The Verve – Bitter Sweet Symphony

Richard Ashcroft es un músico curioso. Adivino. Podría anunciarse en Tele 5 con un 806 de astrología, le saldría más rentable. En 1993, antes de que saliera su primer álbum, con VerveThe Verve con partícula será para poquito después, con los primeros problemas legales-, dijo en una entrevista que “tenemos nuestro sitio en la historia, y aunque necesitemos tres álbumes para ello, lo lograremos”.

The_Verve

Y así fue. Cuando salió el tercer disco de la banda, con Bitter Sweet Symphony de primer single, se hizo realidad su predicción, aunque el sitio en la historia que consiguió no fue exactamente el que se había imaginado. La canción subió como un rayo en el #2 de los charts en UK, fue top 10 en más de 25 países, Rolling Stone la situó en el #392 de su lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos, Chris Martin de Coldplay llegó a decir que era la mejor canción jamás escrita, numerosas marcas la utilizaron en sus anuncios, algunos equipos de fútbol y baloncesto US la siguen usando como himno al entrar sus jugadores en el campo. En fin, un negocio redondo, ¿Richard?

Pues sí, pero no para él. Ni para The Verve. Sino para ABKCO Records y la banda de Mick Jaegger y sus acolitas necesitados. Resulta que el tema está compuesto alrededor de un extracto de una versión sinfónica de la canción The Last Time de los Rolling Stones, interpretada por el Andrew Loog Oldham OrchestraAndrew Loog Viejo Jamón fue manager de los Rolling hasta el año 1967-. A pesar de haber solicitado y conseguido una licencia para utilizar un extracto de la obra, los abogados de ABKCO consideraron que The Verve se habían excedido, e inicialmente “sólo” pedían la mitad de los royalties de la canción; pero viendo el éxito en el que se convirtió, pidieron el 100% con un lacónico: “el 100% o bloqueamos las ventas del álbum”. Yo que he sufrido algunos años el “laconismo” de los derechohabientes musicales, me lo hubiera pensado mucho antes de tirar la toalla. La rabia que sintió Richard Ashcroft durante muchos años fue tal que, en un concierto en 1998 en Wigan, llegó a soltar, hablando de Opel –que por aquel entonces utilizaba la canción en sus anuncios-, “no compréis sus putos coches, son una mierda”. El año siguiente Opel celebró su centenario sin despeinarse, mientras que a Richard no le llegaba ni para la pelu.

Hay mucho que decir sobre la industria musical y la enorme farsa de los derechos –que conste que soy el primero en reconocer y defender el derecho de cualquier autor y/o compositor a cobrar por su trabajo/genio/talente-. De momento queda una grandísima canción, eterna, y aunque le duela a Richard Ashcroft, no importa de quien sea legalmente, sabemos que es de él. Y un vídeo para la posteridad, visto cerca de 50 millones de veces en youtube, en el que se ve al líder de la banda yendo a su bola en las calles de Londres, seguro de ocupar pronto su sitio en la historia.

Desde entonces en el top 20 de Fiouck. Oye, algo es algo, ¿no?

Escucha Bitter Sweet Symphony, de The Verve.