El nueve de febrero pasado, se publicó aquí una reseña sobre un músico cuyo futuro a priori no presagiaba nada del otro mundo. En el post, comparaba su presencia en los medios con la de Lady Bistec –hace mucho que no me meto con ella ¿verdad?-, y llegaba a la conclusión de que era inversamente proporcional al talento.

Craso error. Síííí, hasta Fiouck se equivoca, aunque suene a ciencia ficción. Bien es cierto que nada ni nadie dejaba sospechar que la preciosísima canción Glacier, del irlandés James Vincent McMorrow, fuera a convertirse en la banda sonora del anuncio del gordo de navidad. Para mi defensa diría que si ya todos se conocen de memoria la canción, casi nadie acierta a la hora de decir quien es el autor.

Así que hoy voy a apostar por otra canción, para el gordo 2015. Con poca posibilidad de que el año que viene sigan en esta misma línea, el pueblo reclama ritmo y a poder ser español, la compasión tiene sus límites.

Blaenavon. Un nombre raro, que suena más a alguna enfermedad de transmisión sexual que a grupo de música, aunque sus tres miembros no tengan todavía edad para pillar ninguna. ¡Qué jóvenes son, por dios! Hay poca información disponible para averiguarlo, menos aún biografía oficial, pero por mi que tampoco podrían entrar en un cine porno. Indie sí, pero sin la famosa barba de tres semanas. ¡Qué ganas tendrán!

En las pocas fotos que hay de ellos, por puro reflejo comercial han colocado al más guapo de los tres delante, para que las chiquillas se emocionen y sueñen con enseñarle la vida sin transmitirle nada. Tampoco faltan las melenas rubias para tapar unas miradas que ya parecen desengañadas. Sign of the times…

Entonces pregunto, ¿cómo se puede tener tanto talento a una edad tan temprana? Ellos dicen que andan un poco perdidos, musicalmente hablando. Dicen tener influencias tan variadas como Joy Division y Miles Davies. Yo diría Devendra Banhart o Cocteau Twins. Hasta la fecha han publicado un EP de dos canciones y otro, Koso, de cuatro.

Pero la canción que te dejo, Swans, no aparece en ninguno de los dos y no he logrado averiguar la fecha de edición. Siete preciosos minutos para una canción asombrosamente brillante, dada la edad que tienen. No quiero volver a equivocarme, así que esta vez creeré en los cuentos con final feliz. Se lo merecen de sobra.