Lonelady – Hinterland

Esta mañana mientras tomaba mi café al sol, pude observar el curioso comportamiento de un insecto volador caminando por la mesilla. Cada pocos segundos se ponía boca abajo, estiraba las alas al máximo y, eso creo haber visto, también las patas, ofreciendo su recto a los dardos del sol –suponiendo que lo tenía donde impera cierta lógica biológica-. Luego se ponía de nuevo sobre sus patas, caminaba pocos centímetros, y otra vez, cual ruso ebrio en la calle. Le di un capirotazo antes de que se diera un baño en mi café.

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