nueva dentadura postiza.
Dio su último concierto en Madrid, el 11 de marzo de 1988, dos meses más tarde moriría al tirarse (o al caerse, nunca se sabrá) desde la ventana de su habitación de hotel en el Barrio Rojo de Amsterdam. Chet Baker Sings, de 1956 es uno de sus mejores álbumes, empieza por My Funny Valentine, sigue por The Thrill is Gone, y apartir de ahí que Chet te lleve.
Por cierto, ¿quieres saber qué estaba escuchando aquella tarde este tramposo y pretencioso contestador de encuestas? Una audio guía de Ámsterdam.
[Chet Baker, una vida rock’n’roll para ser músico de jazz. Mierda drogas. Pero qué bonito disco, gracias por dármelo a conocer. Cuando quieras escribes otra entrada, algun fin de semana largo me tendré que tomar en este verano.]
Hacía mucho que no entraba a leer pero he visto CHET BAKER y claro, de cabeza a descubrir que a Fiouck le han salido ayudantes, negros, becarios, jajaja, bastante talentosos por cierto, un placer de lectura. Y para el que no lo sepa, hay un documental por ahí (edición de super lujo pero barata, con 2 discos y un libro precioso) que se llama «Lets get lost» (como la canción), dirigido por Bruce Weber hace 25 años y nominado al Oscar al mejor documental. Cualquier alma cándida que se emocione con la música, con este blog, con los títulos del newsletter diario… obtendrá pelos como escarpias y metros de piel de gallina viendo/oyendo la historia de Chet. IMPRESCINDIBLE. Un abrazo Fiouck&company
Pues no te digo bravo por haberme abandonado 🙂
Si tienes un rato, bienvenido seas en el club de los negros del Tomate, el calor me seca la inspiración y me quita las ganas.
Venga, date el gusto. Eso sí, no intentes colarme los cuatro sosos de Liverpool, ¡no pasarán!
a partir de septiembre no te digo yo que no, y no me interesan esos paliduchos, prefiero los músicos más marrones o aceitunos, llámese duende o soul.
Alguien se tendrá que encargar de El Camarón, y ese no seré yo 🙂
Hilando fino, Pere. El talento de este hombre se basaba en la intuición y qué bien lo hacía. My funny valentine, deliciosa en mi top 10.
«You make me smile with my heart
Your looks are laughable
Unphotographable
Yet you’re my favourite work of art»
Con este repertorio da gusto empezar el día. Gracias 🙂
Vaya!
Lamento que una indigestión exótica sea la causa de publicar mi post! Gracias, Fiouck por darme esta oportunidad.
Por cierto, el documental «Let’s get lost» que recomienda Peepjordan es buenísimo, altamente recomendable, lo vi en el Beefeater in-edit Festival.
A quién le toca ahora?
Dejo la puerta abierta a cualquiera. Mis fuerzas están flaqueando, me vendría bien una tropa de co-bloggeros, aunque fuera por un día. Y tú, Pere, puedes repetir cuando quieras.
Fiouck no tengas morro. Venga hombre, que ya casi estás, no te queda na, apenas 100 días, el 10% de un reto prácticamente ya conseguido. Si abres ahora la veda a todos los aspirantes a plumillas pierdel el mérito y te quedas sin crédito. Lo de Pere cuela como anécdota. Nada más. Por cierto, check the guinness book of records.
Bueno, hubo una primera vez, con Radio Futura, pero tú como traidor que te escapaste, no te habrás dado cuenta…
El post de mañana te debería de encantar, por lo que te intuyo.
Espero que no lo digas por Mr. Jarre, que me da urticaria, y los dos siguientes tampoco mucho, a ver si mañana. Fiouck que me pierdes!!!! jajaja
Lo decía por los boxsets de Dean Blackwood y Jack White. ¡A ti no te puede NO gustar!
Me he quedado intrigado con lo del world guiness records…
Cierto, yo también…
Es una idiotez, probablemente, pero hay muchos records posibles que nadie reclama y es tan fácil como escribirles: «oigan, he posteado un comentario musical cada día en mi blog durante 1000 días ininterrumpidamente». Toma record mundial al crítico más insistente. No sé si vale para algo, pero mal no te va a hacer, digo yo.
Bueno, no lo hago por la gloria. Este blog es una espiral infernal en la que me metí sin sospechar nada de este fregao. Pero un reto es un reto, y quiero poder seguir mirándome en el espejo cuando me afeito 🙂
Con no afeitarse, asunto arreglao.
¿Con este calor? Imposible…