Cien. One hundred. Cent. Ein hundert. Cento. 百
Hoy se publica el post #100 en este blog. 100 posts, 100 días, 100 discos. Algo más de tres meses. Parece poco, ¿verdad? Ya, cuidadín con lo que dices… Empecé para aprender y obligarme. Y porque me gusta la música, claro. Pero sacar una reseña al día, es todo un reto, entre la inspiración que no llega y los obstáculos que se interponen -una mudanza, una contractura muscular, varios días sin internet, etc-. Y para serte sincero, algunos días flaquean las ganas, en especial los fines de semana, cuando estáis todos retozando felizmente en la cama, y yo pringado delante de la pantalla…
En fin, a lo que iba, 100dias-100discos. ¡Champagne! Y quien mejor que mi queridísimo John Lydon para celebrarlo, ¿verdad? Ya oigo los soplidos de resignación de algunos, “oh no, otra vez con el pesado del Juanito el Podrido”.
Es que el Johnny da mucho que hablar. Pocos artistas son tan emblemáticos del rock o de un género musical en particular como él. Además tiene una carrera marcada por los excesos de todo tipo. Aunque no participó en el disco The Great Rock’n’roll swindle –The Sex Pistols ya no contaban con él-, fue y sigue siendo el máxime representante de la gran farsa que es la música y el negocio que gira alrededor.
Nació el 31 de enero de 1956, en Londres, de padres irlandeses, es decir, como dijo en su autobiografía en 1994, con el mismo reconocimiento que los negros y los perros. Entorno a lo Charles Dickens. Con siete años, pilló una meningitis, que le dejó casi un año en coma. Salió de esta experiencia sin recuerdos anteriores, y con la vista muy tocada. Y algo rebelde. De adolescente lucía una camiseta “I hate Pink Floyd”, consiguiendo el mismo efecto que si hoy llevaras una que pusiera “Fuck Lola Flores”.
Dejó la escuela –mejor dicho la escuela le escupió fuera-, empezó a errar por el Londres céntrico, y fue cuando conoció a la tienda Sex, regentada por Vivienne Westwood y Malcolm McLaren. Ahí este último le ofreció entrar en la banda que, un año después, supuso un vendaval musical, cultural y social, un verdadero terremoto en un país que pensaba haberlo visto todo, pero que finalmente se estaba durmiendo como un burgués saciado y feliz.
De no ser por Johnny Rotten –le llamaron así por el estado de sus dientes-, The Sex Pistols hubiera sido cualquier otra cosa menos lo que fue. El grupo y su cantante llegaron a un nivel de provocación anti establishment inconcebible para la época. Como punto culminante, el concierto que dieron frente al Palacio de Buckingham durante las ceremonias de Jubileo de la momia real, desde un barco alquilado, en el río Támesis. Los medios cargaron sin parar, McLaren se frotaba las manos, el disco editado por Virgin poco antes se vendía como churros, pero el ambiente se hacía espeso: una noche atacaron con hacha a Johnny Rotten, que se salvó milagrosamente. Para alejarles de la ira de la sociedad inglesa, se organizó rápidamente una gira por los US, pero allí los demás miembros del grupo terminaron expulsando al cantante, consiguiendo McLaren su propósito de revuelta anti Rotten. Que te den, Malcolm, aunque sea en tu caja de pino.
A su vuelta a UK, John Lydon se encontró con que ni podía usar legalmente su nombre artístico –lo recuperará en su juicio contra McLaren años más tarde, al igual que los royalties que les correspondían a todos los miembros del grupo, que te den Malcolm-. Richard Branson, de Virgin, le mandó con un tal Don Letts a Jamaica, como descubridor de futuros talentos reaggae. Allí le recibieron con mucho respeto y amistad –¡un auténtico rebelde en Kingston!-, montaron fiestas en su honor, dejando la isla sin prácticamente nada que fumar durante seis meses. Cuando regresó a Londres, montó PIL, Public Image Limited, con Jah Wobble y Keith Levene –ex Clash-. El grupo sigue vivo cerca de treinta años, con Lydon como único miembro permanente, pero ya hablaré más en detalle del grupo en otro post.
En paralelo, John Lydon compuso y se pordujo con un montón de artistas, siendo el single World Destruction con Afrika Bambaataa su colaboración más famosa. Lleva casado con la misma mujer desde hace treinta años, Nora Foster. A ella se le conoce sobre todo por esa incapacidad tan femenina de hacer las maletas en tiempo, rasgo de su personalidad que les salvaron la vida, cuando no pudieron embarcar en el 747 del vuelo 103 de la Pan Am en diciembre 1988. El avión explotó por un atentado terrorista en plena noche, cayendo sobre el pequeño pueblo escocés de Lockerbie. Nora, te queremos.
Os dejo con el único álbum que compuso como John Lydon en solitario. Psycho’s Path, producido por Moby, salió prácticamente desapercibido en 1997. Pero Fiouk está al acecho para que las auténticas perlas no se queden en el olvido. Ya, reconozco que no es ninguna obra maestra, y que requiere muchas escuchas. Pero a mi me gusta, y hablamos de John Lydon, coño.
Escucha Psycho’s Path, Psychopath, de John Lydon
100 posts, 100 días, 100 discos, lo celebraré con un Bombay Saphire, enhorabuena!!!!
Buena bebida, desde luego.
Hey Fiouck, Eres Grande !! Accabando de leer tu genial post, busque en la web cosas sobre nuestro querido amigo John, y mira lo que accabo de encontrar:
Public Image Limited
mercredi 23 octobre 2013 – 20:00
Cité de la musique
2 billets Catégorie 1 Debout 😀
Y como no parece que PIL actuara en Spain, pues, te espero en Paris el 23 de octubre, y testa vez no no me enganas y te vienes aqui ! 😉
Gracias
Walking
recuerdas ? http://www.youtube.com/watch?v=YyezDUWsvB8
Hombre claro! La gran farsa! Genial!
Estaré, coño!
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