Martha & The Vandellas – Dancing In The Street

Leía hoy en un medio de tirada nacional un artículo –muy bueno por cierto, cómo mola cobrar por escribir estas reseñas, yo también quiero- acerca de los cincuenta años que cumple I Can’t Get No Satisfaction, de los Rolling Stones. Un día hablaré de ellos, arrodillado ante los p… amos, aunque hayan cometido cosas miserables, pero lo haré cuando tenga un día entero para pensarme bien cómo contarlo.

Porque sí, porque son los Rolling, porque la única vez que les vi fue en un sitio inverosímil, con la piel de gallina durante tres horas y la conciencia tranquila de quien ya se puede morir, y esto son recuerdos para lo que me queda de vida. Y porque Satisfaction es la esencia misma del rock. Aleluya.

Total, en el artículo mencionaban a la canción Nowhere to Run, de Martha & The Vandellas, como la fuente de inspiración del legendario riff de Keith Richard, mientras que la letra se inspiraba en un verso de Chuck Berry sacado del tema Thirty Days, que decía “I can’t get no satisfaction from the judge”.

Martha & The Vandellas. Andaba detrás de ellas desde hace tiempo. No pueden no estar en un blog que se nutre de los últimos sesenta años de la música popular para alimentar 1.000 entradas. Mil pueden parecer muchas –coge un papel y empieza a escribir los nombres de los grupos y artistas que te gustan, verás como no pasas de 200-, pero cuando toque el día 1.001, no quiero estar lamentándome por no haber incluido a los esenciales.

Martha Reeves and The Vandellas Dancing in the street

Anda que no son imprescindibles unas chicas que cantaron Dancing in The Street, Nowhere to Run, Heat Wave o Jimmy Mack. La historia recordará a Martha Reeves, con su voz aguda y ronca a la vez, pero no nos olvidemos de sus acolitas Annette Beard, Rosalind Ashford y Gloria Williams. Ni olvidemos sus vestiditos rosa clarito, sus manos enguantadas de blanco, sus caras pre-Michelle Obama, sus sonrisas que respiraban un aire sesentero impoluto del que hoy sólo perdura un vago recuerdo.

The Vandellas nacieron en 1960 de la fusión de The Del-Phis con The Fascinations, de la que Martha Reeves era cantante y líder. Bendita época en la que podías montar cualquier grupo sin preocuparte por el nombre, con la certeza de que nadie ya lo tenía cogido. No como hoy que quieres registrar una web y ves cómo todos los dominios ya están pillados aunque pongas cinco consonantes seguidas y elijas un sufijo de alguna isla perdida del pacífico, de estas que quedan asoladas con cualquier ola de medio metro de alto.

No todo fue un camino de rosas. En 1960 el grupo sacó algunos singles parecidos al Madrid: mucho ruido y pocas nueces –jaaaa, cada vez que me meto con este club pierdo a la mitad de mi audiencia, si es broma, que me gustaba mucho Zamorano-. Contrariada, Martha Reeves se separó y llamó a la puerta de la Motown, pero después de ser invitada a una demo, se presentó el día equivocado y lo único que consiguió fue un puesto de secretaria de uno de los directivos del sello, Mickey Stevenson. Fue cómo logró volver a enchufar a su banda, que pronto se convirtió en el máximo acompañante de todas las bandas que pasaban por el estudio, como Marvin Gaye.

En 1963 se aproximaron una primera vez a la gloria con Come And Get These Memories, aunque alcanzaron el panteón de las diosas del soul algunos meses más tarde, con (Love i Like a) Heat Wave. Fenomenal canción, alegre y despreocupada, que le hizo decir a Martha Reeves muchos lustros después: “cuando grabábamos, no hacía falta alejar a los niños, todo era amores, amistades, risas y buen rollo”.

Hasta 1972, la banda no varió su estilo, haciéndole competencia a bandas casi clonadas, como The Supremes, The Crystals, The Shangri-Las y muchas más The algo. Enfilaron un montón de hits, como Quicksand, Live Wire, I’m Ready For Love, Jimmy Mack o Nowhere to Run -#358 en la lista de las 500 canciones más grandes de la historia de la música popular según la revista Rolling Stones-. Decenas de millones de discos vendidos en diez años, quién da más.

Y para la posteridad, Dancing in The Street, inconfundible oda a las ganas de pasarlo bien y bailar en cualquier momento. Uno de los temas más versionado desde su publicación en 1964. Compuesto por Mickey Stevenson y Marvin Gayes, a Martha Reeves le pareció inicialmente demasiado repetitivo y se empeñó en aportar los cambios necesarios, hasta quedar satisfecha después de tan sólo dos tomas de grabación. Si bien el dúo Bowie Jagger la convirtió en un hit atemporal en 1985, la canción estuvo interpretada decenas de veces antes: The Kinks, The Mamas & The Papas, Little Richard, Grateful Dead, Neil Diamond, Van Halen, The Who, Phil Collins y una larga lista de artistas y grupos. La marca de las canciones grandes y eternas.

 

 

 

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