Con un poquito de retraso sobre el resto del mundo, acabo de ver íntegro el vídeo de Happy, de Pharrell Williams. Habría que ser imbécil para no reconocer que es una canción genial. Yo soy un cretino, pero no un imbécil –hay un matiz-. Es la canción perfecta, con una alegría terriblemente contagiosa que pone a todo el mundo de acuerdo, lleves cresta o pelo largo, chanclas o botas, camiseta o corbata, Schott o chándal. La canción universal. Como lo fue hace pocos años I Got A Feeling de Black Eyed Peas. Y como lo fue hace casi 40 años Wooly Bully, de Sam The Sham & The Pharaohs.
Archivo por meses: julio 2014
Tears For Fears – Shout
Jatetú qué poca cosa somos, y cuan difícil es reconocer que uno lleva sumergido treinta años en un abismo de ignorancia. Desde 1984, cada vez que escuchaba la canción Shout –decir que cada vez menos y siempre por casualidad no me va a salvar del ridículo-, tarareaba al unísono “Shout, shout, la li la la”. No porque no había pillado la letra, sino simplemente porque siempre creí que esto mismo cantaban. Ojo que hablamos de los 80s, ¿quien se iba a molestar escribiendo frases completas cuando onomatopeyas convincentes bastaban? Tampoco puedo esconderme detrás de un oído cada vez más deficiente –algunas dicen que más bien selectivo-, porque hace treinta años oía como un murciélago –tengo un breve papel en el pozo donde le damos un susto de muerte al pequeño Christian Bale en Batman Begins, cuando la vuelvas a ver busca uno con un tomate verde en el pecho, soy yo-. Total, mazazo en toda regla, no era “la li la la”, sino “let it all out”.
Natalia M. King – Soulblazz
Los discos de Natalia M. King huelen bien. Desprenden ese olor característico a esa vieja América que queremos a pesar de todo. No la que nos espía, que saquea el planeta, que hace trampas, que colecciona armas, que ejecuta, que cena a las seis, que jura biblia en mano, que ha vendido su alma a los bancos y que sigue sin brillar en fútbol. No, huelen a carreteras hacia el infinito, a gorro de los Bulls, a maestros de todas las artes, a costillas grasientas, a Marlboro Classic paquete blando con Zippo, a humor idiota contagioso, a mitos y leyendas. Y huelen bien porque Natalia M. King lleva quince años viviendo en Francia, juas.
Calimero – Canción De Calimero
Hoy Calimero -el de verdad, yo no- cumple medio siglo. El pollito feo con cascarón atornillado en la cabeza cual rapero huevón, compañero infeliz de todas las pequeñas desgracias cotidianas, adalid de la lucha contra las injusticias domésticas, entra en su mejor década –oye, uno se auto convence como puede-.
Sleaford Mods – Divide And Exit
“Antes de dos años, habrá una revuelta social en UK”.
No lo digo yo. No lo dice un independista escocés. No lo dice Paul Church en su versión inglesa –George Galloway, líder del partido Respect, aunque él aspire a ello-. No lo dice ningún informe secreto de la CIA o del FMI –en realidad igual hay un montón de ellos, pero al ser secretos, pues como que no-. No, lo anuncia tranquilamente un amigo mío, banquero, ejecutivo en una de las grandes entidades financieras españolas. Lo dice muy convencido, cual pitonisa socióloga. Tan seguro está, que ha aceptado que su banco le traslade a Londres en este verano, para así presenciarlo en directo.
Cloud Boat – Model Of You
Después de elegir al artista del día, tarea mucho más difícil de lo que aparenta, muchas veces corro el riesgo de no encontrar nada para contar. Me gustan los de mi época, o más antiguos aún, porque siempre hay un montón de tonterías que colar por aquí, y se dice que para contar sandeces últimamente me estoy luciendo –no sé cómo tomármelo-. Pero los músicos de hoy, salvo contadas excepciones, son sólo eso, músicos. Tienen un recorrido demasiado corto como para darles un poco de chicha, de grosor, de profundidad, aunque sean anécdotas curiosas o graciosas. No se meten ni se comprometen -ya sé que voy chocheando con este discurso muchas veces repetido-. Tocan y luego lo twittean, “hemos tocado”, y al rato sus 3.000 seguidores contestan con un prudente “Guay”, preguntándose “¿y quién c… son estos?”.
Billy Idol – Dancing With Myself
Billy Idol hizo cuanto pudo para figurar en los manuales que recogen aquellos geniales años 76/77 y la ola punk efímera. Pero los criterios de acceso eran drásticos. Había que ser o los más chalados, rabiosos e irreverentes (Sex Pistols) o los más comprometidos y mejores músicos (Clash). Billy lo intentó, se hizo seguidor de ambas bandas, montó su propio grupo –Generation X-, pero al final no cumplió nunca con ninguna de las normas. Cuando vio que no había sitio para él, se zampó la última lata de sardinas y tomó su decisión: se ducharía y lavaría el pelo, se cortaría las uñas, se pondría gayumbos dignos y ropa limpia, y se dedicaría a hacer pop music.