Como otros tres cientos millones de terrícolas –y algún que otro alienígena escondido por ahí, escrutando perplejo nuestra esquizofrenia colectiva y concluyendo su informe con un “Críos malnacidos e inmaduros, pasar de largo, buscar otro sitio”-, vi el vídeo, hace ya tiempo. Las imágenes en blanco y negro me impactaron lo suficiente como para que no me fijara mucho en la música que las acompañaba. Síndrome youtube, mirar y no escuchar. Y a otra cosa mariposa.
Hasta que la volví a oír por casualidad ayer en el coche. Esta vez sí me llamó la atención esa bonita voz y la épica del estribillo. Me dio tiempo a coger el móvil, deslizar el dedo por la pantalla para desbloquearlo, encontrar Shazam, lanzarlo y apuntar el Nexus hacia la fuente. Todo ello sin estampar el coche contra otro. Yaaaa, lo sé, soy un cretino, y eso que he mejorado mucho.
Hozier, Take Me To Church. Su cara no me sonaba, sólo una vez en casa pude relacionar el vídeo con el tema y enterarme de la que se armó cuando se estrenó. ¿Hasta dónde esta canción influyó al pueblo irlandés en su histórico voto a favor de las uniones homosexuales hace un mes? Y yo qué sé.
Lo que es cierto es que este dublinés de veinticinco años consiguió su propósito de hacerse oír y hacerle pagar a la Iglesia católica de su país por los siglos de miedo lentamente destilado en mentes proclives a creerse viejos cuentos. Pero la gente cambia, cosa que la iglesia no quiere ver –aunque habrá que estar atento con el nuevo inquilino en el Vaticano-.
En la votación, todos los partidos políticos llamaron a votar a favor del SÍ, dejando sola a una Iglesia de otros tiempos en un combate perdido de antemano. Curioso que defiendan la procreación como el fin del matrimonio unas personas que supuestamente no pueden tener relaciones ni sexuales ni sentimentales -ya sé lo que vas a decir, eso es sobre el papel, lo que hagan en los internados o en sus capillas es otra historia-. ¿Cuándo la Iglesia va a hacer suya la idea de que el fin de una unión, entre los géneros que sean, es simplemente el de ser feliz? Ya vendrán niños, o no.
Total, con una única canción y en un año, Hozier ha pasado del más absoluto anonimato – es oriundo de una ciudad pequeña, Bray, al sur de Dublín- a un envidiable estrellato, que le hace recorrer el planeta entero para dar recitales ante públicos de todos los pelajes, ansiosos por saber cuándo van a sonar las primeras notas de Take Me To Church.
En los Grammys del año pasado, donde fue nominado a la mejor canción, hubo una sorpresa más en su actuación. A los dos minutos apareció micro en mano la diosa Annie Lennox –por dios esta mujer, cuantos escalofríos me provoca su voz- y la terminaron en un emocionante dúo, para encadenar con I Put A Spell On You, de Screamin’ Jay Hawkins. Ays, emoción emoción emoción…
Un tipo simpático este Hozier. A ver si es capaz de superar este repentino éxito. Se han visto a más de uno desaparecer a la primera de cambio.
Este post hubiera ido muy bien mañana domingo, ya sabes: «luego zumito y a misa».
Respecto a este grupo yo tampoco me quedé con su nombre, hace poco googleé «take me to church» porque su estribillo épico llamó mi atención, le deseo una larga carrera. Y la señora Lennox tiene todo mi respeto desde los 80’s . Imposible no tararear esa de:everybody is looking for something,
Some of them want to use you, some of them want to be use by you, some of them want to abuse you…..
Hombre fashionmanager, ¡cuánto tiempo! se había cansado ya del blog?
Cierto, hubiera venido mejor para hoy, no había cáido.