Juventud sónica. No sé si se lo pensaron mucho, pero el nombre está genialmente bien elegido. Pega a la perfección a lo que fue una de las grandes bandas rock de los últimos treinta años, depositaria antes que cualquier otra del sonido alternativo US. Claro que cuando se separaron en 2011, ya no eran tan “youth” como al principio, aunque cuando ves a Kim Gordon en los últimos conciertos que dieron, con 58 años ella, dudas de si el tiempo pasa a la misma velocidad para todos. Sonic Youth, grupo esencial en la historia del rock aunque no valorado a la altura de su legado. En mi particular relación con el rock, una de las bandas que más me arrepiento de no haber visto en concierto. Tonto de Fiouck, ya es tarde.
Sonic Youth, o como recrear musicalmente el mito de Frankenstein. Un brazo de No Wave, otro de punk, una pierna de garage, otra de grunge, una cabeza colocada al revés, un cuerpo desestructurado que se mueve de forma caótica gracias a una formidable energía. Eléctrica y electrizante. Un grupo al servicio de la guitarra o un instrumento al servicio de un grupo, está es la pregunta. Distorsión al poder.
En 1977, Thurston Moore, se marcha a Nueva York desde su Connecticut natal, con música punk en los cascos y un sueño: trabajar con Sid Vicious. Pero este último tenía otros planes, morir joven por ejemplo, así que en su lugar Moore conoció a Kim Gordon. Casi mejor, el amor da alas. Con otro amigo, Lee Ranaldo –pariente del fatbalista-, montan diversas formaciones más ruidosas unas que otras, hasta dar con la fórmula mágica: Sonic Youth. Dan su primer concierto en 1981 en el CBGB, en plena fiesta No Wave, repleta de grupos que se divierten martirizando sus guitarras en busca de los sonidos más extremos y torcidos que se hayan escuchado jamás. Pero Thurston Moore va más allá, aprende del maestro Glenn Branca, guitarrista contemporáneo, investigador incansable de sonoridades que el común de los mortales –como yo- suele llamar auténtico coñazo. Así es como Sonic Youth se adentró en un estilo vanguardista al que nunca renunció.
En 1983, publican su primer álbum, Confusion is Sex. Nacido de la nada y con recursos económicos muy limitados, el disco resulta ser nada fácil de abordar. Se ganan cierta fama de peleones pero poco más y Moore quiere más. Manda una demo a un sello inglés que los rechaza pero por suerte del grupo, uno de los directivos, al que sí le había convencido la cinta, decide montar su propio sello para editarles. En 1985, el segundo disco de Sonic Youth nace bajo mejores auspicios, aunque tampoco permite despegar a la banda. Bad Moon Rising contiene ocho temas de música desesperada, en total disonancia con la música rock de la época. Ya se había acabado la aventura oscura y gótica de los grupos post punk y a mediados de los 80’s reinaba el rock melódico de U2, Simple Minds e INXS. En 1986 sale el tercero, Evol. Menos radical, les permite afianzarse en la escena underground neoyorquina. Es en esta época que la guapa Kim Gordon se gana una serie de motes, mezcla de Sex Riot Girl Symbol. El año siguiente, sacan el cuarto, Sister. Sonic Youth se convierte en pilar de la contra cultura yankee, su música invade las College Radios y multiplican los conciertos por todo el territorio.
Al año siguiente, inspirados por una especie de estado de gracia que suaviza un poco su música, componen lo que es sin duda en su obra maestra. Daydream Nation, un doble álbum de leyenda, va más allá de quedar como el mejor disco de la banda. Se lo considera como el punto de partida definitivo del Grunge y el rock alternativo que va a marcar la década de los 90’s. Catorce canciones furiosas pero más melódicas que de costumbre han convertido en Daydream Nation en un referente mítico, clasificado en el #329 de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos por Rolling Stone. Abre con el himno Teen Age Riot –que sólo será desbancado en el corazón de la juventud rock por el Smells Like a Teen Spirit de Nirvana– y cierra con Eliminator Jr, cantada por la genial Kim Gordon, 2’37” de rock rabioso y energizante. Wow, qué enervada parecía…
Hop, sube el volumen, luego zumito y a misa.
No que bueno, me encanta ese cd !
¡Enorme!
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