Hay días así que la música ha de sonar exactamente cómo te sientes. Le tiene que pegar al ambiente como si la tocaras tú. Hoy por ejemplo, necesitaba algo plomizo, como si la gravidez se hubiera duplicado. Pero no puedo repetir la entrada sobre el maravilloso Adagio for Strings, de Samuel Barber, cada vez que se enrarece la atmósfera. Así que dije, venga, hoy le toca a Ray LaMontagne.
Ray Lamontagne – Supernova
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