Nino Ferrer – Le Sud

Paró su coche en un camino de tierra blanca, arriba de una colina a tres kilómetros de su casa, a la sombra de algunos robles viejos. Salió, sacó su escopeta del maletero, se adentró en un campo de trigo, miró una última vez la hermosa cañada de su pueblo de Saint Cyprien en el Lot francés, apuntó el arma a su corazón, y disparó. Un suicidio a lo campesino para un aristócrata de alma. Así puso fin a sus días hace quince años Nino Ferrer, autor e intérprete de una de las canciones más bellas del repertorio galo, Le Sud. La muerte de su madre dos meses antes no dejó de ser la gota que colmó el vaso, porque toda su vida fue como un malentendido. Él no quería haber cantado muchas de las canciones que le habían traído comodidad, fama y mujeres. Tenía otra idea de su talento, tal y como dijo a su amigo del ama, Richard Bennett, pocas semanas antes del trágico desenlace: “Date cuenta, he escrito y compuesto más de dos cientos canciones, pero la gente sólo conoce tres”. Esto le mataba.

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