A principios de este siglo, la música tuvo como un hipo sonoro -con tufo a cerveza barata y vino en brick-, de estos que te sacuden todo el cuerpo y te sacan de tu sopor. Una ola de grupos rock a la antigua –léase cantante, guitarra(s), bajo y batería-, con las mejores intenciones del mundo, invadieron cascos y altavoces. Con los Strokes, Franz Ferdinand, Jets, White Stripes, Vines, Hives, Fioucks –queeeeeeé-, la década se avecinaba rock’n’roll y eléctrica, pero no duró, apostando la industria por grupos más facilones y sobre todo más vendedores, como Coldplay y Kaiser Chiefs. Dentro de esta avalancha de sonidos rabiosos, el que más dio de hablar fue sin duda The Libertines, y su loco chalao Pete Doherty.
Afortunadamente, antes de invadir cierta prensa con la vida desenfrenada de su cantante con sombrero, el grupo inundó el planeta rock con una propuesta vital y energizante, en especial el single Up The Bracket. Esta canción, himno al buen gusto, es de las que más veces habré escuchado en aquella época. Me la ponía en bucle, en parte para paliar su corta duración ya que no llegaba a tres minutos.
La banda se había formado a finales de los 90’s, en Londres –dónde si no-, después de conocerse Pete Doherty y Carl Barât. Su talento rock y su afán de protagonismo enseguida les llevan a deslumbrar. Primero firman con un sello a pesar de contar con muy pocas actuaciones a sus espaldas, en diciembre de 2001. Dos meses después, The Strokes los elige de telonero para dos fechas y The Vines para acompañarles en su gira. En junio del mismo año, el mismísimo Bernard Butler, de Suede, les propone producir su primer single, What a Waster, que entra en el top 40 UK sin siquiera aparecer en la TV. Y last but not least, en agosto, entran en un estudio de grabación de la mano de Mick Jones –ex Clash-.
El 14 de octubre sale Up The Bracket, el primer álbum de la banda. El single homónimo entra en los charts, el segundo también, los medios recogen cada paso que da el Doherty, el New Musical Express los nombra Mejor Grupo Novel, pero en fin, como decía al principio del post, de elogios no se vive y las alabanzas no se traducen en ventas, de ahí que la industria empieza a mirar para otro lado. En paralelo el cantante afianza con cierta autoridad su consumo de crack, hecho que termina degradando su condición física y su amistad con Barât. Apartado del grupo durante la gira europea, la que debía representar la consagración de la propuesta rock del grupo, el músico aprovecha para robar en casa de su amigo, un acto muy loable que le vale una corta –dos meses- estancia en la cárcel. A su salida, el resto del grupo acepta su re-incorporación para la grabación de un segundo disco –The Libertines-, que sale al mismo tiempo que el anuncio de la disolución del grupo.
Luego Doherty montó Babyshambles y Kate Moss –buf, humor dudoso Fiouck- y poco más, parece ser que hasta los inefables tabloides ingleses se han cansado de su vida tumultuosa y sus provocaciones de dos duros. La verdad es que no me cae bien el personaje –otra cosa es el músico-. Siempre he pensado que Amy Winehouse, en su lenta decadencia y caída hacia el infierno, tenía mucha más clase y elegancia. Ays mi Amy, en fin…
Hace poquitos días, el grupo anunció que se reformaba para dar un único concierto en Londres a principios de julio. Según las propias palabras de Pete Doherty, “sentía cierta nostalgia por volver a tocar con la banda, y cuando vi el precio que estaban dispuestos a pagar por ello, no podía rechazarlo, sobre todo en mi situación actual”. Ves? Prefiero esta sinceridad, yo no tengo problema con que los músicos cobren bien. Venga, si te sobra una entrada, deja un mensaje en mi Facebook [busca por John Lydon].
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Puede que su reformación sea para más que un único concierto en Londres, o eso parece ser, y eso espero
A cruzar los dedos, un poco de rock fresco no vendría mal!
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