Ayer estuve en Londres. Bueno, para ser exacto, en las afueras, a exactamente 1.602 kilómetros más al sur del centro de la capital inglesa, en un pueblo llamado Navamorcuende. Un pueblo sin alma, medio fantasma, como todos los pueblos de 2 a 6 de la tarde cuando el sol amenaza con hacerte añorar el invierno. El hambre nos pilló justo ahí y elegimos mal el chiringuito, normal. Cuando todo puede ir mal, irá peor, decía el otro.
Ximena Sariñana – Mediocre
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