Cuando en el 1989 The Cure anuncia su 8º álbum, a los fans de la primera hora (como yo) les importa medio bledo. Han perdido la fe en el gordinflón del Robert, y no esperan un milagro. Del creador de la trilogía sagrada, la de Seventeen Seconds, Faith y Pornography, se espera más bien un cuarto álbum comercial a añadir a la trilogía plof (por no decir otra cosa), la de The Top, The Head on the Door y Kiss me kiss me kiss me.
Pero Robert Smith es mucho Robert Smith, y los Gallup, Tolhurst y Thompson tres cuartos de lo mismo, así que deslumbran al mundo sacando Disintegration, no sólo su mejor disco, sino el que más se venderá en la historia del grupo.
Magistral, de la primera a la última. 12 canciones para llevarse a cualquier rincón del mundo. Quitando Lovesong y Lullaby, tal vez más en la línea de la trilogía “alegre”, la plof esa, todo el disco respira negro, intenso, abismo, como dios manda.
The Cure, Disintegration…
