Ximena Sariñana – Mediocre

Ayer estuve en Londres. Bueno, para ser exacto, en las afueras, a exactamente 1.602 kilómetros más al sur del centro de la capital inglesa, en un pueblo llamado Navamorcuende. Un pueblo sin alma, medio fantasma, como todos los pueblos de 2 a 6 de la tarde cuando el sol amenaza con hacerte añorar el invierno. El hambre nos pilló justo ahí y elegimos mal el chiringuito, normal. Cuando todo puede ir mal, irá peor, decía el otro.

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Ibrahim Maalouf – Illusions

Hay una fiel lectora de mi “maravilloso blog” -lo dice ella, intuyo que necesita mi coche para esta noche-, que de vez en cuando me manda recomendaciones. Generalmente no me fío, porque una vez me dijo que le gustaban The Smith, y esto denota falta de criterio y de buen gusto. Pero por otra parte es la misma que me hizo conocer a Citizen Cope, y esto es un punto a favor. Ah, también vimos juntos a Ryüichi Sakamoto en el Circo Price hace algunos años, respeto pues.

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James Rhodes – Beethoven

Cuando era un chaval, era un lector ávido de los Comics de Marvel. Mi preferido era Iron Man, sin duda. La de veces que me miré el torso en busca del artilugio circular por donde iba a salir el láser redentor. A la larga lista de profesores que soñaba con pulverizar con mi rayo vengador, había añadido aquel policía que me había multado por cruzar un paso peatonal montado en la bici. Pero en su lugar empezaron a aparecer algunos pelillos y al final me conformé con ellos, en el fondo iba a ser un hombre, qué guay.

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Anna Domino – 88

Hubo una época, no tan lejana, en la que los sellos importaban de verdad. Como escuchar música requería un soporte físico, vinilo o cassette, y comprarlos no generaba suspicacias del vecindario ni miradas atónitas de tus amigos, vendían, luego existían. Así podían permitirse auténticos lujos y producir música alternativa –en su acepción ochentera- de calidad, sin caer en concurso de acreedores al día siguiente.

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Corine Bailey Rae – Corine Bailey Rae

La próxima vez que entre en una sala de conciertos pequeña, prestaré más atención al ropero. Normalmente paso de dejar nada, más que nada por la cola que se monta cuando acaba la actuación. Pero después de leer la biografía de Corine Bailey Rae, ahora algo dejaré, aunque sean los pantalones, por si estamos con 35 grados fuera y solo llevo camiseta –es que mi tableta de chocolate de yogurín se ha borrado con los años-. Y de paso pediré un autógrafo a la chiquilla al otro lado del mostrador, por si las moscas.

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De La Soul – 3 Feet High & Rising

En De La Soul, banda rap neoyorquina, todos los músicos son negros. Hasta ahí todo normal, pensarás. Pero según la Fiouckipedia, es probable que tengan genes italianos. Si no, ¿cómo explicar que hacen trampa? Porque de música soul, cero patato. Imagina lo desconcertante que sería comprar un disco de De La Punk, y descubrir con horror que destila la peor música gregoriana de unos Monjes de Silos vestidos con el chándal del Club Deportivo de Quintanilla del Coco.

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Gorillaz – Demon Days

Me preocupa que al día siguiente de llegar a 1.000 entradas y acabar con este camino al Gólgota cubierto de chascarrillos dudosos y mp3 disparatados, me de cuenta de sonoros olvidos. Cruel sería contemplar las horas invertidas en encontrar alimento musical diario para comprobar luego que no está tal o tal artista. Debería ponerme en serio a repasar los grupos que me gustaron o me siguen gustando, sólo me quedan 163 posts para no darme el disgusto.

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