Con The White Stripes, creo que ya me falta menos para tratar el resurgir rock de finales de los 90’s principios de los 2000. Ya hablé de The Strokes, Libertines, Franz Ferdinand. Por lo tanto quedarían Jet, Vines, Vaccines y algunos más, pero ya son de segunda división y al final es complicado no repetirse. Me da el yuyu porque me quedan 510 posts antes de llegar a meta, y ya se me han ido muchas opciones para hablar de buen rock. ¿Qué os voy a contar a partir del día del verano, fecha en la que cae el nº 500? Y yo qué sé, algo se me ocurrirá, no hay más tutía.
[Como cualquier guiri preocupado por el buen habla, un día pregunté a un amigo qué quería decir tutía, no me supo contestar. Pregunté a más gente, y tampoco. Como no es una expresión que se usa a diario, tardé mucho en comprobarlo. Hoy lo sé, tutía proviene del árabe tutiya y quiere decir sulfato de cobre, se refiere a un medicamente utilizado para aliviar dolores en los ojos. Gracias Fiouck, good guiri].
En cuanto a Stripes, quiere decir raya. O Línea. The White Stripes, las rayas blancas, no necesariamente las de la carretera. Iniciaron su andadura en 1997, como dúo, marido y mujer, Jack y Meg, si bien la unión sentimental no duró más allá del segundo disco. Jack componía, cantaba, tocaba la guitarra y el piano. Meg corregía, se encargaba de la batería y también tocaba el piano. Será el piano el motivo de la discordia? Y yo qué sé –mi expresión favorita últimamente, sirve para cualquier ocasión-. Tocaban un rock muy inspirado en las raíces blues, muy tradicional, siendo Robert Johnson una fuente inagotable de temas. En 1999, sacaron su primer disco, homónimo, tanto blues como indie rock. Según Jack, su disco más furioso y crudo de todos, con el sonido más cercano a Detroit.
Luego siguieron De Stijl y White Blood Cells, dos álbumes más, con los que poco a poco lograron hacerse un sitio en la jungla, pero sin deslumbrar. Hasta que surgió Elephant, el cuarto disco de un total de siete, con el famoso Seven Nation Army, con creces el single más conocido del dúo. A mi no me chifla, pero seré una excepción. Búscalo en google, roza los 50 millones de visionados. Lo quiera yo o no, no deja de ser un número reservado para las canciones especiales, sean del género que sean. Convertido en iconos rock planetarios, el dúo siguió con el oficio hasta 2011 con tres álbumes más. Y luego puso fin a la aventura común.
Con los bolsillos llenos, Jack no se rindió –de Meg sé poco, sólo que por lo visto no le coge al teléfono, ays-, y en lugar de volverse gordo y lleno de todo tipo de comidas pesadas y sustancias prohibidas, decidió reinventarse. Formó otro grupo, The Raconteurs, bastantes años antes de echar el cierre de los White Stripes. Un poquito más de lo mismo, diría yo. También hizo de batería de la banda The Dead Weather, con la cantante de The Kills. Un poquito más de lo mismo, también diría yo. En 2008 le dio tiempo a interpretar con Alicia Keys –¿quién?- la canción de Quantum of Solace, el James Bond del 2008, llamada Another Way to Die. James Bondiana y rockera, me encanta.
Y hace un mes Jack White publicó su segundo disco en solitario, Lazaretto. Sólo tengo dos singles para juzgar: a mi, con el consiguiente riesgo de repetirme, me parece un poquito más de lo mismo. Pero no importa, porque desde que vuela sólo, se ha vuelto súper interesante. Ha decidido que con el dinero ganado, iba a hacer de productor. Un tipo de productor muy particular, uno que no piensa en el retorno. Por ejemplo, sacó un box de auténtico lujo con más de 800 canciones producidas por la Paramount entre 1917 y 1927. También editó los discos de varias charangas y coros escolares de Tennessee. También ostenta el record Guiness del vinilo más rápidamente puesto a la venta desde su grabación -3 horas 55 minutos y 21 segundos-. Aún así le va muy bien a su sello Third Man Records, ha superado ya el millón de discos vendidos entre todas sus apuestas.
La última de ellas es una locura, una auténtica locura, llamada Ultra LP. No es un disco, es una hazaña. Para los amantes del vinilo como yo, es algo mágico. La cara A se lee partiendo el brazo desde el centro. Hay temas que se escuchan en 33t, otros en 45t ó algunos en 78t. Hay una canción que se escucha en su versión acústica o eléctrica, según donde colocas la cabeza de lectura, juntándose ambos surcos a mitad del tema. Y last but not least, en el disco está impreso un ángel en forma de holograma. Dicen que el ojeto es magnífico. Yo no lo dudo. No quiero saber lo que cuesta, ni intentar encontrarlo.
When I say nothing, I say everything!
Have a nice day, aunque hoy amaneció nublado.
Lamento el retraso, chas gracias, lo mismo digo.
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20USD señor mío, eso es lo que cuesta en la página web de Third Man Records. Cómo bien comentas, no se destaca precisamente por pensar en el retorno aunque su olfato natural para el marketing es innegable. Digamos que lo suyo es más una necesidad íntima de crear constantemente (y que algunos tachan de neuroticismo, obsesión y no sé cuántas sandeces más -¡ojalá todos sufrieran la misma patología!, digo yo).
El ULTRA LP, por cierto, también tiene acabados diferentes en ambas caras: brillante vs. mate (como los viejos 78) e implica una escucha activa puesto que cada una de las canciones secretas, que incluye, suena a distintas velocidades. En resumen, tu turntable tiene que poder soportar 33, 45 y 78RPM si quieres disfrutar de la experiencia completa.
Además también tiene… ¡música! 🙂
Pues mi turntable (ni sabía que se dice así) sólo admite 45 y 33. Es que 78 ya me suena a otras guerras.
Por lo que dices, intuyo que te lo compraste? Yo me quería olvidar de ello, pero 20$ para esta maravilla, me parece una propina.
Me lo voy a pensar (cosa que no quería hacer, no te digo bravo).
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