“Me convertí rápidamente en una de las esclavas mejor pagadas de la región, ganaba 1.000 dólares a la semana, pero no hubiera disfrutado de más libertad de estar recogiendo el algodón en Virginia.”
Billie Holiday, 1944.
“Me convertí rápidamente en una de las esclavas mejor pagadas de la región, ganaba 1.000 dólares a la semana, pero no hubiera disfrutado de más libertad de estar recogiendo el algodón en Virginia.”
Billie Holiday, 1944.
Television forma parte de estos grupos importantes al lado de los cuales caminé sin apenas detenerme. Al igual que hacemos en la calle, cuando ignoramos las llamadas de auxilio silenciosas de los indigentes. A veces nos paramos y sacamos una moneda, otras veces nos paramos… a pensar cuánto aguantaría uno mismo en esta situación.
No es ninguna noticia que la sangre azul me importa un pepino. Cada vez que puedo me meto con sus (in)dignos representantes, especialmente con la momia de Buckingham. Admito que es fácil, ella está acostumbrada y ya no se inmuta, la probabilidad de que me mande a sus sicarios está próxima a cero. Hay otros “reyes” con los que es más delicado. Como este que nos acaba de dejar para reunirse con sus once mil vírgenes –serán como mucho barriles de petróleo-, Abdallah Ben Abdel Aziz Al-Saoud, ex Rey de Arabia Saudí.
Qué poca cosa somos. Había empezado la entrada de hoy escribiendo que hacía mucho que no se hablaba de música clásica aquí, quitando Leroy Anderson y su Sleigh Ride navideño, y que había que remontar a mayo del año pasado para encontrar una, sobre Beethoven, pero algo no me cuadraba. Vale que se me va la olla, pero no tanto como para no recordar el post sobre Frédéric Chopin de hace tres semanas…
Hacía mucho que quería sacar a Jacques Dutronc aquí. Exactamente 719 días, o lo que es lo mismo, desde que abrí el blog. Soy un cagón, admito, siempre he aplazado el momento de rendirle homenaje. No se habla del co-autor de Il Est Cinq Heures Paris S’éveille como de cualquier otro artista. Esta canción es importante en el inconsciente colectivo galo. A mi me emociona como pocas, cuando suenan las primeras notas me derrito, con un nudo en la garganta, y quiero volver a ser el chiquitín de cinco años que la escuchaba fascinado por la flauta travesera, allá por 1968.
El genero soul no da mucho que hablar. Apenas sale en los medios y pocos son los que se preguntan acerca de su salud medio siglo después de su irrupción en el mercado discográfico. No se ven graffittis “Soul’s not dead”. Nadie viste soul ni se peina soul, no se conocen zapatos asociados al soul. Parece que no molesta, cosa de pocos, como si en la puerta de las salas donde tocan hubiera un cartel “prohibido a los menores de cuarenta años”. De vez en cuando sale una nueva reina con moño imposible y tatuajes rock’n’roll, invadiendo corazones y mentes, pero precisamente por vender muchos millones de discos nadie se percata que es soul music.
Me lo he preguntado muchas veces: “¿Cuántos discos se publicarán al día en el mundo?”. Y sigo sin respuesta. Cuando le traslado la duda a Google, suelta un lacónico “Fiouck, déjate de tontaterías, qué más te da, disfruta tu sábado”. Google no tiene ninguna empatía, no sabe ni se imagina lo que sufre uno por no saber cosas tan esenciales como esta: ¿cuántos fucking discos se publican al fucking día?