Q Lazzarus – Goodbye Horses

Jame Gumb –Jame sin “s”, debido a que su alcohólica de madre no supo escribir bien el nombre de su retoño en el acta de nacimiento- es el personaje de literatura/cine que más me ha atormentado. Y eso que tuve mi periodo de lector asiduo de obras, de ficción o no, sobre psicópatas y asesinos en serie. Curiosamente, en el Silencio de los Corderos, no es el personaje central, por mucho que toda la peña de Quantico –cantera del FBI- ande detrás de él por todo el territorio americano. El afable Hannibal Lecter le roba el protagonismo, sin duda, incluso Clarice Starling y su perfume barato es fascinante. Pero los últimos diez minutos, dedicados al antro de Buffalo Bill donde retiene a su próxima víctima aterrorizada, son espeluznantes, con una tensión que va crescendo a medida que se escucha de fondo Goodbye Horses, de Q Lazzarus.

Jonatham Demme, el director de la película, tuvo un ataque de genialidad al elegir este tema. Es difícil disociar la canción de la escena en la que Buffalo Bill baila, mirándose al espejo, escondiendo su sexo entre sus piernas, terminando de coser grandes trozos de piel femenina para hacerse un traje y así verse como la mujer con la que siempre ha soñado ser. Jame Gumb alias Buffalo Bill es un enfermo mental, su obsesión es repulsiva y quita el aliento sólo con pensar en ella. Y Goodbye Horses consigue perfectamente acompañar a este personaje en su siniestra locura, creando una atmósfera opresiva, lúgubre, mareante.

qGoodbye Horses, compuesta en 1988 por William Garvey e interpretada por Q Lazzarus, es la única canción conocida de esta artista. Un one hit wonder magistral y atemporal. Según su autor, la canción habla de “la trascendencia respecto a los que ven el mundo como algo meramente terrenal y finito. Los caballos representan los cinco sentidos de la filosofía hindú -El Bhagavad Gita- y la capacidad de cada uno para levantar su percepción por encima de las limitaciones físicas y ver más allá de esta perspectiva terrenal limitada”. Wow, Buffalo Bill estaba pirado perdido, pero William Garvey –fallecido en 1989- tenía su puntito también…

Q Lazzarus en realidad se llama Shannon Funchless, es neoyorquina, se parece increíblemente a Grace Jones, y ahora canta en un dúo electrónico, Light Asylum, con Bruno Coviello. El año pasado sacaron un álbum, homónimo. La voz ha envejecido, pero sigue igual de poderosa y sugerente. En otro post hablaré de este prometedor proyecto.

Venga, escucha Goodbye Horses, apuesto un dedal a que se te hiela la sangre inmediatamente.

 

Escucha Goodbye Horses, de Q Lazzarus

Ultravox – Vienna

Ultravox, ex Tiger Lily, no fue nada antes de la llegada de Midge Ure, y volvió a la nada después de su salida. Tres álbumes sacaron antes de Vienna –sin contar los que sacaron como Tiger Lily-, pero tuvieron ventas irrisorias –ni sus madres lo compraron, hay que ver-. Demasiada imitación al principio –querían ser como Roxy Music o The Velvet Underground-, demasiado tarde luego –inicialmente el nombre iba seguido de una exclamación como Neu!, cuyo sonido Krautrock les inspiraba-, finalmente demasiado a contra corriente –el synthpop delicado vs la apisonadora punk rock-. La banda estuvo a punto de desaparecer varias veces, y no encontró su sitio hasta que integrara la banda Midge Ure, en 1979, procedente de varios grupos a la vez: Visage, The Rich Kids y Thin Lizzy. Tres grupos con estilos radicalmente opuestos, pop electrónico para el primero, punk para el segundo, hardrock para el tercero. Es como ser del Madrid, del Barça y del Aleti a la vez. O tenía varias mujeres, o muchas deudas –¿quién ha dicho que es lo mismo?-. Total, va este hombre, se hace con el mando, compone Vienna, ¡champagne!, pasa a otra cosa, y otra vez en decadencia, hasta la separación del grupo algunos años más tarde.

Ultravox-Vienna-album

Vienna es el cuarto álbum de Ultravox. En plena ola New Romantics –acuérdate, Spandau Ballet, Duran Duran, jo, qué cosas- y synthpop –Soft Cell, Visage, Depeche Mode, Japan, Human League, jo, qué cosas-, Ultravox añade una pizca de guitarras rock y una orquestación que roza el drama en algunos temas. Sin embargo el disco estuvo a punto de conocer la misma trayectoria que los anteriores, hasta que saliera el tercer single, Vienna, en enero de 1981. Exitazo inmediato para una canción pomposa y con aires sinfónicos. El grupo venderá 300.000 copias del disco sólo en UK. El single estará cuatro semanas seguidas #2 de los charts –no llegará al primer puesto por culpa de una canción de John Lenon, Woman, y luego de un tal Joe Dolce, con el tema Shaddap Your Face-. Será declarada canción del año en los Brit Awards. La verdad es que mola.

Escucha Vienna, de Ultravox