Ryuichi Sakamoto – Forbidden Colours

坂本 龍 (Ryuichi Sakamoto, en japonés).

Si Art Of Noise estaba con el Fairlight CMI, Ryuichi Sakamoto y sus comparsas de Yellow Magic Orchestra le daban como niños al Vocoder, otro artilugio electrónico de finales de los 70’s, buscando sonidos nuevos, texturas musicales, entornos sonoros. Hijos espirituales de Kraftwerk, los japonés de YMO se dieron a conocer primero con la canción Computer Games, tema insufrible que llegó incluso a entrar en los charts británicos –no es oro todo lo que reluce!-. Luego mejoraron un poco la cosa con Behind The Mask y otras canciones menos conceptualistas. Eso, un poco. La aventura YMO le dio a Ryuichi una oportunidad para entrever de qué era capaz, hacia dónde se tenía que ir, y hasta dónde se podía llegar. Sacó pecho Sakamoto –puah, que malo Fiouck- e inició su propia carrera en solitario en paralelo a la banda.

En 1978 saca un primer álbum, Thousand Knives of Ryūichi Sakamoto, un mix de música electrónica y música tradicional japonesa –esta última un auténtico coñazo, pero que cada cual opine-. Dos años más tarde, con su segundo trabajo, B-2 Unit, empieza a salir de sus fronteras, en especial el tema Riot In Lagos, que inspira incluso al gran maestro del beat de la época, Afrika Bambaataa. La importancia de esta canción no ha parado de crecer a lo largo de las décadas, hasta tal punto que The Guardian la incluyó en 2011 en su lista de los cincuenta hitos de la música dance. En 1982, empieza una colaboración -que se agradece- con David Silvian, cantante del grupo Japan. En 1983, año de la separación de Yellow Magic Orchestra, Ryuichi se internacionaliza definitivamente, incrementando el ritmo de colaboraciones con grandes nombres de la música popular, Iggy Pop y David Byrne entre otros.

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1983 es también el año de Furyo, largo metraje de Nagisa Oshima más conocido aquí como Bienvenido Merry Christmas Mr Lawrence. Esta soberbia película significó para Ruichi Sakamoto un doble reto: su primera banda sonora original y su primer papel como actor. La verdad es que se sale el amigo, tanto la música como su actuación son dignas de los elogios más ditirámbicos. La historia se centra durante la segunda guerra mundial, en un campo de prisioneros occidentales vigilado por soldados japoneses –Furyo era el nombre que estos últimos daban a sus presos-, y especialmente en cuatro personajes: el coronel yankee (David Bowie), el oficial británico (Tom Conti), el jefe del campamento (Ryuichi Sakamoto) y su fiel sargento (Takeshi Kitano). Durante toda la película Ryuichi se hace el duro sádico con el rubito, para finalmente resignarse a admitir su profunda atracción física y sentimental por el americano, inmenso deshonor para un alto mando del ejército japonés. La actuación de Ryuichi Sakamoto es fabulosa, hasta la de David Bowie se queda muy digna –eso sí es guapo el cabrón, cuando se estrenó a mis amigas les quitaba el habla-. Y la BSO, para ser la primera que componía, es una obra maestra que le permite llevarse el premio BAFTA a la mejor música para cine, mientras la película es seleccionada para competir en Cannes 1983. La canción Forbidden Colours, escrita por él e interpretada por David Sylvian es una de estas joyas de los 80’s.

Con los años Ruychi Sakamoto siguió abordando todas las facetas de las artes audiovisuales. Firmó la BSO de varias películas de Bernardo Bertolucci –El Último emperador, El Pequeño Buda-, de pedro Almadovar –Tacones Lejanos-, Oliver Stone –Wild Palms- o Brian de Palma –Ojos de Serpientes-, publicó más discos, se adentró en la composición más clásica –su gran maestro es Claude Debussy-, y recibió numerosos premios por todo ello. En 1989, sacó lo que para mi queda como su mejor trabajo, el álbum Beauty, en la que sobresalen algunas perlas, como Amore –wow-, Diabaram –interpretada por Youssou N’Dour, re-wow-. Son temas de una gran intensidad emocional, hermosos, melancólicos, muy trabajados. Thank You Mr. Sakamoto.

 

Escucha algunas joyas de Ryuichi Sakamoto.

Art Of Noise – In No Sense, Nonsense!

Art Of Noise, o cómo hacer música pensando en ruidos de artilugios. Jatetú, cuántos músicos hacen justo lo contrario, ruido, pensando en crear música. Mirando ventas, parece evidente que hacer ruido funciona mejor. A los componentes de AON no les importaban ni los charts ni la fama, durante el tiempo que se quisieron dar, se dedicaron a crear la música que les apetecía, vanguardista a la vez que un poco pretenciosa, muy efectiva, emocionante, siempre original, una especie de collage de múltiples estilos y sonidos. Art Of Noise fue una formación a parte, aunque esencial, en el paisaje de los años ochenta.

Los miembros, más que músicos en el sentido rock’n’roll de la palabra –el sentido que me gusta a mi-, eran técnicos de la música. Gary Langan era ingeniero de sonido, habiendo trabajado en la grabación de varios discos de Queen. Paul Morley era periodista para el NME –New Musical Express-, en la época dorada de este semanal musical nacido en 1952. J.J. Jeczalik era ingeniero electrónico, programador del famoso Fairlight CMI, sintetizador australiano que hizo las delicias de los que investigaban al principio de los 80’s sobre música electrónica –si miras en google, te va a dar un ataque ver cómo este artilugio cabría ahora en tu reloj-. Ann Dudley, la chica del grupo, alma romántica de los ruidos extraídos de los artilugios de Art of Noise, futura compositora de bandas sonoras como la de Full Monthy. Y Trevor Horn, alma mater, fundador con Gary Langan y Paul Morley del sello ZTT, era el que más experiencia tenía como integrante de un grupo, ya que formó parte del dúo Buggles, responsable del mega hit Video Killed The Radio Star de 1979 –que Robbie Williams retomará treinta años después como Reality Killed the Video Star-. ZTT fue, con 4AD, el sello con el que buena parte de la década de los 80’s no existiría hoy. ZTT firmó, publicó y promocionó los discos de artistas como Frankie goes to Hollywood, Grace Jones, Roy Orbison, Propaganda, Tom Jones, y muchos más. Eso, ochenteros, y qué!

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A principios de los ochenta, estos cinco deciden investigar qué se le puede sacar al Fairlight CMI y demás sintetizadores antediluvianos, comprando Trevor Horn uno de los primeros ejemplares. En esta época ya son muchos los grupos en integrar trozitos de música –samples- a sus canciones, casi como adornos. Pero Art Of Noise va a ir más allá y “manufacturar” canciones íntegramente con samples sacados del Fairlight, simultáneamente con músicos como el francés Jean Michel Jarre o los suizos de Yello. Antes de publicar sus propios temas, AON trabaja para otros, como ABC o el inefable Malcolm McLaren. En 1983 publican un primer EP, Into battle with the Art of Noise, y un año más tarde, el primer disco, Who’s afraid of The Art of Noise. El disco contiene entre otras rarezas, una de las joyas ochenteras, Moments in Love, de más de diez minutos de duración. Le canción que más se escuchó en los centros comerciales, parkings y ascensores de Europa durante años, sin que nadie acertara a decir who the fuck canta esto. Bueno yo sí sabía, me molan los 80’s, ja. Por cierto, Pitchfork le da un 8,6/10 al disco, algo es algo. En 1985 sale el segundo, con Paranoimia como canción más notable, con un vídeo que ponía en escena un muñeco virtual llamado Max Headroom. Claro, te suena eh? Luego le toca el turno a In No Sense, Nonsense!, tercer disco, publicado en 1987. Conceptual? Vanguardista? Pretencioso? Escuchado entero suena raro y puede resultar cansino. Hay que escucharlo muy por separado, porque contiene algunas perlas fascinantes, como el tema Debut, admirable y bellísima pieza clásica desafortunadamente demasiado corta. Y Yebo, world music alegre a tope. Y Crusoe, intimista. Te dejo con estas tres canciones, más el famoso Moments in Love. Son muy representativas de Art of Noise y su Fairlight. Benditas 80’s!

 

Escucha las mejores canciones de Art Of Noise

Joe Mubare – No Man’s Land

Looking for Joe Mubare. Una película de Fiouck, guión de Fiouck, con Fiouck. Música de Joe Mubare. La película es corta y un tanto aburrida, cuenta los vanos esfuerzos del protagonista principal –sólo hay uno de todos modos, no requiere mucha concentración- para encontrar información biográfica de un músico de los 80’s, que dejó para la posteridad un álbum brillante, por no decir genial, pero casi ningún rastro en Internet.

Cómo es posible que, en 2013, con el gran belceboogle tejiendo su red con malla cada vez más estrecha, logre uno escapar a las búsquedas? Joe Mubare es el gran desconocido telemático. Si no estuviesen algunos de sus discos a la venta en ciertas tiendas on-line, hasta se podría dudar de su existencia. Ni wiki ni leches. Ni artículos, ni posts, ni fucking huella del músico. Hasta cabrea el tema. Bueno, realmente, encontré algo, un texto corto en alemán. El alemán –los que siguen el blog ya lo sabrán-, lo estudié, pero aquello superaba los pocos conocimientos que me quedan treinta años después, así que lo pasé por el traductor de belceboogle, y esto lo muy poco que logré averiguar sobre Joe Mubare.

El tipo es alemán. Primera noticia, siempre había pensado que era inglés. Nació en 1947 en el Südtirol. Montañas verdes, pastos verdes, bosques verdes, vacas gordas -estamos en Alemania-. No es de extrañar que Joe Mubare, después de recibir una formación musical –no se sabe más, si es autodidacta o estudió-, se haya marchado a Estados Unidos, Los Angeles. Allí desarrolló una carrera de compositor para la 20th Century Fox, películas y series. Nada del otro mundo, de lo contrario no se habría vuelto a Alemania a principios de los 80. Allí, durante la década que tanto aborrecen algunos lectores de este blog –no tenéis ninguna idea, ja-, se dedicó a componer para él mismo. Cuatro álbumes en total, de los que No Man’s Land. Luego volvió al mundo de las BSO, donde su nombre sigue apareciendo por lo visto en algunas películas y series teutonas.

Joe Mubare

En 1985 sale No Man’s Land. El título I Love You, que abre el disco, gusta a algunos locutores de radio en Europa, que lo ponen en rotación, pero nada, no se convierte en éxito de venta. Lo que sí consigue, es convertirse en objeto de culto. Yo tengo el 45T de vinilo, forma parte de mis pequeñas joyas –por el cariño que le tengo, no por lo que vale-. I Love You está a medio camino entre Tom Waits y JJ Cale, más que nada para orientar al personal. Tiene una melodía y un ritmo pegadizos, pero con clase. Todas las canciones que componen el disco tienen esa misma tremenda calidad. Basta con escuchar Jumbo Oh, siete minutos de percusiones crescendo épicas, o la canción que da título al álbum, No Man’s Land, hermosísima composición lenta. Y Just You, Some Women, melancólicas pero no tristes. Es un OVNI atemporal, se podía haber publicado ayer, y se seguirá diciendo lo mismo dentro de cincuenta años. Joe Mubare en busca y captura. En su particular huida, dejó caer este disco, mi regalo de hoy.

 

Escucha entero el disco No Man’s Land, de Joe Mubare

Goran Bregovic – Alkohol

¡Alkohol! Una oda a la bebida! Bendita rendición que la de Goran Bregovic; rodeado por el alcohol, el músico yugoslavo paga un noble rescate en forma de celebración a Baco, dios del vino, la embriaguez y el alborozo, etílicos y sexuales. El torbellino de alegría que supone su disco se debe tanto a la ingestión de la bebida nacional de los Balcanes –una especie de brandy de ciruelas- como a una música secular, acostumbrada a lograr que hasta los muertos muevan el culo. Y a la particular forma que tiene Goran de mezclarla con otros sonidos procedentes de casi cualquier rincón del planeta. La música “gitana international, inc.” que sale de las tripas de este artista es una invitación permanente a bailar de la forma más frenética que se pueda imaginar.

Goran Bregovic nace en el seno de una familia partida en dos. Padre croata, madre serbia. Padre militar, madre ama de casa. Padre alcohólico, madre abstemia. Si bien el alcohol impregna la vida balcánica desde siempre, en la familia Bregovic es omnipresente, como en muchas otras familias donde el padre se aburre como una ostra –hablamos de una época muy anterior a la guerra de la ex Yugoslavia-. Rápidamente el joven Goran se refugia en la música para huir de un ambiente cargado. Con dieciséis años forma el grupo Bijelmo Dugme, en el que canta y toca la guitarra. Imitando a Led Zepellin. Pronto se convierten en el grupo preferido de la juventud serbo-croata, y él en verdadera rock star, como sus ídolos Jimmy Page y Robert Plant. Durante quince años, se dedica de lleno a su grupo –aún habiendo terminado sus estudio de filosofía y sociología, por deseo expreso de sus padres-, publicando trece álbumes y vendiendo seis millones de copias de ellos. Para hacernos una idea, comparativamente, es como si Héroes del Silencio hubiera vendido aquí 45 millones de discos.

Durante los años 70’s, Goran Bregovic conoce a Emir Kusturica, detrás no de una cámara todavía, sino de una guitarra, en un grupo punk serbo musulman. Ays, ese arte que tenía la ex-Yugoslavia para mezclar naciones y religiones. Cuando Goran dice stop! –in the naaaaame of looooove, juas- a su carrera de rock star, se refugia en una casa en la costa adriática, y se pone a componer para Emir Kusturica, cuyo nombre empieza a sonar en el mundo del cine. En 1988, Emir realiza Tiempo de Gitanos, película con la que se hace con la Palma de Oro al mejor director en Cannes, en 1989. La BSO es cien por cien Goran Bregovic, y ambos hombres se ganan a pulso una merecida fama internacional. Seguirá su colaboración muchos años más, en especial para las películas Arizona Dream y Underground, dos películas que le permiten a Goran entablar amistades con grandes de la música popular occidental, como el inenarrable Iggy Pop, que sustituye momentáneamente su piel de iguana punk rock por la de un crooner desenvuelto.

Durante años Goran Bregovic siguió componiendo músicas de películas, pero pronto volvió a sus primeros amores. Reformó su banda Bijelo Dugme, y luego montó una nueva banda de música tradicional gitana, La Orquesta de las Bodas y Los Funerales, con la que realiza a mediados de los 90’s una grandilocuente y triunfal gira por toda Europa, con hasta 180 músicos y coristas, e incluso en EEUU y México. Desde entonces publica discos en los que intenta grabar lo mejor de la música de su país. Hace tiempo que ha abandonado la idea de conseguirlo en estudio, los músicos serbo croatas gitanos aborrecen repetir sesiones de grabación, lo suyo es todo corazón, y cantimploras repletas de alcohol, las que caigan. Alegría! Amor! Alkohol!

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Sus padres se habían divorciado años antes, ya no soportando más su madre el alcoholismo de su esposo. Finalmente es ella quien se fue primero, de una leucemia. Goran fue a ver a la nueva compañera de vida de su padre, que después de volverse abstemio años antes, se había comprado un viñedo que daba 1.000 litros de alcohol al año. Ella le contó que durante la enfermedad de su ex mujer, le siguió durante muchas noches cuando él parecía escaparse de casa. Descubrió que el pobre hombre se aproximaba todo lo que podía de la habitación en la clínica donde estaba su antigua amada acabando con su vida, y, debajo de la ventana, se dedicaba a beber toda la producción de su viñedo, de desconsuelo. Alkohol!

 

 

Escucha entero el disco Alkohol, de Goran Bregovic

 

Randy Newman – Little Criminals

A Randy Newman, se le considera como uno de los mejores cronistas agridulces de una América que no acaba nunca de desengañarnos un poco más, léase el fiasco Obama con la NSA. Casi setentón, este cantante y compositor lleva cincuenta años mordiendo la sociedad yankee y los dirigentes de su país con unos textos cáusticos, finos y divertidos, no siempre bien comprendidos por el público. En Estados Unidos, es una figura clave del songwriting, una casi leyenda. En Europa no se le conoce tanto, tal vez porque no necesitamos que nadie nos recuerde los fallos de un país con el que tenemos esa particular relación de amor/odio.

Randy Newman nace en 1943 y pasa los primeros once años de su vida en Nueva Orleans, de la que se marcha con un acento sureño que no le va a abandonar hasta ahora. El entorno familiar es claramente musical, y cuando empieza a tocar el piano, sus tíos son compositores ya muy conocidos. Alfred Newman, fallecido en 1970, es el autor entre otras de la sintonía de la 20th Century Fox; Lionel Newman, ganó el óscar por la BSO de la película Hello, Dolly!, de 1970. Creció en un entorno no muy practicante, por lo que cuando Randy Newman se enteró de su condición de judío, se puso a realizar un estudio comparativo de todas las religiones. De ahí su decisión lógica de abrazar con cierta devoción la causa atea. Mucho más cómodo para luego meterse con una sociedad tan religiosa –que da miedo-.

Con diecisiete años empieza a componer sus propios temas, citando a Ray Charles como una gran fuente de inspiración. Desde su primer single editado, Golden Gridiron Boy, de 1962, hasta hoy, sus canciones han sido retomadas por una lista asombrosa de artistas. Empezando por el propio Ray Charles, que hará suyo el tema Sail Away, uno de los más bonitos de Newman. O Joe Cocker, que hará mundialmente famoso el You Can Leave Your Hat On. Y Judy Collins, the Everly Brothers, Nina Simone, Linda Rondstadt, Wilson Pickett, Peggy Lee, etc. En sus canciones casi siempre se mete con algo o alguien; todas las facetas de la sociedad son objeto tarde o temprano de su estilo mordaz, aunque siempre con sensibilidad y delicadeza.

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Después de varios discos más o menos exitosos –en ventas, no en reconocimiento de los suyos y los medios-, publica el álbum Little Criminals, en octubre de 1977. Llegaría a mi casa el año siguiente, es decir en plena efervescencia punk, sin embargo cuando sonaba, le prestaba al disco una atención que hasta a mi me sorprendía. De enterarse mis amigos, me renegaban. Ahora con el tiempo, me doy cuenta de lo maravilloso que es. Para la grabación de lo que es hasta la fecha su mayor éxito comercial, parte de las canciones fueron tocadas por músicos de Eagles. Como de costumbre, aborda un sinfín de temas, un asesino de niños, la policía, los enanos, la ciudad de Baltimore, etc. Short People subió como la espuma en los charts –no llegó a #1 porque enfrente tenía al Staying Alive de los Bee Gees-, a la vez que se hacía blanco de las criticas de una franja de la población que no entendió la ironía del propósito, que no era otro que denunciar la segregación contra la gente diferente. Y luego Baltimore, balada melancólica contra el crimen y el malestar de la población, y Jolly Coppers, tan hermosa, y Little Criminals, y Kathleen, y Rider in the Rain, etc… Wow, una obra maestra.

Lamentablemente sólo tengo dos canciones para ofrecerte, Short People y Baltimore. Disfruta…

 

Escucha Little Criminals, de Randy Newman

Echo & The Bunnymen – Heaven Up Here

Podrían haber sido U2, o Talking Heads, o Simple Minds, o REM, o The Cure. Durante un corto tiempo, 80 y 81, después de sus dos primeros álbums, Echo & The Bunnymen era un valor seguro del rock new wave inglés. Pero se quedaron en eso, Echo & The Bunnymen, con su nombre cretino y el flequillo de Ian McCulloch, cantante (melo)dramático. Hoy quien los recuerda? Si no fuera por la canción The Killing Moon, que salía en la película Donnie Drako de 2001, posiblemente sólo los fans de primera hora, como yo.

No hace mucho, el guitarrista Will Sergeant declaraba que “Nos hubiera gustado tener un éxito parecido al de REM o de los Talking Heads, pero teníamos demasiados enemigos para ello”. No aclaró quién era el desgraciado que les había impedido ser los reyes del mambo, pero yo creo que el nombre de la banda fue su propio enemigo. No puedes pretender llenar estadios haciéndote llamar Echo & The Bunnymen. Echo era el nombre que le habían dado a su caja de ritmo –la banda empezó sin batería-. Y Bunnymen, porque los primeros conciertos, cuando todavía se llamaban The Crucial Three, los daban en el Club Eric’s, una sala de Liverpool cuna de muchos grupos de la época. Bunnymen, en relación a las Bunnies de Playboy, digo yo. Mis ídolos rock no pueden ir en tanga, con colita de conejo en el trasero y orejas a lo Bugs Bunny en la cabeza. Por muy buena música que hagan.

Y buena música Ian McCulloch hizo mucha. Primero como The Crucial Three, luego como A Shallow Madness, con Julian Cope. Cuando Cope echa a McCulloch, rebautiza la banda como The Teardrop Explodes –grupo post punk de culto, aunque con aún menos éxito que los conejitos-. Malamente despachado –será Julian Cope el enemigo del que hablaba el guitarrista?-, Ian McCulloch monta un nuevo grupo con Will Sergeant, el bajista Les Pattinson, y la ya mencionada caja Echo. El primer single publicado, Pictures on my Wall, es de 1979; Ian McCulloch apenas tiene veinte años, pero aparenta una madurez creativa sorprendente, y su voz suena ya fuerte y segura. Para el primer álbum, Crocodile, grabado en tan sólo tres semanas y editado el año siguiente, tiran a Echo a la basura y contratan los servicios de un batería, Pete de Freitas –fallecido en un accidente de moto en 1989-. El disco entra en los charts UK, en el #17, todo un logro para una banda que produce una música post-punk oscura y triste. Y más procediendo de una ciudad que todavía vivía del legado de los cuatro sosos, a años luz de Manchester y Londres. Más de treinta años después, la calidad de los temas asombra, especialmente Going Up, la canción que abre el disco. Entre Joy Division y U2 –el U2 bueno, el de Boy-. Allmusic le da un 4,5/5, Pitchfork un 8,2/10, Rolling Stone un 4/5.

Echo

El año siguiente, se publica el segundo álbum, Heaven Up Here. La banda goza ya de cierta fama, y los medios esperan a ver si la banda es capaz de pasar el corte del segundo disco. Ian McCulloch dijo mucho después que entraron a grabar con el tema What Goes On en mente –Velvet Underground-, y con la idea de sacar un álbum más soul. Pero de soul poca, el álbum es más negro aún que el anterior, más denso e intimista, en la línea de la trilogía sagrada de The Cure –Seventeen Seconds, Faith y Pornography-. Heaven Up Here fue muy bien acogido, entró en el #10 de las listas de ventas inglesas. NME lo alabó, incluso premió la portada con el “Best Dressed LP” award aquel año. Allmusic le da otro 4,5/5, Pitchfork un 8/10. Y Rolling Stones lo incluye en el puesto 471 de su lista de los 500 álbums más grandes de todos los tiempos. Un discazo.

 

Escucha entero Heaven Up Here, de Echo & The Bunnymen

 

Front 242- Funkadhafi

We who are oppressed love those who fight against oppression and the oppressors… Brothers and sisters, it is with great honor and privilege that I present to you the leader of the El Fatah revolution… From Libya, our brother Muhammar El Kahdafi.

[Nosotros, los oprimidos, queremos a los que luchan contra la opresión y los opresores. Hermanos y Hermanas, tengo el honor y el privilegio de presentaros al líder de la revolución Al Fatah…. Desde Libia, nuestro hermano Muamar El Gadafi.]

Así empieza la canción Funkadhafi, con un fragmento audio de un discurso pronunciado por Louis Farrakhan, líder desde 1978 de la organización norte americana, Nation of Islam. Una pena que suelte de vez en cuando este tipo de chuminadas, porque por el resto, el objetivo de la organización es laudable: hacer que la comunidad negra estudie, mejore su estatus social y luche contra la delincuencia. Y para derrapes del estilo estamos servidos aquí, ¿verdad? Pero durante los 80’s uno todavía se indignaba sinceramente con los patinazos populistas. Así es como esta frasecita del Farrakan apareció en Funkadhafi, una de las canciones más famosas de Front 242, combo belga icono de los 80’s, máximo representante de la Electronic Body Music.

Front 242

Pocos años después de D.A.F. y Liaisons Dangereuses, Front 242 retoma el testigo de una música minimalista, bailable aunque con ritmos marciales, una especie de synthpop no apto para seguidoras de Dave Gahan. O con los dedos en un enchufe. El nombre del grupo procede de la famosa farsa de resolución de la ONU nº 242, que instaba a los israelíes a liberar los territorios ocupados a raíz de la guerra de los seis días de 1967. Resolución que el gobierno de Israel se sigue metiendo por donde la calidad del aire deja mucho que desear. De todos modos con Front 242 no se supo nunca muy bien de qué creencias se alimentaban, su música a menudo iba acompañada por una imaginería militar, pelo a ras y botas de esas que la abuela se atraganta al verte pisar la alfombra. Pero sus actuaciones en directo, su particular forma de escenificar su música, les llevó a arrasar durante algunos años en las macro-discotecas de Europa y EEUU; eran buenos tiempos si comparas con la chusma de hoy, Guetta y demás DJs insoportables. El grupo se separó una primera vez en 1993, se reformó cuatro años más tarde, y hoy siguen en activo, sacando álbumes de forma esporádica, colaborando con un montón de artistas y convirtiéndose en fuente inagotable de inspiración para muchos grupos desde hace más de tres décadas.

Venga, Funkadhafi, sube el volumen, escucha al tio Farrakan’n’roll, luego zumito y a misa.

Escucha Funkadhafi de Front 242