The Killers – Hot Fuss

Mormon’n’Roll! Qué cosas pasan… Si me apuro algún día tendremos grupos de wahhabismo’n’roll y de haredim’n’roll. Bueno, puede que aquel día la tierra gire mejor. Como decía mi amigo Darth, “Cuan poderoso es el lado luminoso del rock’n’roll!”. Aunque, se rumorea que Darth bebía, y que se le iba la olla, que tenía voluminosa.

A lo que iba, después del tercer disco de The Killers, que en total representaron cerca de 15 millones de copias vendidas en el mundo, se empezó a saber que el amigo Brandon Flowers era mormón, por sus padres, y también por convicción propia. De repente empezamos a mirar los discos en cuestión de otra forma, con una pregunta punzante: puede el miembro de una iglesia que prohíbe el alcohol -entre otras cosas-, hacer buen rock’n’roll? Porque en el fondo el tema es ese, el rock se rige por unas reglas, aunque no escritas, sí admitidas por todos sus maestros y alumnos: no hay rock sin un buen whisky/cerveza/ginto/vino/ron/vodka –que cada cual elija su brebaje preferido-. Bueno, eso creo yo.

Brandon era el sexto hijo de una pareja de mormones de Henderson, cerca de Las Vegas. Mormón suena casi lindo e inofensivo, aunque no deja de ser La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Ya, bueno, mientras sigan inofensivos… El bueno de Brandon tenía un hermano de doce años mayor que él, que curiosamente logró introducir música subversiva en casa: The Smith –con el cretino de Morrisey-, The cure –del genial gordinflón-,  The CarsRick Ocasek for President-. Pero su decisión de vivir por y para la música la tomó un día que iba camino de la universidad, al escuchar en el coche Heroes, de Bowie.

Hot Fuss

En 2001, después de un primer intento con la banda Blush Response, empieza a formar la banda que le llevará a reconsiderar su vida –aparte de llenarle los bolsillos-, The Killers. Contestó un anuncio del guitarrista Dave Keuning, que buscaba gente con gustos similares, dúo al que se terminaría uniendo, después de algunas entradas y salidas de auto proclamados músicos, el batería Ronnie Vannucci, y el bajista Mark Stoermer. Decenas de pequeñas actuaciones en bares de Las Vegas después, firman con un sello inglés en 2003. Ese mismo año, la banda edita un primer single, Mr. Brightside, del que se enamora Zane Lowe, DJ y presentador de la BBC inglesa, que lo coloca rápidamente en el #1 de su ranking. Empiezan a dar conciertos de más de 25 personas por todo Londres, y de vuelta a los US, por todo Nueva York, donde público y medios les alaban. El primer álbum del grupo, Hot Fuss, sale en junio de 2004. Y triunfa. Siete millones de discos vendidos, #43 de la lista Rolling Stones de los cien álbumes de la década, #1 en los charts británicos, US y australianos, el quinto disco más reciente en estar incluido en el famoso libro “1.001 discos que hay que escuchar antes de morir”. The Killers se convierten de un día para el otro en las nuevas estrellas del rock indie, pero a Brandon, lejos de subirle a la cabeza su nuevo estatus de rock star que hace desmayarse a las chavalas, recapacita y decide volver a aplicar los preceptos de la Iglesia de sus padres: deja de salir de fiesta y de beber alcohol. Encadenan giras, conciertos, promociones, sacan otros tres discos que venderán muchos millones de ejemplares, hasta que Brandon decida separarse de la banda para iniciar una carrera en solitario. Es más o menos donde se le pierde el rastro. He llamado a la Iglesia, pero dicen que “ni flowers”. Brandon, vuelve, que hay leche de soja.

Escucha entero Hot Fuss, de The Killers