Lo confieso, de adolescente soñé un número ingente de veces con que los hermanos Gibb pasaban a mejor vida y nos dejaban los oídos en paz. Como era un poco idiota, lo decía alto y claro, cual suicida frente a un genero femenino transido de amor por el cantante, Barry. Pero en fin, eran cosas de chavales, yo era un buen tomate, no lo decía en serio. Así que no me mires a mi, no tengo nada que ver con que tres cuartas partes de los hermanos Gibb hayan cumplido con una fantasía de quinceañero. Hoy mi concepto de Fortuna es más prosaico, con un buen euro millón me conformo.
Bee Gees – Saturday Night Fever
2