Ghostpoet – Shedding Skin

No paran de comparar a Ghostpoet con Tricky, como si fuera el no va más en materia de piropo. Al primero la cosa le trae sin cuidado, pero como no es tonto, intuye que más le vale no pasarse de listo. Por eso cuando le preguntan si está de acuerdo con la comparación, suelta en tono educado “no está mal su música, pero no creo que hagamos la misma”.

Realmente pasa olímpicamente del gnomo de Bristol. Ghostpoet es de Londres, y lo que se coció en el oeste del país hace lustros no parece inspirarle mucho. Reconoce que descubrió al impresentable de Tricky –sólo con pensar en el funesto concierto que dio en Madrid en febrero me entra mala leche- hace tan sólo dos años. Uys, la que ha dicho, como se entere el tatuado de feria, va a dar pataletas.

No sólo ambas músicas no se parecen más allá de cierto ambiente trip hop plomizo, pero los dos músicos son del polo opuesto. El ex Massive Attack tiene mala leche permanente y capacidad de empatía próxima a cero, mientras que Obaro Ejimiwe –quien se esconde detrás de Ghostpoet– es todo simpatía y facilidad de contacto. Un tipo humilde, risueño y bonachón, que no se olvida nunca de donde viene.

Ghostpoet - Shedding Skin

Concretamente de los barrios del sur de Londres, muy lejos de las villas kilométricas habitadas por mafiosos dueños de campos de petróleo rusos y árabes, que creen que por debajo de veinte millones de libras sólo puedes optar a una vivienda de protección oficial.

Me gusta este tipo. Es un completo autodidacta de la música. Cuando está frente a una máquina –léase sintetizador o cómo se llamen ahora-, dice que aprieta teclas y gira botones hasta entender qué sonidos dan y cómo se pueden mezclar. Todo al azar, hasta conseguir los sonidos oscuros que son marca de su casa. Luego plasma en ellos su textos de poeta de la sombra –de ahí su nombre-, en los que trata de dar la palabra a los más humildes.

Dice que de no haber sido músico, hubiera abierto un restaurante. Probablemente se hubieran servido los platos con tinta de sepia, para conseguir la negrura perfecta. Desde 2010, Ghostpoet ha publicado tres álbumes, siendo Shedding Skin el último, recién horneado. Un disco magistral, que apunta a listas de fin de año. Habla de gente al borde del abismo, de separaciones, de gente invisible para los demás, de luchas continuas, eso sí, con algo de humor negro, en unos trágicos sainetes de la vida cotidiana en la urbe londinense. Soberbio.

 

 

 

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