Hace mucho que he fumado la pipa de la paz con un montón de grupos de mi juventud, que el buen gusto me prohibía escuchar. Era una época en la que los gustos musicales te definían en todas tus facetas. Como amigo – Elvis Dios los cría y ellos se juntan-, como ex –“Cómo una chica tan guapa como tú puede escuchar esta bazofia”-, como alumno –“No Fiouck, no vamos a estudiar Nevermind The Bollocks Here’s The Sex Pistols en clases de inglés”-, como retoño –“¡Pero hijo no pretenderás salir con estos zapatazos azul eléctricos!”. Era amar cierta música y detestar otra por igual.
Phil Collins – Another Day In Paradise
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