Ghostpoet – Shedding Skin

No paran de comparar a Ghostpoet con Tricky, como si fuera el no va más en materia de piropo. Al primero la cosa le trae sin cuidado, pero como no es tonto, intuye que más le vale no pasarse de listo. Por eso cuando le preguntan si está de acuerdo con la comparación, suelta en tono educado “no está mal su música, pero no creo que hagamos la misma”.

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The Browns – The Three Bells

El pasado once de junio, a Jim Ed Brown le sonaron las campanas por tercera vez. No las oyó, porque justo antes dio su último suspiro. A sus 81 años, él sabía mejor que nadie que le iban a ser fatídicas. Desde 1959, fecha en la que publicó The Three Bells, las campanas marcaron el ritmo de su vida: en 1934 cuando nació, en 1964 cuando se casó y la semana pasada cuando falleció.

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Soak – Before We Forgot How To Dream

Me encanta la vida de barrio el sábado por la mañana antes de que empiece el bullicio propio de ese día. La vida misma. Entré en un bar a desayunar, tenía diez metros de barra para mi solo. A los dos minutos, un señor se colocó justo a mi lado –¿qué parte de “diez metros de barra” no entendería?- y se pidió un Ballantines a secas. Se lo zampó lo que yo tardé en tragar el trozo de tostada que tenía en la boca. No preguntó cuánto era, dejó directamente cinco euros al lado de su vaso y se marchó.

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Hozier – Take Me To Church

Como otros tres cientos millones de terrícolas –y algún que otro alienígena escondido por ahí, escrutando perplejo nuestra esquizofrenia colectiva y concluyendo su informe con un “Críos malnacidos e inmaduros, pasar de largo, buscar otro sitio”-, vi el vídeo, hace ya tiempo. Las imágenes en blanco y negro me impactaron lo suficiente como para que no me fijara mucho en la música que las acompañaba. Síndrome youtube, mirar y no escuchar. Y a otra cosa mariposa.

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Giant Sand – Heartbreak Pass

Kwisatz Haderach, Bene Gesserit, Paul Muad’Dib, Arakis, Jessica Atreides, Vladimir Harkonnen, Sardaukar, Duncan Idaho, Thufir Hawat, Gurney Alleck, Fremen, Giedi Prime, la bella Chani, cuántos recuerdos de noches en blanco para terminar de leer, re-leer y requeté leer la saga de Dune, de Frank Herbert. Mi admirado y admirable libro de cabecera de juventud, publicado hace medio siglo y tan actual, lleno de lugares hermosos e inquietantes, batallas épicas, guerras políticas intestinas, amores y traiciones, aspiraciones ecológicas y eugenésicas, ilustres personajes heroicos, malvados y enigmáticos.

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Martha & The Vandellas – Dancing In The Street

Leía hoy en un medio de tirada nacional un artículo –muy bueno por cierto, cómo mola cobrar por escribir estas reseñas, yo también quiero- acerca de los cincuenta años que cumple I Can’t Get No Satisfaction, de los Rolling Stones. Un día hablaré de ellos, arrodillado ante los p… amos, aunque hayan cometido cosas miserables, pero lo haré cuando tenga un día entero para pensarme bien cómo contarlo.

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Jane Birkin – Arabesque

El Vaticano -y sus sicarios de L’Osservatore Romano- fue en su día el mejor embajador de la chanson française, muy a su pesar. En octubre de 1963, se negó a que Edith Piaf recibiera un funeral religioso –por su mala vida de mujer que amaba la vida y los hombres-, y convirtió al gorrión milagroso en algo más que una leyenda. Seis años más tarde, calificó Je T’Aime Moi Non Plus de canción obscena, y las ventas se multiplicaron como los panes y los peces. ¡Qué cosas!, a ver si nos vamos a tener que ofender por las faldas que llevan los prelados, igual le hacemos un favor a la iglesia apostólica romana.

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