Cuando era un chaval, era un lector ávido de los Comics de Marvel. Mi preferido era Iron Man, sin duda. La de veces que me miré el torso en busca del artilugio circular por donde iba a salir el láser redentor. A la larga lista de profesores que soñaba con pulverizar con mi rayo vengador, había añadido aquel policía que me había multado por cruzar un paso peatonal montado en la bici. Pero en su lugar empezaron a aparecer algunos pelillos y al final me conformé con ellos, en el fondo iba a ser un hombre, qué guay.
James Rhodes – Beethoven
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