Seal sufre lupus eritematoso diseminado por lo que tiene tetas tremendas –ay no, esa es su ex mujer- curiosas marcas en la cara, cicatrices enviadas por dios -Elvis no, el otro-, como él solía decir con pudor al principio de su carrera. También tiene una ex-pareja de infarto voz emocionante y cálida, hecha para la soul, aunque demasiadas veces malgastada en pop facilón.
Seal Henry Olusegun Olumide Adeola Samuel tuvo una infancia dura. Abandonado por sus padres (padre nigeriano y madre brasileña), fue dado en adopción al nacer. Pero a los cuatro años, volvieron sus padres biológicos y de nuevo se lo llevaron. Sin embargo dos años después su madre volvió a marcharse, dejándole con un padre violento. Con quince años estuvo viviendo un tiempo en la calle, cosa que no le impidió graduarse y conseguir un diploma de arquitectura. Ole el crack. Luego estuvo un tiempo tonteando con varias bandas de funk y blues en asia, especialmente Japón y Tailandia, pasó una temporada en la India antes de regresar a Londres. Ahí conoce por fin la suerte, en la persona de Adamski, un DJ residente entre Londres e Ibiza que le encarga poner letra y voz a un tema suyo. La canción se llama Killer y se convierte en un hit internacional. Esta repentina fama le abre las puertas de las discográficas y de un primer álbum.
En 1990, el estilo funk soul r&b está un poquito trillado. A la izquierda el enano púrpura, a la derecha el ex boxeador ególatra. Sin embargo Seal va a encontrar su sitio, con un estilo soul r&b más sobrio, un pelín místico –aunque comparando con Prince y Terence Trent d’Arby pueda parecer de risa-, y sobre todo apoyado en una voz cálida llena de emoción. El álbum, llamado como él, llega en un plis plas en el puesto #1 de los charts británicos. De él se extraen 5 singles que arrasan allá por donde pasan: Crazy, Killer, Future Love Paradise, The Beginning, Violet. Realmente no hay ningún tema ni siquiera mediocre, el disco rebosa talento. El sonido es «nuevo», Seal busca la harmonía y la belleza en cada nota. Todo lo hace con un talento impecable, ayudado en ello por el maestro Trevor Horn –ex miembro de Art of Noise, co-fundador del sello ZTT, arreglador para Frankie Goes to Hollywood, Grace Jones, Simple Minds, Tom Jones, Tina Turner, Pet Shop Boys, por sólo mencionar algunos-. El disco vende tres millones de copias el primer año y recibe el Brit Award al mejor disco en 1992. Luego vendrán otros siete álbumes –de los que dos con versiones de grandes estándares de la soul music-, pero la magia del primero poco a poco se irá perdiendo.