Imagina un rimero de ropa para planchar, algo así como la casi totalidad de tu armario amontonado a la espera de que lo ataques por la vertiente norte, piolet en la mano izquierda, plancha en la derecha. Pero estás decidido y empiezas, eres un tipo fuerte y acabas con el montón. Y te sientes orgulloso y lo celebras con una coronita muy fresca, planchar da calor ¿verdad?. Ahora imagina que vuelves al día siguiente al cuarto ese, y ¡maldición!, ahí está otra vez la montaña de ropa, lista para planchar. Abres una nueva vía, vertiente sur, y de nuevo puedes con ella, pero al día siguiente, horror, otra vez, y, la madre que le parió, otra vez, y, fucking jesus, otra vez… Y hay días que te c… en todos los muertos. Pues así me siento yo hoy, con este blog. Me apetece escribir el post de hoy tanto como frotarme los testículos con una rama de acebo. Para que veas.
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The Ting Tings – We Started Nothing
The Ting Tings, o cómo reinventar a los B’52s treinta años después. Electro punk –no deja de ser pop, no nos embalemos- divertido, energizante, que no se toma en serio. Dúo inglés irreverente y simpático de Manchester, The Ting Tings no puede ser mala gente, sobre todo después de declarar que prefieren vomitar en sus pies antes que hacer música a lo David Guetta.
Todo empieza cuando el abuelo de la cantante, Katie White, gana muchos millones de euros en la lotería nacional inglesa, y decide distribuir un millón de euros entre cada uno de sus tres hijos. Al padre de Katie, a parte de regalarle un poni –oooooh qué monada, dicen las chicas- no se le ocurre otra cosa que montar un sello musical. Esto lo hace en Londres y a agarrarte. Pero intentarlo donde vivían, es de tarados. Lowton es un pueblo situado a veinte kms al oeste de Manchester. Esta aldea aburrida es mundialmente famosa por ser el lugar donde, en 1830, sucedió el primer accidente ferroviario trágico de la historia: un muerto, William Huskisson, espantosamente arrollado por la famosa Stephenson’s Rocket, lanzada a la velocidad criminal de 18 km/h. Se pone Chuck Norris delante y descarrila el tren, vamos. Arropada por las ideas locas de su padre, la Katie se mete de lleno en la música. Monta una primera banda femenina de punk, llamada TKO –por Technical Knock Out-. Durante una de las pocas actuaciones en directo, conoce a Jules de Martino, con el que se reconoce influencias musicales comunes. No tardan en empezar a componer temas y crean un primer grupo, Dear Eskiimo, así con dos ies. Obviaré los motivos y la justificación del nombre, a veces los delirios de los jovencitos enervan. Ni TKO ni esquiimales, pero sí Ting Tings.
En aquellos tiempos pre éxito, la Katie trabajaba en una tienda de ropa, donde tenía una amiga china llamada Ting Ting, algo así como kiosko musical en mandarín. Le añadieron la tan rock’n’roll partícula The, lo pasaron a plural, decidieron pasar de otros músicos, y se decantaron por un dúo, repartiéndose las tareas. Katie White se encargaba de la voz, la guitarra, el bajo, las campanas de vaca, la colada y las colas en correos, mientras que Jules De Martino hacía de batería, guitarrista, pianista, bajaba la basura y cambiaba la funda nórdica, que es un auténtico coñazo. Y todo esto financiado por papa White, con lo que le quedaba del millón del abuelo.
Jugadón, Sr White! Chapeau! El primer álbum de The Ting Tings, We Started Nothing, arrasa literalmente. El primer single That’s not my Name fue #1 de los charts británicos nada más entrar. El álbum alcanzó el mismo puesto también nada más salir y vendió dos millones de copias. Los dos singles That’s not my Name y Great DJ vendieron cuatro millones de copias. A mi me encanta, tiene una alegría y una energía envidiable, para bailar y pasarlo bien. La revista NME –New Musical Express- lo calificó de mejor álbum pop inglés de los últimos veinte años. Yo diría que el mejor álbum pop desde los B’52s, treinta años después.
Escucha entero We Started Nothing, de The Ting Tings