Ayer, después de mi pedo de desprecio desengañado en la nariz de la inefable e infumable miss bistec –más quisiera yo, por dios mi reino por poder tirarle un pedo en plena cara-, me preguntaron si mi homenaje ventoso a miss solomillo valía para el disco del día. Y digo yo, por qué fiouck no iba a ser capaz de sacar una canción, ¿eh? Aunque la mejor respuesta es la de publicar al día siguiente un disco de verdad, un álbum de estos que te atrapa, te llena la cabeza de sensaciones hermosas, el corazón de latidos felices y el estómago de suaves patadas. De estos que te recuerdan que la música no se mide por el número de followers en Twitter, sino por las emociones que te asaltan –ya sé lo que vas a decir y yo te lo digo, no, no son emociones las que uno siente al escuchar a miss costillas salsa barbacoa, son alertas de que es hora de que espabiles-.
Ya que es domingo, que estarás bostezando con las manos rascándote la tripa –dejémoslo en la tripa-, te propongo espabilar con uno de estos álbumes. Post Tropical, el segundo y último de James Vincent McMorrow por ejemplo. Es increíblemente bonito. Increíblemente. Cierto, a mi me gusta siempre un poco de teatralidad a la hora de hablar de los discos en este blog, y tal vez en el futuro ya no me provoque lo mismo que ahora, pero este álbum es majestuoso. Y tú, miss lomo bajo, escúchame, sepas que en tu miserable vida jamás podrás acercarte a la calidad de Post Tropical y la de otros miles de discos que pasarán desapercibidos porque tus penosas creaciones acaparan todos los medios y el espacio promocional disponible.
Así que el pequeño Fiouck, al igual que otros miles de personas que mantienen blogs de música para hablar de su pasión y sus corazonadas, le dedica el día de hoy a un irlandés -con lo poco que me gustan en general, pero esto es otra historia- cuyo segundo disco recién publicado –el mes pasado- está dando mucho que hablar. Digo “mucho que hablar” sabiendo que el eco que va a tener no llegará a la milésima parte de cualquier eructo ordinario de miss carrillera de cerdo. James Vincent McMorrow tiene treinta años, hace una música que sobre el papel no debería pasar del círculo de amigos y mama –mamas sólo hay una-, pero que de vez en cuando, cuando hay talento y belleza –o rabia, fuerza, magia, lo que sea mientras esté hecho con el corazón- llega hasta cualquier sitio recóndito, iluminándolo. Es folk? Soul? Electro? Ni idea, qué más da. Es aéreo, espectral, emocionante. Recuerda de lejos a Cascadeur. Es sublime.
Venga, tomate el zumito tranquilamente, luego a misa, en paz. Miss estofado de rabo de toro no se atreverá a perseguirte ahí dentro.
No conocía a este chico, me encanta.
Es súper bonito, mucha clase, el tema Glacier es tremendo
Pues yo soy de los que se entusiasmó con el avance (la estratosférica «Cavalier») y apostó a que el chico se adueñaría de 2014.. y hombre, canciones bonitas hay unas cuantas, pero el largo peca de una excesiva homogeneidad, y al final me quedo con la sensación de que no basta con ese escalofriante falsete…
http://thesongswelove.wordpress.com/2013/10/16/james-vincent-mcmorrow-cavalier/
Hay algo de cierto en lo que dices. La culpa la tiene Cavalier sin duda, que da la sensación errónea que el resto del disco es aburrido.
Me he equivocado, la estratosférica no es Cavalier, sino Glacier. Wow…
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