Malcolm McLaren – Duck Rock

[fondo sonoro: nutridos aplausos]

Post nº 300.

[fondo sonoro: silencio respetuoso]

Buf, quedan 700 para acabar con este reto un poco particular –a veces me vienen en mente otros calificativos menos tiernos-, el de llegar a 1.000 discos reseñados seguidos. A veces se trata sólo de una canción, pero la intención es la misma. He calculado que el tres de noviembre de 2015 cruzaré la meta y ya sé qué disco será. De hecho, ya tengo más o menos listo los últimos diez. Es posible que tenga que repetir un grupo o dos de los que ya han estado en los primeros 300, porque me gustan especialmente y tienen que figurar en el final. De momento, vayamos con el 300. Y para no derogar a la tradición de que cada centenar toca algo de los Sex Pistols, visitemos la tumba del maléfico Malcolm McLaren.

Se lo llevó un cáncer hace tres años. La enfermedad fue lo único que no logró manipular a su antojo, como hizo con prácticamente todo el mundo a lo largo de su vida. John Lydon solía decir del ex manager de The Sex Pistols que era la persona más diabólica que le había tocado conocer. Cínico, mentiroso, fabulador, durante una época de su vida se apropió de cosas que no eran de él. Tenía un ego desmesurado, aunque en alguna ocasión no le impidió perder, como en el juicio contra John Lydon, que le obligó a restituir al cantante no sólo el nombre del grupo Sex Pistols sino también buena parte del dinero de los derechos de autor.

Sin embargo hay que reconocerle un enorme talento para crear y modelar, en un bucle sin fin en el que durante años supo renovarse mejor que nadie para no caer en el olvido. Fue empresario, manager, gerente dueño de tienda de ropa, diseñador, compositor, cantante, combinando con mucho arte múltiples facetas de tipo culto con don para hacer dinero. Nació justo después de la segunda guerra mundial, de padre escoces que se marchó de casa cuando Malcolm sólo tenía dos años, y madre judía que le dejó a su abuela y prácticamente desapareció. Su abuela era hija de un vendedor de diamantes portugués de origen judío, y al pobre chiquitín le inculcó su apotegma favorito: “es bueno ser malo mientras que ser bueno es simplemente aburrido”. Con semejante enseñanza el pobre Malcolm no podía evolucionar favorablemente, aunque pudo ser peor. Después de una infancia sin demasiados problemas, se dejó atraer por el movimiento situacionista, especialmente el King Mob, un grupo radical que trató de contribuir a la revolución social del proletariado en todo el mundo. Luego llegaría a la conclusión de que molaba más hacer dinero, y se metió de lleno en el negocio de la ropa con su compañera sentimental Vivienne Westwood –abrieron en 1971 la famosa tienda Let It Rock, en Kings Road, que luego pasaría a llamarse Sex- y él de la música. Primero, a finales de 1973, como manager de los New York Dolls, dándoles ropa de su creación para los conciertos. Segundo como manager de The Sex Pistols, en 1975. McLaren siempre dijo que creó y moldeó el grupo. Es cierto que cuando conoció a Johnny Rotten, la banda ya estaba montada y sólo faltaba a alguien que pudiera encender la mecha de la bomba. Rotten cumplió a rajatabla con el papel, eclipsando por completo al manager con sus letras provocadoras y su forma de interpretarlas en concierto. Por ello Malcolm maniobró para quitárselo de encima en cuanto pudiera, concretamente durante la gira por los US en 1978. Jugada nefasta ya que el grupo no sobrevivió a la salida de su líder carismático. Después del split de la banda, lo volvió a intentar con Adam & The Ants y un grupo de chicas, Bow Wow Wow, sin lograr repetir el mismo éxito.

duck rock

En 1982 se lanzó en una carrera en solitario, con un don para pillar tendencias antes que cualquiera. De ahí nació en 1983 el disco Duck Rock, con su grupo The World’s Famous Supreme Team, en el que plasma temas de rap, hip hop, scratching y world music, después de presenciar un concierto de Afrika Bambaataa cuando estaba tratando de “vender” Bow Wow Wow en NYC. Este álbum contenía dos hits, Double Dutch y sobre todo Buffalo Gals, una versión de una canción tradicional US con el que UK descubrió el hip hop-. El año siguiente saca un nuevo single, inspirado en la ópera Madame Butterfly, que llega a funcionar muy bien en Europa. Pero a partir de ahí el fenómeno empieza a decaer, pierde el olfato –en 1985 se acercó a una joven banda, The Red Hot Chili Peppers, pero su oferta de “reforma” visual rozó el ridículo y fue rechazada por el líder de la banda Anthony Kiedis– y terminó cayendo en el olvido o casi, debiendo tirar del fenómeno punk –que se apropió en múltiples ocasiones, hay que j…- para seguir existiendo musicalmente, hasta su muerte en 2010.

Te dejo con los tres temas mencionados, más una canción curiosa con Catherine Deneuve, llamada Paris Paris. Hala, adiós Malcolm.

 

 


Escucha los «mejores» temas de Malcolm McLaren

Los Coros Del Ejército Soviético – Campo Gran Campo

Ayer estuve en una feria de vinilos, en Madrid. Me decepcionó un poco la verdad, mucho disco nuevo –para eso voy a una tienda-, y muchos estándares de casi todos los repertorios. Eché en falta, a parte de un montón de grupos de mi juventud, cosas raras, de estas que dices what the fuck este pollo, que te invita a coger el disco, darle la vuelta para descubrir de qué va, sacar la funda interior para seguir indagando, a ver si te suena de algo. Claro que algunos había, pero no del tipo de los discos bizarros que a mi me gustan. Cuando yo me hice con la colección de LP’s que quedaban en casa de mis padres, aproveché para llevarme unos discos que siempre estuvieron ahí, a mi alcance, por muy lejos que recuerde. Cosas raras de verdad, o no tanto.

Les Choeurs de l’Armée Soviétique à Paris. 1963-194. Dirección Boris Alexandrov. Qué c… hacía este disco en mi casa? Desde luego políticamente no tenía cabida, mi padre fue, es y se irá como fan de De Gaulle, como yo lo soy de Johnny Rotten, signos de los tiempos. Musicalmente es otra cosa. La verdad es que es suntuoso. Los Coros del Ejército Soviético forman uno de los conjuntos vocales más afamado del mundo, desde su creación en 1928. Nacido en el seno del ejército rojo, reúne las voces más graves, profundas y potentes, seleccionadas de entre los cientos de miles de soldados que integran los batallones y regimientos soviéticos. Y también músicos y bailarines. Fue creado para servir y apoyar la patria, darle ánimo a sus soldados y exaltar el ideal revolucionario del país. Los Coros no son una única entidad. Hay dos conjuntos que se pueden prevalecer de esta prestigiosa apelación: el Conjunto Aleksandrov, fundado en 1928, y el Conjunto MVD, de 1939. El primero dependía del Ministerio de Defensa soviético y el segundo del Ministerio del Interior. El repertorio se inspira en la música tradicional rusa, de cantos sagrados y de óperas populares.

El primer Conjunto contaba inicialmente con tan sólo doce artistas. Se produjo por primera vez bajo la dirección de Aleksandr Aleksándrov en el este del territorio, para ofrecer algo de distracción a los soldados designados para construir el ferrocarril de extremo oriente. Falta hacía. Cinco años después, ya son tres cientos los soldados que lo integran, separados en tres clanes: el Coro propiamente dicho, los músicos y los bailarines. Durante la segunda guerra mundial, se produjo más de 1.500 veces en los distintos frentes abiertos por el ejército, en trincheras, hospitales, campos de batalla, allá donde la fe se resquebrajaba y la razón se perdía. Un año después de finalizar la guerra, fallece Aleksandr Aleksándrov y le sustituye su hijo, Boris Aleksándrov, hasta su jubilación cuarenta y un años después.

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En 1963, un sello francés, Le Chant Du Monde, especializado en música clásica francesa y rusa, invita al Coro a Paris, para grabar un disco, este que tengo entre mis manos. Esto es lo que dice el director del sello en la contraportada del vinilo: “Los días 17 y 18 diciembre de 1963, tuvimos el privilegio de grabar, Sala Wagram en Paris, el admirable Coro del Ejército Soviético, que dirige el Coronel Boris Aleksándrov. Este disco restituye las voces incomparables de algunos de los más grandes solistas del Coro y los Coros propiamente dichos. Tenemos grabado en nuestro corazón lo que este disco no puede exprimir: la alegría, la felicidad, la pasión de todos estos artistas, la autoridad sonriente del inmenso Director de Orquesta Boris Aleksándrov, la calurosa amistad que reúne a todos estos hombres, que supieron compartir con nosotros”. Te dejo con dos de los temas del disco. Campo, Gran Campo –en ruso Póliushko Pole-, uno de los cantos militares soviéticos más famosos, wow, fascinante. Y el himno ruso, uno de los más bellos del planeta. Estremecedor.

 

 

Tricky – Black Steel

Tricky, el personaje con el que no te gustaría encontrarte de noche en una calle oscura. Ni con cinco sicarios colombianos a sueldo, uno en cada lado, delante y atrás. Fiouck, esto suma cuatro, dónde está el quinto? No preguntes, cuanto menos sepas, mejor. Tricky, el maestro del trip hop mid tempo desesperado, con mirada a la altura de la música gélida que lleva veinte años componiendo. Tricky, cuerpo cubierto por tatuajes de ex galeote indultado por el mismísimo alcalde de Bristol. Tricky, el niño astuto con sangre italiana, africana, irlandesa e india que no quería ser de ningún sitio y de todos a la vez, músico único y sin color, tal como reclama. Tricky, DJ aventajado, producto de una enseñanza musical de primera, legado de sus abuelos. Tricky, el patito feo de The Wild Bunch, creador respetado –¿adulado?- por toda la industria musical. Se cuenta del último en hablar mal de Tricky que le llovieron mil plagas y que desde entonces vive repudiado por su familia.

Tricky no era un santo. De joven llegó a pisar la cárcel por receptación de billetes falsos, una actividad propia de esta edad. Quién no, ¿verdad? La música le sustrajo a un futuro más bien incierto, probablemente violento, con esperanza de vida de otro siglo. Cuando no había cumplido todavía la mayoría de edad, ya estaba rapeando con el grupo The Fresh 4, en los sound systems de Bristol. Ahí es donde entabla amistad con The Wild Bunch –nombre sacado de la película obra maestra de Sam Peckinpah, mal traducido aquí, como de costumbre, por Grupo Salvaje-. En el seno de la comunidad jamaicana de la ciudad, The Wild Bunch es el referente a la hora de mezclar sonidos blancos y negros, dub, funk, reggae, soul, hip hop. Es en esta época que nace el famoso sonido de Bristol, a mediados de los 80’s, de la mano de tipos brillantes como Robert del Naja alias 3D, Grant Marshall, Andrew Vowles, Geoff Barrow –más tarde miembro fundador de Portishead-. Cuando se disuelve este colectivo, nace Massive Atttack, formación en la que Tricky aporta textos y músicas sin nunca convertirse en miembro regular. Tricky quiere ser libre, no encasillarse. En paralelo trabaja para el primer álbum de Massive Attack, Blue Lines, 1991, en el que figuran tres temas aportados por Tricky, Blue Lines, Five Man Army y Daydreaming. Ante el enorme éxito comercial de Blue Lines, Tricky se aleja un poco más, por temor a perder su identidad musical.

tricky black steel

Sigue un periodo de amor odio con Massive Attack, con peleas seguidas de colaboraciones más o menos fructíferas en el segundo disco, Protection, 1994-, y una carrera en solitario que tarda en materializarse. Forma otro combo con un ex de la banda post-punk The Pop Group, y con la ayuda de Massive Attack, saca en 1995 por fin su primer disco, Maxinquaye –del nombre de su madre que se suicidó cuando el músico sólo tenía cuatro años-, oscuro y misterioso mix de soul, hip hop, dub, rock y electrónica, con la voz de su novia del momento, una jovencísima Martina Topley-Bird, y en alguna ocasión, de Alison Goldfrapp. Quintaesencia del sonido de Bristol, Tricky y su Maxinquaye de un lado, Massive Attack y su Protección de otro, hacen frente común contra el clasicismo y la ligereza de la brit pop. La batalla termina en empate, according to Fiouck.

En los cerca de veinte años siguientes, Tricky se gana a pulso una fama de tipo enigmático y conflictivo. No le van las lentejuelas ni los focos. Prefiere el maquillaje, que le ayuda a crear un doble para prestarse al juego de los medios, sin tocar a su sacro santa independencia. Multiplica las colaboraciones, con Bjork, el Wu-Tang Clan, Neneh Cherry, Alison Moyet, Damon Albarn, Garbage, Elvis Costello, y muchos más. Saca otros nueve álbumes, siendo el último de mayo de este año, False Idols. Algunos rozan la obra maestra, otros son para olvidar –y se olvidaron-.

En el primer álbum, Maxinquaye, figuraba la canción Black Steel, que te traigo con el zumito. Enorme tema esquizofrénico que forma parte de mi top veinte de toda la vida. Si con esto sigues en la cama dentro de 6’34», te mando a Tricky a ver qué puede hacer por ti. Y a los cinco colombianos, de paso. Hala, sube el volumen, luego zumito y a misa.

 

 

Escucha Black Steel, de Tricky