A la pregunta “Qué os gusta más de Francia cuando venís a tocar aquí?”, Sarah Barthel, miembro femenino del dúo yankee Phantogram, contestó: “¡Puedo fumar!”. Jo, pues que se venga a España, terminaría firmando para poder dejarlo. Da la sensación de que la ley que prohíbe el tabaco en los locales públicos es cada vez más papel mojado. Hay un bar de copas cerca de mi casa, se ve que no dependen de la misma jurisdicción que el de al lado, porque dentro todo el mundo fuma, tan pancho. Un misterio a lo Spain is Different.
Cuando no fuma, Sarah Barthel hace lo que todo el mundo: canta, compone, toca y arregla. En el seno de Phantogram, el dúo de electro trip hop que montó en 2007 con su amigo de la infancia, Josh Carter. Son de Saratoga Springs, en el estado de Nueva York. Una ciudad sin mucha historia, si no fuera por Yaddo, una comunidad de artistas financiada hace un siglo por un financiero de Wall Street, Spencer Trask, que en su día albergó a Truman Capote o Leonard Bernstein. No viene a cuenta de nada, pero cuando un financiero invierte en cultura, le hace más simpático y se merece un guiño.
El nombre de la banda proviene de una ilusión óptica bien conocida, en la que, respondiendo a determinados factores –luz y perspectiva entre otros-, una imagen 2D aparece tridimensional. Ilustra perfectamente la música que hacen. Nunca suena como te lo esperas, no para de llevarnos por caminos equivocados. No por nada reconocen influencias tan dispares como Cocteau Twins o Sonic Youth, Yes o Prince.
Después de dos EPs publicados en 2009, se dieron a conocer en 2010 con su primer álbum, Eyelid Movies -¿películas de párpados? Mff…-. A pesar de ser distribuido por un sello indie sin mucha trayectoria, el disco funcionó relativamente bien en los US. Técnicamente muy bien arreglado y grabado, se benefició de las mejores criticas, pero mezclaban tantos estilos que le costó encontrar su público.
Del álbum se extrajeron tres singles, entre otros When I’m Small, la más conocida, por haber aterrizado en cantidad de spots y BSO de series TV. En España, precisamente en estos días, la canción acompaña las muecas que hacen diversos hombres haciendo que se afeitan, por desconocer las bondades de la nueva cuchilla Gillette. Lo cierto es que está un poco trillada la canción. La que a mi me gusta es You Are The Ocean, la más emocionante del disco, tal vez la menos electro, cantada por él, no ella.
El año pasado, sacaron su segundo álbum, Voices. Cinco años habían pasado. Han abandonado su pequeño sello para firmar con una de las grandes. Se nota en el nivel de la grabación y realización, la calidad de los arreglos es óptima. Al final son dos buenos discos, sin duda, aunque les falta un algo. Una chispilla de genialidad. O que se tuerce todo de vez en cuando, que no salga todo tan impoluto. Igual que esta entrada, más sosa…