Año tropecientos mil. Un platillo volante pequeñito trata de hacer trampa y zigzaguea desesperadamente para no ser engullido por otro platillo volante enorme, dirigido por un tipo vestido de negro, con casco de plástico inverosímil, respiración bucal ruidosa –tiene que oler a cuadra ahí dentro- y una mala leche que enfría las aspiraciones de cualquier tripulante a convertirse en Almirante. En el pequeñito, una chica con peinado espantoso da sus últimas instrucciones a dos artilugios pre-iPhone –un quejica chapado en oro que se hace llamar Ronaldo C3PO y otro que no hay quien le entienda-, antes de expulsarlos del platillo hacia un planeta desértico. Ahí dan sus primeros pasos en la arena al son de una música ligera de Igor Stravinski.
Igor Stravinski – La Consagración De La Primavera
7