Hubo una época no tan lejana –pongamos el año 2000-, en la que tener un dominio internet con dos “o” seguidas apuntaba al no va más y olía a éxito asegurado. La anomalía de las dos vocales repetidas evocaba comunicación, universalidad, redondez, suavidad, infancia. Hoy, quitando Google, tiene cierto tufillo a pedoo prehistórico y marcas como Yahoo, Wanadoo, Kelkoo, Fuckyoo o Keeboo –más de 16.300 dominios con dos “o” finales se habían registrado antes de iniciarse el siglo XXI- apenas tienen presencia ni reconocimiento.
Kajagoogoo – Too Shy
5